#spanishevolution
Desnudas de cintura para abajo, las jóvenes parejas aguardan en el patio a que el último se decida a salir. Quieren hablar del lugar de la vergüenza, sin duda la inmovilidad. Pero es que tras acotarla, madre, tras tirotear sus paredes, escribir una ópera a su costa, llegaron correos casi niños sobre caballos reventados: en sus manitas, ciertas razones comunales parecían cascabelear.
Qué del movimiento ahora, ese de nuestros saltos a piscinas bajo pérgolas amarillo juventud, amarillo indetectable desgracia: en tus narices doctoradas se produce un saqueo temporal y tú ni te enteras o bebes para tropezar delgadamente a la salida de tugurios en madrugada.
Trémulos de cintura para abajo, funcionarios de la fecundidad, vemos por el canal permanente a todos esos chicos del Sur. Han descubierto que una multitud tiene su centro en cada una de las partes. Colibrí inmune a las técnicas de interrogación.
Con plural de frío, vamos haciendo pan y vamos haciendo crítica: récord de paz sin enmiendas pero demasiados años de lactancia, demasiada oralidad. La mala encrucijada metida en el hojaldre de esta suerte histórica. Hemos santificado la siesta, sí, pero ahora nuestros deseos se adelantan veinte décadas a la moral de quienes venían a arroparnos.
Sácate la escaramuza de la boca y piensa en formas del sonido que trasciendan la representación. Más arriba, digamos que en los fiordos del Mediterráneo, miles de hombres se afeitan sin apenas luz y añoran el mar. Andan demostrándose, demostrándonos, fabriles de sí.
La ministra de Trabajo llora al anunciar las nuevas medidas; en otro costado de la fontana barroca, el rostro del presidente se pone extrajudicial y legendario “Sí, lo hemos ejecutado; quien piense que no lo merecía es que tiene un problema mental”.
En red las instrucciones; también la posibilidad de errar. Unas monedas por tu espalda. Un FIN.
Por la ahora ventana del mundo no corre el aire sino la liebre de los datos que te atraviesa el pecho porque es innumerable y afortunadamente aún hay cáñamo y vacío en ese corazón.
Una peseta de cónclave en torno a la aquiescencia. La tienen los valles con el reparto de sol y la siente el presidente (en el silencio) de quienes no salieron a la calle a protestar por la privatización del llanto y su hipo. Optimismo de la razón, delirio de la conciencia.
El cobre permanece ahí, dormido, pero la mina sigue siendo el hombre y ayer golpearán a cuantos se atrevan a rodear el Congreso.
Mayoría absoluta el mar, la muerte y las ecografías del porfín.
Se busca a los supervivientes de la feria capital: gustos sencillos, mente compleja.
De Que concierne, de próxima aparición en Vaso Roto.
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