
El nombre de Lewis Carroll (1832-1898) es también el nombre de una anticipación lúcida: en el S.XIX, además de su inquietante narrativa, dejó trazas poéticas que, manteniendo una estructura en la que lo narrativo sigue siendo central, ya permiten entrever improntas que serán retomadas, entre otros, por las vanguardias latinoamericanas del S.XX, incluyendo la poesía concreta de Haroldo de Campos o la lúdica verbal del neobarroco. La condición precursora de L.C. remite, asimismo, al campo de la fotografía, con sus tentativas de reconciliar lo bello con lo corpóreo -a través de la reivindicación de la inocencia del cuerpo (contra la ética victoriana), a menudo confundida con una orientación perversa no probada (que algunos no dudaron en calificar de "pedófila") ligada a sus retratos, a los que finalmente renunció-.
Más allá de sus laberintos biográficos (que los hay), sobre todo, L. Carroll era un jugador: de las posibilidades de la lógica ("El juego de la lógica"), de la imagen y de la escritura, en suma, de las posibilidades de la imaginación radical. Ahí va una de esas muestras que hacen reconocibles algunos de esos saltos temporales, habituales en la literatura, que permiten prever lo imprevisible. Las lecturas de la producción literaria de Lewis Carroll, lejos de estar agotadas, siguen invitando a traspasar los espejos.
A. B.
---------------
---------------

------------
GALIMATAZO
Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.
¡Cuídate del Galimatazo, hijo mío!
¡Guárdate de los dientes que trituran
y de las zarpas que desgarran!
¡Cuídate del pájaro Jubo-Jubo y
que no te agarre el frumioso Zamarrajo!
Valiente empuñó el gladio vorpal;
a la hueste manzona acometió sin descanso;
luego, reposóse bajo el árbol del Tántamo
y quedóse sesudo contemplando…
Y así, mientras cavilaba firsuto,
¡¡hete el Galimatazo, fuego en los ojos,
que surge hedoroso del bosque turgal
y se acerca raudo y borguejeando!!
¡Zis, zas y zas! ¡Una y otra vez
zarandeó tijereteando el gladio vorpal!
Bien muerto dejó al monstruo, y con su testa
¡volvióse triunfante galompando!
¡¿Y haslo muerto?! ¡¿Al Galimatazo?!
¡Ven a mis brazos, mancebo sonrisor!
¡Qué fragarante día! ¡Jujurujúu! ¡Jay, jay!
Carcajeó, anegado de alegría.
Pero brumeaba ya negro el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba…
De A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado, Alianza Editorial, Madrid, 1973. (Traducción: Jaime de Ojeda).

-----------------
-----------Fotografía de Lewis Carroll