sábado, 7 de febrero de 2015

«Decálogo del perfecto escritor autista»*


Fotografía de Parkeharrison
 
 

“(…) la única, débil, mínima posibilidad de impedir
que el mundo tenga al final razón consiste en dársela”.

T. Adorno

 

1.Olvídese de sus tribulaciones. Deje de atormentarse en su soledad, escribiendo poemas o relatos abstrusos a contracorriente. Eso no lo catapultará al éxito ni le garantizará más que un público reducido de dudosas costumbres taciturnas. Un perfecto escritor adaptado a los nuevos tiempos ha de construirse como marca. A partir de ahora, su principal imperativo es instalarse como escritor destacado en todos los medios disponibles y recurrir sin reparos al marketing desvergonzado del yo. Regístrese en las numerosas redes y medios sociales que estén a su alcance y haga uso intensivo de estos maravillosos instrumentos que aproximan a los seres humanos. Invite de forma pausada pero insistente a que los demás se sumerjan en su insondable mundo interior. Pronto verá resultados notables en su imagen.
 
2.Alístese en algún grupo literario militante lo más numeroso posible y búsquese todos los aliados que pueda (jurados, editores, gestores culturales y periodistas o críticos espontáneos dispuestos a reseñarlo). Dado que lo oficial está devaluado, búsquese una etiqueta alternativa, lo más breve y simple posible, para retener la atención en medio del vértigo mediático. (Evite etiquetas tales como «post-vanguardismo tribal», «hiperrealismo onírico» o «creacionismo individualista» u otras similarmente sofisticadas: muestran un elitismo intelectual ofensivo para su público). Frecuente a sus contertulianos todo lo que pueda, elogiándolos sin pudor. Eso le proporcionará toda clase de beneficios, incluyendo elogios –proporcionalmente desmesurados- hacia su persona, con total prescindencia de la calidad de lo que escriba. Con algo de suerte, pronto recibirá algún premio por su lealtad. También le suministrará un circuito de distribución y promoción sin coste alguno, provechosas oportunidades de venta y medios para satisfacer sus necesidades más básicas de amor, reconocimiento y sexo poético.
 
3.Busque algunas fotos antiguas que mejoren su imagen actual o produzca una serie con ángulo favorable. No se prive de retoques digitales y busque preferentemente un fondo de biblioteca (en caso de disponerla, si no la ha sustituido ya por un televisor de plasma). Según la marca que le interese promocionar puede posar espontáneamente en diferentes escenarios cotidianos: el Aconcagua, la selva marfileña, las islas Sitges, una favela de Río o el Festival Literario Internacional de Fiji. Aproveche las fotos recomendadas y altérnelas semanalmente, de manera de ir sumando nuevos adeptos o followers cada vez. Piense frases impactantes y vacías, lo suficientemente ambiguas como para poder ser reinterpretadas según sus conveniencias mercantiles. Podrá comprobar cómo cualquier nimiedad puede adquirir visos extraordinarios.
 
4.Elija un estilo fácilmente reconocible sin ponerse extravagante o críptico: la claridad meridiana es su carta de presentación y captación. Para ello, seleccione un vocabulario básico y elemental que lo identifique con un grupo, sin necesidad de problematizar en exceso lo que quiere «expresar» (dando por sentado que no hay nada más importante que su libertad de expresión, incluso si es ligeramente auto-referencial). Unas pocas palabras-comodín le permitirán atajos sorprendentes, ahorrándose el trabajo de la crítica, el esfuerzo de la lectura detenida o tanto debate sesudo que no le interesa más que a un puñado de melancólicos trasnochados.
 
5.Puesto que su clientela valora la transgresión, no ahorre detalles insignificantes de su vida íntima que simulen alguna peculiaridad de carácter o un valor agregado a sus actitudes más mediocres. Ponga en valor su persona más que su escritura: el público estará suficientemente entretenido como para leer sus poemas o sus relatos sin el más mínimo sentido crítico. No olvide que usted no está compartiendo con sus lectores unos meros escritos sino dándoles la oportunidad inigualable de dar un salto cuántico en su conciencia ilustrada, su sensibilidad y, sobre todo, su círculo distinguido de contactos.
 
6. Limítese a ser encantador, obviando comentarios políticos u observaciones sociológicas que pudieran incomodar a sus clientes potenciales. Cerciórese de que su clientela comulga de antemano con sus opiniones: ya sabe que siempre tiene razón incluso si está equivocada. Su escritura debe unir lo que la política divide. Practique el amor y no la guerra. Usted es un alma bella y el optimismo ilimitado es su lenguaje. Del mismo modo que ha de derrochar elogios, economice toda crítica: cada cual tiene derecho a pensar lo que le plazca y es de sentido común que usted no es nadie para contrariarlo. Crear condiciones de mercado exige una rigurosa administración de los juicios, especialmente si son negativos. Vaya por la positiva: extienda sus redes, declárese seguidor de quien pueda contribuir a su meteórica carrera y haga guiños a los que pudieran dudar de su honorable empresa: todos son únicos y cada uno está ávido de saberlo.
 
7. Mime a su clientela. Agrádele. Si algún seguidor suyo comparte una foto, hable de su belleza. Si sube un artículo, hable de su interés. Si comparte un poema, hable de su sensibilidad. Si publica un cuento, señale sus semejanzas con algún autor preferentemente de moda (y olvídese de una vez de esos autores que ya nadie lee, comenzando por Poe, Chéjov, Le Guin, Borges o Cortázar…). Lo importante no es hacer una lectura reflexiva sino empatizar con todos sus colegas (que es su principal clientela) y mostrarse incondicional defensor de sus actos, con independencia a lo que hagan: el amor al arte siempre debe ser más fuerte que las diferencias ideológicas o estéticas, si es que todavía preserva alguna en su práctica. Haga oficio de su ecumenismo público; ya tendrá tiempo para mostrar sus antipatías en privado.
 
8.Sea espléndido desde el principio al fin. Cada vez que lo inviten a un recital, anúncielo y, en honor a su infinita gratitud, no deje de comentar las deslumbrantes resonancias de su participación estelar. Lo que importa no es lo real en lo más mínimo, sino la ilusión que usted gestiona. Comparta de forma periódica sus actividades artísticas (toda su vida lo es, así que no se prive de compartir lo que le plazca) y no deje de enviar sus escritos a las selectas antologías a las que es invitado por módicos precios o a los numerosos concursos (importantísimos por definición) que estén a su alcance. La presencia literaria debe traducirse en pauta publicitaria. Lo prioritario es estar: no ser olvidado ni un solo día. Si no tiene nada que compartir, invéntelo. También puede hacer anticipos de publicaciones que todavía no ha escrito, de recitales a los que aún no ha sido invitado y si su imaginación logra desperezarse, puede hablar de sus nervios antes de subir a recoger algún ilustre premio literario que con toda probabilidad le otorgarán. Tampoco renuncie a invocar poetas de renombre que no necesariamente ha leído y no sienta pudor por relatar sus historias de éxito (incluyendo las reediciones de 30 ejemplares de su obra magna) o la demanda creciente que sus libros tienen a nivel nacional e internacional. Esos son reparos de otro tiempo, cuando el culto a la autoridad no era lo único que contaba. La fórmula es fácil y simple: cuanto más éxito sugiera, más éxito tendrá.
 
9.Hágase gestor cultural y organice para sus colegas numerosas actividades literarias. Combínelas para que cada escritor invitado (no supere los veinte) lleve consigo tres o cuatro familiares y amigos. Con ello, tendrá una audiencia asegurada a la que le podrá ofertar sus productos en combos de lujo: 3 libros de relatos + 1 tanga; 1 slip + 1 poemario erótico + 1 dedicatoria; 2 fotos con el artista + 1 poemario + 2 relatos con bragas u otros combinados por precios baratísimos. Lo que cuenta es la explotación de la imagen de marca. Puede poner como ventaja competitiva su feminidad, su condición revolucionaria (también la revolución puede vender), su neomalditismo, su frikismo, su sex appeal o, si es joven promesa (hasta los 40 tiene tiempo), no olvide de vender el encanto de la juventud. Siempre queda la posibilidad de fomentar una estética del reviente en caso de no contar con estas otras virtudes. Cultive con celo su imagen y pronto tendrá epígonos dispuestos a emularlo y fans que esperan con un bostezo sus próximos recitales.
 
10. Búsquese algún programa informático que le permita combinar palabras para sus poemas o mezcle relatos para formar nuevos. No pierda tiempo en esas nimiedades y ahórrese las revisiones que coartan su espontaneidad expresiva. Bastará con que el escrito contenga algunas palabras mágicas y, sobre todo, que no aburra con su extensión. En caso de poemas, escriba versos cortos que hablen de sexo, humor, drogas, noche y otros tópicos análogos y si está inspirado divida el texto y preséntelo bajo la forma de poemas independientes que irá publicando regularmente para retroalimentarse con el público. Si es un cuento, mezcle misterio y género policial, con alguna pizca de erotismo. Si es una novela, mezcle misterio, género policial, épica histórica y todo el erotismo que pueda. Si alguien le indica cualquier minucia corríjala y agradézcale efusivamente. Se sentirá co-autor y estará encantado de encontrar su nombre en los agradecimientos. Cuando tenga un número suficiente de escritos, monte un libro y envíelo a todos los contactos que ha establecido en los pasos previos. Tenga la seguridad que pronto se convertirá en un perfecto escritor autista que podrá gozar sus cinco minutos de fama.
 
 
Arturo Borra
* Nota: este texto puede herir su sensibilidad. Si padece algún trastorno paranoico o narcisista, haga el favor de no leer.

Texto publicado en Revista "Canibaal", Nº 4, Enero de 2015.

2 comentarios:

Albert dijo...

Bueno, podría resumirse: hay que ser un buen montero (en el DRAE:"persona que busca y persigue la caza en el monte, o la ojea hacia el sitio en que la esperan los cazadores").

Arturo Borra dijo...

Albert, ojalá fuera tan fácil localizar este tipo de prácticas. Pero considero que están muchísimo más extendidas en poetas y escritores de diversos grupos. El cazador del monte es un ejemplo (hiperbólico) de lo que ocurre cada día ante nosotros...