La tierra natal
No la llevamos en oscuros
amuletos,
Ni escribimos arrebatados
suspiros sobre ella,
No perturba nuestro amargo sueño,
Ni nos parece el paraíso
prometido.
En nuestra alma no la convertimos
En objeto que se compra o se
vende.
Por ella, enfermos, indigentes, errantes
Ni siquiera la recordamos.
Sí, para nosotros es tierra en los zapatos.
Sí, para nosotros es piedra entre los dientes.
Y molemos, arrancamos, aplastamos
Esa tierra que con nada se
mezcla.
Pero en ella yacemos y somos ella,
Y por eso, dichosos, la llamamos
nuestra.
* Versión de María Fernanda Palacio
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