hay un desierto a la deriva
enterrado entre tormentas
hay un escorpión inteligente
tallado en cada muerte
y hay una muerte tras otra
entusiasmadas con la religión
aves frías te golpean la cabeza
y aprendes enseguida
hay un río dentro del río
fabricando fiebres delicadas
hay una puerta detrás de la
puerta
y un bizcocho detrás del mundo
excavamos en los días de la tiza
vertebrado / invertebrado
escribimos para tapar los hoyos
y reparar las faltas
hay un ángel de barro acantonado
en posición fetal
y al fondo un enemigo
intolerante
hay un musco que contiene
réplicas
de todo lo que has oído
hay un libro que repite todo lo
que escribes
y otro que escribe todo lo que
repites
hay un sol partido en dos
y una sombra espesa en la
escisión
hay un perro perdido en el ojo
de la horca
(cada línea es un río una calle
un color imaginario
un número irracional en medio de
una suma infrecuente
el rostro cambiante de una
ventana un amanecer en tu boca
una lápida una lápida que no
coagula...
porque cada línea contiene su
propia ausencia
porque cada línea no importa
la escala termina con la forma
los ritmos y las texturas se
desbandan sobre las dunas
la aridez se hace rama
inquebrantable)
de todas las huellas / escoge la del desierto
de todos los sueños / el de las
bestias
de todas las muertes / escoge la
tuya propia
que será la más breve y ocurrirá
en todas partes
decimos nada sobre todo
buscando a aquél que lo dice
todo sobre nada
sobre la mesa hay animales vivos
y flores amarillas de montaña
muertes simples que se clavan en
la tierra como estacas de plata
estampas de los santos gregorio
santiago y Benedicto
la luna vacía y el sol de
invierno
los pies de aquellos que pisarán
los granos esta noche
los tambores los cuernos en
espiral y agonías que besan los cielos
el violón de madera balsa las
cuerdas de metal
todo está sobre la mesa
sobre la mesa las hojas de coca
y los nevados
y los ríos de obsidiana
las piedras que se repartirán a
medianoche
y la medianoche entera
besando el corazón de un cóndor
y la voz de una mujer
que irá de casa en casa buscando
a sus familiares todo esto
todo esto está sobre la mesa
¿por qué lo hacen de esa manera?
así lo hacen así lo
hacemos
sobre la mesa las tormentas y
los vientos y los lagos
de altura
la sed continua de las gargantas
en las islas
el diario secreto de las
amazonas
el manojo de rosarios cuyas
cuentas no conocen
todavía
el paso fugaz de las yemas hacia
la redención
todo está sobre la mesa todo
esto
así lo hacen así lo hacemos
cañas negras vibran entre sus
labios
saliva espesa lame las caries
negras
cerdos de patas negras con
negras circuncisiones
merodean en silencio
todos lo saben todos los han
visto
y están todos ciegos de ver
tanta ausencia
se ha ido
puso al ave intoxicada
sobre el abismo y dijo
alcanza al ave de fondo
y resuelve el suspenso
de toda esta geometría
vuela en silencio
abriéndote al espacio
que no toma en cuenta
el espacio que ocupan
las cosas llamadas reales
el ave descendió tres
tormentas espirales
y encontró al ave
que laceraba su letargo
colgada de un rayo de porcelana
aquí hay alguien
que se ha ido y que ha dejado
esta succión i> y termitas en
todos los peldaños
y en todo este espacio abierto
los niños nacen sin cerebro
y encierran sus cabezas en
bolsas de plástico
y deambulan por el desierto
como astronautas atormentados
medio millón delicadamente
desolados por esta versatilidad
de la repetición
hallan
un muslo un fémur un párpado
y una sanguinaria homilía sobre
esta visión
que no hay ojos que vea
propiamente
porque es aguja y agujero al
mismo tiempo
el mismo nervio
óptico
y en todo este espacio abierto
los senos están secos y las
tibias tibias
hallan
el gran decorado de fondo que
sigue su viaje
más de lo mismo tras más de lo
mismo
como una piedra encerrando el
fósil de una piedra
todo este espacio y ningún lugar
donde ponerlo
vacíos
los niños aspiran el ágil plomo
de las tardes frías
y cargan de tumor sus tristes
tálamos
sordos a las palmeras
bajo cuyas palmas se indigestan
y ciegos
con cada muerte me vuelvo más
lento
menos elegante y me recuesto en
piedras
que son cráneos dormidos en el
desierto
mi lengua está tatuada de sed
y las tormentas caen como flores
que caen de otro planeta
por fin el fin que no admite
comienzos
o esta redención
entierro mis ojos
estudio mis manos mis uñas
son rabia fosilizada
persistencia del cólico de los
árboles
ramas negras contra el cielo
dorado
y el invierno sobre el invierno
el tiempo transfiere su ponzoña
al paraje
los sueños nos despiertan
picoteándonos los ojos
persistencia del cólico de los
océanos
el primer sonido es un eco del
último
peces de agua dura rellenan los
desiertos submarinos
siete pozos son los siete días y
veinticuatro
muelas las horas decapitadas por
la marea
persistencia del cólico del
fuego
naufragio de las hojas de té en
agua hirviendo
una pared blanca con cien
sombras que danzan
entre lluvias secas un fandango
sangriento
él muere ella murmura y muere
persistencia del cólico del
colibrí
por eso mira fijamente a la
muerte en los ojos
y le hinca el pico afilado hasta
dejarla exangüe
y transfórmale sus oscuros
humores
en néctar absurdo que sólo la
adicción redime
persistencia del cólico de los
perfumes
llevo en atados aromas sombríos
que emanan de la tierra
lentos desastres son estos
cantos de amor
esta montaña gris o esta bola de
acero
este ascenso inesperado a 5000
metros
el vago huayno que me trajo
hasta aquí
describe lechuzas negras y
amores cortos
ensangrentados
ver en la oscuridad o a través
de ella
caer de aviones
danzar al son de once arpas
afiladas
el altiplano me debilita / nunca
estuve ahí
nunca estuve ahí
ese ichu inerrante o esta mesa
turquesa
esta muerte no es muerte
cómo será tirar a 5000 metros
estrangulado por el aire raro
o por el vómito de un ave
carbonizada
nunca estuve allí
nunca estuve ahí
nadie está bien
esta débil precocidad de la
sinrazón
este vado
este viento que otras bocas
chacchan
más voraces y más insanas
nunca estuve ahí
arden las hojas secas
verdes fuera de si
lo que cambia entra
en combustión
se vuelve otra cosa
de otro color
en el estanque las carpas
rojas escarban
donde el espacio
no puede entrar
toma té
tres sorbos
tres veces
del corazón emigran
sueños solitarios
siguen las direcciones
de las ramas que caen
sobre el agua
solamente en una canasta
de vientos
puedes llevar tu vida
el fuego pesado de la hoguera
reconoce el carrizo
y huye de las malas
lo que adquiere forma
está condenado
a perderla
té / tres sorbos más
De «Fin desierto»
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