domingo, 16 de enero de 2011

«ciegos de tanto cerrar los ojos» -Tres poemas de Cristian Aliaga



La oveja

Atrapada por el cuello al alambre de púas, un mal movimiento la degollaría. La oveja desliza milímetros su cabeza hasta quedar inmóvil a la espera de una solución que escapa a sus propios movimientos. Su cabeza no piensa, ni esboza cursos de acción, apenas percibe el suave ardor de los alambres puntiagudos, mientras a unos metros del alambrado los vehículos atraviesan la soledad. Pasan sin verla, o ven apenas la imagen fugaz de una oveja que permanece muy cerca de la ruta, en una inmovilidad sólo rota por gestos imperceptibles. Atrapada por el cuello al alambre de púas, oye la secuencia creciente y luego decreciente de los motores, quieta se queda y algo semejante al placer percibe cuando logra la quietud absoluta. Empieza a dolerle cuando se adormece, y así se despierta, y vuelven a nublarse sus ojos azules hasta que regresa el dolor que para ella no tiene nombre. No puede estimar la duración de la noche ni aspira al azar de alguien que atine a separar su cabeza del alambre.


Un ring para dios

Queremos un ring para dios pero dios se recuesta contra las cuerdas permanece quieto sin responder al árbitro nadie podría pegarle sin ser considerado maricón pero entonces no hay box ni riña teológico que lo saque de allí el ring es enorme a los ojos de los incrédulos se tiran golpes sobre dios la lona alberga a una multitud de caídos no hay triunfo sino presas del KO de dios la mirada de él está húmeda el protector inguinal es de cuero virgen esa mirada de él dramatiza que no habrá golpes pero se posa sobre los caídos como al descuido generaciones de caídos no creemos en dios sino en sus golpes de KO su mirada húmeda su protector de cuero virgen.





Los versitos

esos frascos sin tinta
donde ponemos lo mejor de la memoria.
¿Paredes de iluminación, torres amargas,
palabras solamente?

Pero a quién encomendar nuestra historia,
salvo a estas pequeñas nubes
de espuma.

Os quedaréis ciegos
de tanto cerrar los ojos.


De El espíritu de los peones (Eloísa Cartonera, 2010)


Más poemas, aquí.




Acerca de la Editorial Eloísa Cartonera como proyecto colectivo

“Eloísa Cartonera es una cooperativa editorial con seis años de vida que se encuentra en el popular barrio de La Boca de la ciudad de Buenos Aires. De forma autogestionada, Eloísa Cartonera edita sus novelas, poemarios, libros infantiles y compilaciones de cuentos con cartón reciclado.

La apuesta de esta cooperativa es la literatura latinoamericana. A día de hoy, todos sus 200 títulos son de autores de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, México, Perú o Bolivia. Ricardo Piña, Víctor Hugo Vizcarra, Ernesto Camilli, y, si todo va bien, también el célebre Rodolfo Walsh, son algunos de los autores que editan.
Las tapas de los libros están hechas del cartón que la editorial compra, a precios justos, a los cartoneros que revuelven cada noche la basura de la capital argentina. Posteriormente, estas tapas de cartón reciclado son coloreadas a mano por niños y niñas del barrio con riesgo de exclusión social, por lo que se ganan unos pesos y se mantienen alejados de la calle”.

12 comentarios:

leonardo dijo...

Tal parece ser que nos quedamos ciegos muy rápidamente. Que el futuro del verso es demasiado optimista. ¿Cuántas ovejas enredadas en el alambre hemos dejado de ver mientras atravesamos la soledad? y ¿hasta qué punto somos esa oveja?
Y ¿dios? resulta terrible sólo llegar a creer en sus golpes! No faltan las mitologías donde es central esta idea. ¿Por qué precisamos sentir que la vida es un ring donde nos espera un adversario invencible?
Quizás por ello no condeno totalmente la ceguera. A veces es necesario cerrar los ojos para sobrevivir. A condición de no taparnos las narices ni los oídos al mismo tiempo. Aunque, sin duda, cerrar los ojos siempre será una imagen de la muerte.
Un abrazo compañero
leonardo

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Magnífica entrada. Con esmero y con buena cabeza.

Bien por Cristian Aliaga, que tanto tiene de decir y compartir desde su poesía y su labor editora y contracultural

Un abrazo,

Arturo Borra dijo...

Querido Leonardo, nos vamos quedando ciegos a fuerza de voluntad. Del miedo tal vez o mejor dicho de la cobardía. El optimismo, para mí, siempre tiene algo de eso, lo que no significa que haya que ser pesimista. Pero atemperar esas expectativas es básico, más todavía cuando estas ovejas quedan colgadas en el alambre.
Y dios golpea; castiga... ¿Qué pecado cabe al inocente? ¿Y por qué ese antagonismo persistente?
Tal vez tengas razón con respecto a que todos necesitamos algo de ceguera. Pero no hay por qué convertir la necesidad en virtud. Varias veces Nietzsche se preguntó cuánta verdad es capaz de soportar el espíritu humano -como medida de los valores. Puede que apenas soportemos lo que nos ocurre, pero la ceguera apenas consuela. Me quedo con eso de que "cerrar los ojos siempre será una imagen de la muerte". Nosotros parpadeamos amigo, y los lagrimales se humedecen cuando permanecemos con los ojos bien abiertos.
Gracias como siempre por pasarte. Va un fuerte abrazo,
Arturo

Arturo Borra dijo...

Querido amigo, hemos tenido el placer de escuchar juntos a este poeta, primero en un CD, luego en una librería. En ambos, Cristian transmite una potencia que no está dada sólo por su tono grave, sino también por una forma de escritura que se rebela, que arremete contra los espejos, que espía el cielo.

Cristian Aliaga aporta en varios frentes, como señalás. En cualquier caso, alguien a quien recibimos con los ojos abiertos, los brazos también. A quien esperamos, además, pronto de regreso.

Gracias por asomarte y seguir ayudando a mirar.

Va un abrazo enorme (y más en estas horas),

Arturo

leonardo dijo...

Tienes razón, sin duda, pero eso es para machos!! y yo me siento más hecho de mis debilidades que de mis arrestos.
Si lo que tengo para contemplar es el KO de mi vida y la marcha del mundo, no podría parar de llorar, porque, sin duda, me encontraría en esa penuria "última residencia de lo humano" como lo dices al final de tu ensayo. Porque además, se van perdiendo todos los días combates emprendidos (en lo social, en lo político, en lo económico -la desaparición del modelo socialdemócrata donde parecían posibles ciertas cosas-, en lo ecológico, etc.) lo que no augura nada muy bueno (cada vez creo menos en el advenimiento de algo nuevo, de una nueva dirección). De ahí que a veces precise de cierta indiferencia ante la tragedia circundante para tratar de recuperar, digamos, un cierto desparpajo, un impulso vital, una pizca de 'insouciance', de despreocupación sin complejos (el mundo se derrumba y nosotros de rumba, decía un grupo de rock bogotano), que no es posible si no bajamos los párpados un instante, confundirse un momento en 'la tomatina' para, paradójicamente, cuidar de sí, o el pequeño refugio. Pero, claro, los ojos vuelven a abrirse nuevamente, porque igual no es posible cerrarlos y cerrar lo que han visto, esto último queda allá adentro, impreso bajo los párpados.
Queda, es obvio, el "compromiso con el presente", esencial, que debería bastarnos para mantenerse en pie y arrancarle con las uñas (le robo éstas a Víktor) algún pellejo a la felicidad.
Vayan abrazos

Arturo Borra dijo...

Querido Leonardo, todos estamos hechos de debilidad... aunque una parte se la auto-oculte con la esperanza de suprimirla.
Pero la osadía está ahí. No en la inmolación; ni siquiera en la sobredosis informativa que nos deja perplejos, indignados, más vulnerados aún.

Pero, llegados a un punto, ya hemos hecho el gasto irreversible. Y no podemos elegir volver atrás; retornar a una inocencia primera, como si toda esta metralla no existiera. No podemos: porque nos agujerea. Otros quizás igualmente ametrallados puedan no mirar los huecos de las balas, pero ese cerrar los ojos al dolor no lo suprimirá. Y, lo que es peor: la indiferencia permite que otros sigan matando. Implicarse quizás no evite las balas, pero es más difícil disparar contra tantos.

Entretanto, inventaremos resquicios, rebuscaremos en lo mínimo la promesa y cuando vacilemos -imposible que eso no ocurra- darnos mutuamente fuerzas, para saber, al fin, que no es "solo contra todos" (una película de Gaspar Noé que te recomiendo).

Hay derrotas, sí, continuas, pero no tenemos por qué celebrar una metafísica de la derrota: aquí estamos, después de todo, luchando.

Y de la social-democracia, qué decir. Siempre me pareció una transacción tranquilizadora, pero preferible al estado policial y gerencial que tiende a convertirse en modelo europeo.

Mucho por seguir hablando, amigo. Y, precisamente, porque hay desesperación hay esperanza. A ella nos colgamos, para sobrevivir y no declinar. Esta "tragedia", como la llámás, tiene causas humanas. Estrictamente, es un drama evitable, que la risa nos ayuda a sobrellevar pero no a esquivar. No se trata de vivir con conciencia culpable; justamente porque luchamos por lo justo, hay una cierta no sé si serenidad, pero sí convicción que nos ayuda a vivir.

Y esa "despreocupación sin complejos" también asoma por ahí: pequeño refugio en lo pequeño.

Gracias por estos diálogos que ayudan a sostenerse...

Un fuerte abrazo,
Arturo

laflorazul dijo...

me encanta aliaga, gracias! le traduje hace un tiempo un poema al alemán
muy bueno tu blog!! :D

Leonardo dijo...

Hay días que no sé si somos "tantos" o si cada vez somos más pocos. Es verdad que estar de pie siempre ayuda a seguir de pie. Y la escritura como la amistad y, a ratos, los minúsculos gestos de lo cotidiano, son uno de esos refugios donde reponer fuerzas.
Gracias por estas charlas.
un abrazo

Arturo Borra dijo...

Gracias a vos Flor. También por aquí le seguimos la pista a Cristian y me alegra que te guste el blog. Quería colgar unos archivos de audio pero no he podido, pero vale la pena escucharlo también.

Sos bienvenida por aquí cuando quieras...

Un cálido saludo,
Arturo

Arturo Borra dijo...

Leonardo, no sé desde cuándo pero me siento decididamente minoritario y no por voluntad elitista, sino por falta de identificación. No me reconozco en la tribu, no me llevo bien con la pertenencia y me siento extranjero hasta en mi propio país.
Así que imaginate... somos pocos, pero confiemos que en el legado se sumen otros y podamos reinventar los lazos, lo que se dice fácil pero es más bien complicado.

Entre tanto, refugios de topos para asomarse al otro cuando la vida nos deja. Todos agradecemos, por lo demás, la presencia irrenunciable del otro. Así que también a vos gracias.

Un fuerte abrazo,
Arturo

Laura Giordani dijo...

Qué bien que traigas la poesía de Cristian por aquí... hace unas semanas leí El espíritu de los peones con poemas de varios libros (me gustaron especialmente los pertenecientes a Música para viajes) y también he escuchado Un ring para dios: una propuesta muy interesante sumando música y las voces de otros poetas como Arturo Carrera, de este CD hay poemas que me calaron especialmente como La oveja que has compartido en la entrada y la compasión o la beatitud, preciosos. Reconstruyen además ese sur-confín, esa tierra desde la que Cristian crea y trabaja y suma. Tierra confín, que no confinada, en la que parecen converger las últimas resistencias de la tierra: mapuches, saharauis, los escombros que tienen que alzarse en su dignidad para caminar de pie.

Un beso y gracias por compartir,

Laura.

Arturo Borra dijo...

Laura, puesto que mi primera aproximación a Cristian Aliaga fue por la voz me cuesta no leerlo sin ligarlo a ese registro grave, a una cierta revuelta interna, casi diría a una especie de estallido que a veces es más manifiesto que otros.

El espíritu de los peones tiene sus zonas de intensidad y comparto con vos que "Música para viajes" es una de esas zonas, ahondada incluso con la apelación a la prosa.

Me gusta tu señalamiento de que se trata de una poética que apunta a un "sur-confín", no tanto como geografía física que como geográfía política, un lugar desde del que se enuncia, un lugar en el que los desheredados se encuentran para articular alguna respuesta que no sea la anticipada derrota.

Gracias a vos por ayudarnos también a mirar y un beso,

Arturo

Laura.