-XXIX-
¿conozco acaso del don de la ternura?
me pregunta sin más mi propio eco
enmudece otra vez esquivo se confunde
con el ruido innombrable de los coches
es viernes en las calles se va el día
como vino misterio definitiva-
mente solo hay pocas cosas más
inciertas que este desconcierto frágil
de ver abrirse roto
un cielo que no existe pero tiembla
sin miedo entre las manos que lo escriben
huele a brea el aire de la playa
a arena desmentida cambiante la luz
murmura su final sobrecogida
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Ellas piensan:
te doy lo que no tengo.Recorren la materia de esa entrega
hasta rendirse. Tú eres otra
palabra. La que a nada reenvía
sino a la nada sin ningún refugio.
Lejanía de lo que no termina
de errar en nuestra carne. La ternura
mortal de lo desconocido llega
siempre. ¿Qué lugar elegir entonces?
¿Qué regala sin reserva la noche
a quienes la atraviesan en silencio?