En el Museo Nacional Británico de Arte Contemporáneo, Miroslaw Balka ha realizado ya hace tiempo una instalación sorprendente en la llamada Sala de las Turbinas: un contenedor completamente oscuro, semejante a un túnel que no conduce a ninguna parte. No permite ver nada. La oscuridad es metáfora del desconocimiento: no sabemos a lo que nos exponemos.
En una sociedad del pánico como en la que vivimos, la exigencia creciente de seguridad hace cada vez más frágil el lazo con lo extraño y con los extraños: los tiende a plantear como amenazas potenciales a nuestro bienestar. Lo desconocido es conjurado en nombre de la vida. Pero, ¿no es precisamente la apertura ante lo desconocido lo que hace posible otra forma de existencia? ¿Adónde conduce el miedo a la noche, el rechazo de todo aquello que no controlamos, la suspicacia infinita con respecto a lo que oculta una máquina de visión ciega al dolor del otro?
«Poética de la oscuridad» podría ser el nombre de este túnel: aquello que pone a prueba nuestro temor. Miroslaw Balka nos invita a experimentar con nuestros límites. A decidir entre el miedo y la aventura. A dar lugar a otras formas de sensibilidad, donde la oscuridad no sea aquella barrera que nos impide el paso. No deja de haber algo maravilloso en ese túnel. Contra todo pronóstico, están aquellos que se internan ahí, en la cercanía invisible de los otros. En la mágica experiencia de un mundo compartido que, aunque no veamos, es también la promesa de una vida que no cede al miedo que nos cerca.
Miroslaw Balka
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