viernes, 10 de febrero de 2017

«la ciudad de los niños del frío» -dos poemas de Luz Pichel




ahora es el comienzo de las lluvias

agua todavía sin mástil
sin vasija ni dirección ni barco

botones
retales
briznas briznas briznas de ala de avispa
de jaboncillo de costurera

un movimiento hacia la luz
el aire desplazando una hoja de olivo
(un gromo de buxo)

hay algo vegetal en todo esto es
como si fueran a salvarse las frutas se acerca
una hilera de gorriones
transparentes

a la patinadora quién la ha visto
(quen a veu saltar)
delgadísima elástica libre
equivoca la música rompe
los ritmos di–
buja un difícil pentagrama de alambre
ese lío de abrazos
(ese arame ese debuxo esas apertas)
se equivoca se cae se alza
promete seguir viva
(hei danzar hei danzar hei danzar)

la ciudad de los niños del frío se despereza
(a cidade dos nenos do frío espreguízase)
se despereza

van abriendo los ojos
son cuerpecitos de color verde–agua

(non era doado vivir alá)
qué difícil dormir amar la tos los tenedores
no era fácil vivir entonces dentro del invierno allá

la helada ¿cuántos años duró?

y la gente
que cruza los parques con hambre hablando sola
dice
necesitan calor
necesitan un poco de calor
(todo o mundo precisa un chisco de calor)
dicen las distraídas de los autobuses





erradíos / errantes / correcaminos

salen a la noche deambulan
dulcitos rodeando aldeas
muy pequeñas
son
anciáns muy anciáns muy anciáns sin ganas de palabras
ni de flores encima
ni de arroz con leche
ni de ollas de barro llenas de collaritos de oro
para qué

su vocablo se hizo de una estrellada dificultade
a lo mejor ya aprendieron el son que dicen de las constelaciones
a lo mejor ya comprendieron la cruz del sur

agariman / aún dan algo / aínda / todavía y dan
una buena manollena de memoria
en su lenta manera de entramar varillitas de latón
oxidado
por cada año una
que hace
que se fueran

dejaron hijos hijas
dejaron casa casos cosas sen resolver
deseítos a medias
músculo pulmón
objetos en desorden
tejados rotos
ghallinería en pena

y una lingua menguante para el amparo
y la conservación
para el abrazo y la conversación
para que esa escalera tan antigua su espiral así subiendo no se esbarranque por el monte abajo
y hasta el río

colgar los nombres
aquí un adverbio allí
un balde en el rincón
una afirmación contra el olvido
la caída de los últimos sones
la vocal más abierta de las airas eiras eras
los finales de ellos cara adentro
tilde y punto
sus errados timbres erradíos
las ramas figurando así de un roble / carballo / quercus
duravidas
de fondísima raíz

 
De Luz Pichel, tra(n)sumancias (Ediciones La Palma, España, 2015)

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