NO
SE SABE CASI NADA
A
ellas, que saben en el cuerpo de quién es su lugar
La
noche dona agua de abundancia,
todo
lo deja enlloviznando:
pies
la hierba,
cuerpos
la estaca de judías,
cabecitas
pobres cabecitas el pasamiento
de
los astros de la luz a lo neghro.
Parece
que quiere saír el sol,
los
gatos vanse enjugar
a
brincos.
Dos
azores se avienen,
averedados,
a
ras de las coles del gallinero.
¿Qué
tramarán?
Y
esa mujer que ghrita ^ en O Souto
como
si loca
como
local
o
como si madre
¿por
quién llamará a estas horas?
¿quién
le escapó de noche con la hija cativa ^?
Ladran
los canes,
¿estoy
sola en la casa?
Siempre un
ghrito ^ es último, final o derradero. Herradero también, pues grábase nel
cuerpo, como en caballo. Pero no es eso lo que se buscaba. Nadie gritó después
en esa aldea, nadie ghritó después, nadie allí nunca ghrita nunca allí ya no. Buscar
Cativa, buscar póla, buscar pola, buscar mencer. No hay Cativa allí, no hay risas, no hay póla, no
hay pola para un eco ni un albor. Piérdese el vocablo aghochado en una plaga de
mimosáceas. Lástima de posibles. Acacia
dealbata, bata de aldea cribando harina amarilla de amarillo chillón. Chillón no viene, no será; mimoseira no viene, no se reconoce,
dizque el vocablo del clan no es con propiedade. Pero no se perdió, mimoseira, no
es vocablo último. No hay que hacer vaticinios oscuros, no. Hay que ghritar,
los pueblos.
Cativa ^
es pequeña, bonita, una figura del mencer que rompe, queridiña. Cativa no tiene
edade de trabajar, Cativa es mala, desghraciada, ruin, no sirve. Cativasometida,
cativapresa. La mujer arrulaba en su dentro una niña cautiva desde lo
inmemorial, presa la tenía y bien se ve que sí.
LO QUE SE VE MIRANDO
Miro a ver qué se ve
por el postigo de la puerta de
las marionetas.
A ver qué se escucha.
Y vence las nueces en el nogal,
la hierba en el prado
la tapa del pozo neghro a ras del
suelo
la risa que no para de Cativa
una planta silvestre
Cativa toda sucia
una maravilla la raíz en las
aghuas negras
las risa retornada de Cativa
Cativa requemada del sol
una maravilla de color naranja a
la vera del pozo negro
la risa
un laurel pequeñito entre las piedras
Cativa
una malva escapada de la guadaña
buena para dormir
la risa de Cativa
Cativa sobra la tapa del pozo
negro
Un caballo al galope por el cielo
adelante
camino del Findaterra.
Cativa toda sucia requemada del
sol
la risa suya
Cativa que
mátase con la risa mirando brincar
una gallina descabezada.
Paréceme que todo queda puesto en
su sitio,
ya me puedo marchar.
De Cativa en su lughar/ casa pechada (Diminutos salvamentos, Madrid, 2013)
Luz Pichel
Más poemas, aquí.
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