viernes, 1 de agosto de 2008

Un poema sin título de “Barrios Invisibles”, de Víktor Gómez

¿Cuántas veces lo invisible es, más bien, aquello que es apartado bruscamente de la mirada? ¿Aquello que podríamos ver si alzáramos la vista más allá de los muros que protegen de la intemperie?
A pesar de todos los llamamientos al orden, hay veces que no queda otra labor poética que la de recordar lo ingrato, aquello que la memoria colectiva reprime para reafirmarse en su goce. En este poema en prosa, pues, hay una invitación a ingresar a esas regiones extra-muros que sufren nuestra infamia.
Arturo Borra




Una corteza áspera a mi mano habla de pérdidas. Como nunca y como siempre, no importa. Espero aún otra no certeza. Sin condiciones.

Entre las rejas de una valla y la acera. El acercarse despacio no asegura ver. No es porque supiera dónde buscar. Fueron ellos, que no me esperaban, los que nada esperan, quienes me enseñaron los barrios invisibles.

Ah, sí. En los ojos inesperados de la incendiada mole de edificios me mira la negra fachada. Sin cristales, sus vanos retienen la oscuridad interior. Adentro y afuera es una construcción de lo inhabitable.

Un áspero silbo. Giro el rostro. Ya estoy entre sus calles.

Víktor Gómez

2 comentarios:

Laura Giordani dijo...

Otra inclusión afortunada, Arturo; la de estos barrios invisibles que Víktor se propone materializar ante nuestros ojos con su palabra.
Palabra que -en este caso- es justicia frente a la violencia del ocultamiento. No se trata de un carácter invisible´, metafísico. Son barrios invisibilizados con un propósito muy claro.
Este poemario, promete y será un placer verlo sustanciado prontito.
Un abrazo para los dos.
En la poesía.
Laura.

Arturo Borra dijo...

Gracias por compartir tu lectura Laura. Comparto con vos que hay una violencia del ocultamiento. ¿Será el desocultar una forma de pacificación? En cualquier caso, aquí no hay nada metafísico: es la economía política de la sociedad lo que está en discusión.
Promete, así es, y estaremos para presenciar su nacimiento público.
Un abrazo,
Arturo