Brad Soucy
Así
despuntó la mañana.
Nadie
recuerda tan poca luz a estas horas. Un loco ha encontrado los ruidos del mundo
y está llamando a todas las puertas. No tengo tanto miedo. Pero tampoco,
tampoco conozco un amanecer tan oscuro. Puede ser alguna consecuencia del
pasado siglo o la espalda extendida de una tarde
o el cuerpo
del caballo
o esta cortina que roza sin parar el cielo.
Aún es temprano
para que los niños escapen cada noche
hasta convencernos de la inocencia.
o esta cortina que roza sin parar el cielo.
Aún es temprano
para que los niños escapen cada noche
hasta convencernos de la inocencia.
Brad Soucy
Así
despuntó la mañana.
Con
las primeras luces, podríamos, sin duda, simular una esperanza y repetirla sin
reservas cuantas veces sea necesario, abatida la memoria. Lejos, los que allá
abajo beben todavía con la misma canción hasta que nada les ofrezca
desconfianza.
Si
finalmente se desvanece
y queda todo tranquilo,
tan claro
que no hay nada que ocultar
ni se adivina el río
en el agua derramada, su goteo,
el vaivén de la suerte
o el movimiento cansado del alma.
y queda todo tranquilo,
tan claro
que no hay nada que ocultar
ni se adivina el río
en el agua derramada, su goteo,
el vaivén de la suerte
o el movimiento cansado del alma.
Brad Soucy
No recuerdo si este niño
era el cuerpo del caballo
o si los dos se dieron alcance
para
pasar el sueño de pie, lo más cerca posible de un insensato baile, seguros como
estamos de no poder dejar la razón en las cunetas sin que todo se vuelva más
difícil.
De Otro año del mundo, Pilar Martín Gila (de próxima aparición en Ediciones La Palma).
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