jueves, 1 de abril de 2010

Dos poemas de Rafael Cadenas



2. He entrado a región delgada.
Todo lo que canta se reúne a mis pies como banderas que el tiempo inclina.
Aquí el mundo es una estación amanecida sobre corales.
Ésta es la morada donde se depositan los signos de las aguas, el légamo de los navíos,
los mendrugos cargados de relámpagos.
Éste es el huerto de las especias clamorosas, la temporada de arcilla que el océano erige.
Ésta es la fruta de un piélago muerto, la columna desesperada del hambre.
Ésta es la salobre campana de verdor que el fuego crucifica, la tierra donde una tribu oscura
embalsama un clavel.
Ésta es la tinta trémula del día, la rosa al rojo vivo inscrita en los anales de la selva.

De Cuadernos del destierro --
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10

Ya el delirio no me solicita.
Vivo sobre la sal, levantándome y cayendo, día tras día. Como, ando, me acuesto sobre lo que me sostiene sin pedir una aclaración, sin esperar nada. Soy cuerpo. Me llamo tensión, debilidad, silencio, piel, nervio, olor, yerro. Me arrastro, toco hierba, me hago suelo. Lo inefable no me quiere.
Hace años dejé de preguntar. Desistí en un filo.
Las ventanas dicen vivir.
El pensamiento escarba, escarba.
Soy una cuerda que se abraza a la última proximidad.
Vibrante querer.
Ducho en disensión, en rotura, en desvivir, persisto.
Arrastro una historia anonadada.
Soy flaqueza máxima. Mis piernas se doblan. No llego, no llego. ¿De dónde sale la fuerza cuando sigo? Soy el sordo, el exabrupto, el golpe en la mejilla, el veneno de la suavidad, el manto del loco, el que hostiga al fervor, el sórdido tubo, la ciénaga sin fulgor, la horma de nuestra ignorancia, el que se hace, se deshace, se hace.

De Intemperie
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Fragmentos de "Contra la barbarie de la propia estimación", entrevista con Rafael Cadenas, realizada por Claudia Posadas

Ante la violencia y la búsqueda de poder como impronta del ser humano, ante la fractura de la propia nación y el continente, la poesía y el pensamiento del venezolano Rafael Cadenas (Barquisimeto, estado de Lara, 1930), se erigen como una referencia de análisis del hombre contemporáneo. Su crítica parte de un diagnóstico de la conciencia, estancia generadora de nuestro desgarramiento: para el autor, en su reconocido ensayo “Realidad y literatura”, existe una sola condición: “El ser humano víctima de su propia psique (…), de sus prejuicios (…); el ser humano que 'proyecta' su angustia en todo lo que hace creando división, sufrimiento, agonía (…); el ser humano atenazado por sus propios productos: odio, afán de notoriedad, deseo de poder (…); el ser humano consciente del desastre que ha creado y sigue creando, pero como imposibilitado para detenerse (…)”.

Frente a este diagnóstico, sus planteamientos apuntan a considerar “la vida como totalidad” y no a partir del fragmento que significa la visión del ego. Así, busca un equilibrio entre la psique, el espíritu y lo axiomático, afincado siempre en la realidad, para llegar a “la autocreación” de un hombre ético, vigilante “de los humos de la propia estimación”, como diría Teresa de Ávila, que reconozca y se reconozca en el misterio mismo que es la existencia.

De esta manera, su reflexión desemboca, como lo dice en un poema, en la práctica de un “ethos clásico de la gratitud y de la aceptación de la existencia finita (Schajowicz)”, es decir, un ethos real, tangible, humano, construíble, universal, que trascienda cualquier religión, cualquier moral, cualquier dogma, cualquier noción del orden sobre todo lo que conlleva el concepto de éxito.

Para Cadenas, la poesía ha sido la fuente dónde encontrar al ser en el lenguaje y dado que para el autor este proceso debe ser individual, en sus poemas no hay una intención de hablar en nombre de la humanidad. Su poesía, engarzada en la más absoluta honestidad, implica una revisión profunda y descarnada del yo. De esta manera, su creación es el sólo testimonio de un hombre interesado en encontrar el centro de quietud de la psique, centro donde la barbarie sea transfigurada.

Rafael Cadenas pertenece a la estirpe de esos “renovadores secretos” de la literatura de nuestro continente, como dice Juan Gustavo Cobo Borda. Por la trascendencia y profundidad de su obra, que ha sido recogida para Latinoamérica en el volumen Obra entera. Poesía y Prosa (1958-1995) -Fce, 2000-, merece un reconocimiento como el Premio Juan Rulfo de Literatura Latinoamericana y del Caribe.


Un aspecto central de su pensamiento es la búsqueda del concilio con nuestra condición humana, que en los últimos libros se ha resuelto en el “ethos clásico”. ¿Cuál es el origen de esta búsqueda y cómo se fue conformando esta noción? En este sentido, ¿cuál es el balance de este proceso de existencia, cuál es la distancia entre el Cadenas del desasosiego al Cadenas de la gratitud?

El origen está en una especie de quiebra psíquica al comienzo de los años 60, la cual me llevó a hacerme preguntas que creía resueltas. Fue un despertar, pues hasta entonces yo había vivido conforme a ideas procedentes de un esquema que a todo responde, que todo lo explica, cuando en realidad no existe nada que esté fuera del misterio, de ese misterio de fondo que también nos constituye, y cualquier explicación no trasciende el campo de lo relativo donde sí puede tener validez. Es allí donde funciona el pensamiento, más allá no, más allá tiene que enmudecer, lo que no está mal pues es muy hablador, porque ha de toparse con lo desconocido, con la fuente infranqueable, con lo que ha recibido muchos nombres, pero en realidad no puede tener ninguno. Es asombroso ¿verdad?, que en rigor no podamos dirigirle la palabra a nuestro fundamento esencial. En cuanto al balance que me pides, no me atrevo a hacerlo, pues me parece que implica un cierre. Se asemeja a un inventario espiritual, lo que exigiría más espacio del que ofrece una entrevista. Espero, sin embargo, que mis otras respuestas complementen las que acabo de darte.

“No somos la fuente de nuestro vivir, pero por nosotros pasan las aguas”.

Una de las maneras de emprender esta búsqueda es a través de un cuestionamiento muy honesto del yo. Este proceso es paulatino: ante la derrota, hay un enfrentamiento muy crudo con los diversos yo (Falsas maniobras -1966-); después, un estado de vacío (Intemperie -1977-). En Memorial (1977) se estanca el proceso hasta llegar a Gestiones (1992) y Anotaciones (1983), donde se da un concilio. ¿Por qué este enfrentamiento como método? ¿Qué yo permanece?

Cuestionar el yo, enfrentarlo suena contradictorio. Es lo que suele hacerse, pero no creo que resulte difícil darse cuenta de que eso lo realiza el mismo yo. Así, además de dividirse, termina fortaleciéndose. Ésta es una lucha que se refleja, como bien lo señalas, en los libros que mencionas, todos escritos desde cierta depresión, especialmente Intemperie. En Memorial confluyen las diversas formas usadas en los libros anteriores. Gestiones también las mantiene, pero hay más despersonalización, un intento de expresarme indirectamente, mediante motivos, algo que, claro, tampoco estaba ausente en los demás libros. Yo no rehuyo la primera persona, ni creo que usarla signifique egotismo; muchos, en cambio, la evitan, pero carecen de humildad. Me preguntas qué yo ha quedado. Pues el actual, el que traza estas líneas para pasarlas a la pequeña Olivetti y enviártelas; el que se interrumpe para ir a comprar Tal cual, periódico que dirige Teodoro Petkof, periódico padrísimo, como dicen ustedes, los mexicanos; el que intenta darse al instante, habitarlo, pues sólo existe el presente y un incesante devenir, de manera que el que escribió mis libros es otro, el de ayer es otro, el de hace unos minutos, ya que cambiamos, es otro, otro y el mismo, pero ese mismo es sólo la sensación de ser, de sentirse siendo. “El presente es perpetuo”, dice un verso de Paz, quien siempre insistió en el valor absoluto del presente y del origen. ¿Habrá diferencia entre ellos? Estas dos constantes de Paz me parecen vitales para sus lectores, siempre que las tomen en serio.

Hace algún tiempo solía dividirme en innumerables personas. Fui sucesivamente, y sin que una cosa estorbara a la otra, santo, viajero, equilibrista…

…Era el desfile de los habitantes desunidos, las sombras de ninguna región.

El fracaso como lucidez

El cuestionamiento es de sí mismo pero también, del orden, y ambos aspectos están ligados al concepto de derrota: se parte de un sentimiento de no pertenencia (Los cuadernos del destierro -1960-), y este proceso se expresa en el famoso poema “Derrota”. Después, dicho sentimiento se convierte en un espacio de libertad que desemboca en un estado de permanente vigilancia de sí mismo y del sistema y que se manifiesta en el poema “Fracaso”, donde señala una actitud ética. ¿Qué significó ese estadio de tal modo que fue punto de partida? Actualmente, ¿se encuentra o no en los poemas citados? ¿Su actitud surge de la experiencia que vivió su país y de su exilio?

Los cuadernos del destierro es un poema en prosa sobre mi experiencia como exiliado en Trinidad (1952-1956), isla muy próxima a la costa oriental de Venezuela. Era entonces todavía colonia inglesa, de modo que durante cuatro años fui súbdito involuntario, pero gustoso, de la reina Isabel. A este periodo le debo un idioma que leo mucho, pero que hablo sólo cuando viajo a Estados Unidos o a Inglaterra. El libro recoge también mi situación íntima de los años 60 que te mencioné. Hoy no me encuentro en “Derrota”, pero no porque crea tener éxito, esta palabra no forma parte de mi vocabulario, lo que ocurre es que ese poema lo escribió un joven con quien ya casi no hablo, es decir, yo hace 40 años. Te daré un ejemplo: en el poema se aprueba en cierta forma la lucha armada y hoy la rechazo. Hace muchos años me di cuenta de que no es esa la vía para lograr determinado cambio social. Ahora pienso en términos de reforma, no de revolución. Ésta se me antoja, después de las experiencias del siglo que acaba de concluir, un sangriento anacronismo que en todos los casos terminó en dictadura. En cambio hay revoluciones que no suelen tenerse por tales como la que ha ocurrido en la física cuyas implicaciones filosóficas apenas comienzan a vislumbrarse o la comunicacional tan prodigiosa o la del movimiento ecológico, y tal vez estén en camino otras que no podemos anticipar. Mi atención está puesta en el individuo más que en lo colectivo. Siento más cercano el poema “Fracaso”; y actitud crítica siempre he tenido, sólo que ahora no procede de ninguna postura previa, sino del simple ver. Al menos me vigilo para que sea así. Cualquier ideología es perversa, aunque esté guiada por la buena intención, porque separa a los seres humanos. El bien que se busca termina trocándose en mal. Las revoluciones traen violencia, se vuelven sangrientas, instauran dictaduras, destruyen y se autodestruyen, todo por el bien del pueblo. Prefiero el sentido común, que es ajeno a carismas, redencionismos, salvaciones, a todas esas grandiosidades hipócritas cuyos promotores nunca se han visto a sí mismos. Si lo hicieran se darían cuenta de que el mal que pretenden combatir está también en ellos y eso es igualmente valedero para los que se les oponen, quienes sin embargo, por estar más cerca de la realidad -al menos su retórica no tiene pretensiones mesiánicas- podrían acercarse al autoconocimiento.

(...)

Su escritura tiene varios registros: el poema breve y metafórico del principio, los poemas en prosa, abundantes y plenos de imaginería, y por último los aforismos, donde sintetiza su pensamiento y sus preguntas. ¿De qué manera este proceso estético se ha desarrollado a la par del proceso existencial? ¿Qué trayectoria de decantación implica el haber llegado a los aforismos de Anotaciones?

Trayectoria existencial y proceso estético son inseparables. Los cuadernos del destierro fueron escritos desde la depresión, luego, poco a poco, iba saliendo de ella, lo cual se puede palpar en los libros siguientes. Junto a los de poesía fueron surgiendo los de prosa y por eso están como entrelazados. Las lecturas han sido vitales para mí. Me interesa mucho el pensamiento vedántico, el taoísmo, el zen, y del lado de acá Whitman, Rilke, Lawrence, Pessoa, Ungaretti, Milosz (Czeslaw), Michaux; antes de experimentar con la droga, han sido una presencia constante en mí. También Jung, Watts, López Pedraza. He leído mucho a los clásicos, sobre todo los españoles, y de los modernos a Ortega, Unamuno, Machado, Salinas y Guillén. De Hispanoamérica me han acompañado siempre sus maestros, Reyes, Henríquez Ureña (Pedro), Sanín Cano, Borges, Paz, pero en fin sólo puedo mencionarte algunas de mis lecturas. Es cierto, me atrae el apunte como el de Anotaciones, la forma gnómica de Dichos (1992), el aforismo. Tal vez eso se deba a cierta urgencia por ir derechamente al blanco sin todo el acompañamiento explicativo que suelen llevar los escritos más completos. Tal vez influya también mi gusto por leer, que no me deja salir de la escritura breve. Tal vez mi propia limitación, no sé, pero te confieso que admiro a los poetas abundantes, mis opuestos, aunque los leo poco. Los veo como a príncipes que hunden sus manos cada vez que quieren en su erario verbal y de ahí sacan toda clase de joyas. Yo soy más bien lento, paso semanas, meses, años revisando un poema, indeciso, avergonzado, pobre.


Un tema constante a lo largo de sus libros, es una revisión del lenguaje, del poema y del poeta. Para usted, la poesía es contrapeso y contraste del poder, una ofrenda. En cuanto al autor “uno sólo espera de los poetas un óbolo que sirva para el trayecto”. Pero ante la barbarie, ¿el poema y poeta tiene algún sentido frente a esta realidad?

La poesía, el arte, el pensamiento son como contrapeso del poder y de la sociedad. Aquél tiende a volverse perverso y ésta a aletargarse. Se requieren antídotos fuertes para contrarrestar esas calamidades ¿y dónde encontrarlos sino dentro de la cultura? Se suele pensar que la poesía puede muy poco frente a la barbarie porque sólo le interesa a una ínfima minoría, pero ésta es una legión del espíritu y a través de ella actúa la poesía llegando así a ámbitos más amplios. En todo caso, lo más importante es el desarrollo de la conciencia; en tal sentido la lectura, pero no sólo de poesía, es decisiva. (...)

Entrevista completa, aquí.

domingo, 7 de marzo de 2010

Dos poemas de Mercedes Roffé





No hay traducción posible.

—o sí la hay:

de lo uno a sí mismo,

de lo uno a aquello que tantea y vence

de lo que sabe de sí

—su pobre imperio.


De Linternas flotantes






Tanteos en la mar violenta. Agitación. Un cierto envolvimiento de remolino o torrente. Depende de la dirección. Depende de si se podría siquiera hablar de dirección o de mejor deshacerse. ¿Indulgencia? ¿por qué no? Al menos insistir. Un acto de presencia, como tantos (tanteos en la mar). ¿Recuerdas? Un poco de historia. La arena, la guerra, la India... ¿oh, la mujer! El siglo, con atajos. No olvidemos que desde los hombros de los Padres...

En cuanto a las mareas: toma tu baldecito de lata y aspira hondo. Húndelo hasta el final. (Al principio, la boca te dará en la muñeca. No importa, sigue. Húndelo más. Como si enjuagaras las sábanas de tu ama la Desdicha. ¿O acaso algo ha cambiado?) Tira con fuerza. Ya está. Mira si no es tu cara. Y ahora no brinques o te perderás. No hables o te perderás. No atiendas al bramar de la tierra o te perderás. Es cuestión de ausentarse. Se trata

de fundar un vacío.

De Memorial de agravios. O de las cosas que han pasado en esta tierra.

«Sentido de la poesía» (fragmentos), Mercedes Roffé

Se cree que la poesía –acompañada de música o no; música ella misma-- se originó como un deseo de comunicarse con lo divino. Se quería estar en contacto con otra realidad. Es verdad que el sentido de lo divino, la necesidad de unión con lo sagrado, en su sentido originario, parecería no estar tan presente hoy en día en la vida de los individuos ni de la comunidad como tal. Sin embargo, es posible que la poesía y otras formas del arte sean uno de los pocos reductos que todavía desempeñan esa función primordial: unir al ser humano con un sentido trascendente de la vida, del universo, de su propio estar en el mundo.

Mucho se ha insistido en que la poesía política o social no logra, por sí misma, alterar las durezas de la realidad que denuncia. Pero tal vez, si pensáramos en que el propósito no es alterar como lo podría hacer un tratado diplomático o un arma de fuego, sino convocar la materialización de un deseo, como prefiguración de un mundo esperable e imaginariamente realizado, quizás podríamos decir que la poesía sigue cumpliendo esa misma función performática que cumplía en tiempos primitivos. Una función política en tanto religiosa.

Pienso asimismo que habría muchas maneras de responder la pregunta por el sentido de la poesía en nuestra época, y en cuántas de ellas serían igualmente válidas. Me pregunto incluso con cuántas de ellas coincidiría sin dejar de sentirme fiel a mí misma. Pienso que una de las respuestas más lúcidas a esta pregunta la ha dado quizás indirectamente Muriel Rukeyser en su magnífico ensayo The Life of Poetry. En esas páginas, al analizar el miedo –la fobia, diría más bien—que la poesía produce en algunas personas, Rukeyser interpreta que ese miedo deriva del poder de la poesía para conectarnos con nuestros propios sentimientos. Claro que no faltarán aquellos que –a un lado y otro del mapa poético universal— quieran ridiculizar esta concepción de la experiencia poética, siendo para ellos la mera palabra “sentimientos” un detestable resabio del cual habría que depurar no sólo la poesía sino la creación artística en general, y en lo posible a la vida toda.

Así entendido el término, se hace evidente que lo que esta propuesta sostiene es el poder de la poesía como elemento desalienador del ser humano, en una época en que éste se encuentra presa de un creciente número de medios y circunstancias –desde el trabajo hasta el entretenimiento-- que no buscan más que su enajenación.

Quisiera hacer propia aquí esta concepción de la poesía --de la experiencia artística en general--, como uno de los pocos espacios en los que el ser se reencuentra consigo mismo, con su propia humanidad, precisamente allí donde todo parece atentar en contra de tal reencuentro.
Esta experiencia límite no se mide por números. Basta saber que está allí, al alcance de quien quiera, para ejercer en nombre de todos, el derecho irrevocable de seguir siendo humanos.

Para leer el artículo completo, aquí.

domingo, 14 de febrero de 2010

Dos poemas de María Negroni




El espejo del alma



Como el alma que canta por sí misma
en su limpia casa de cristal
Hermann Broch




Tuve que viajar a Nevada para verte. Una gran planicie rodeaba la casa donde me esperabas con una túnica blanca, más alta que de costumbre.
Presentí que la casa existía en la memoria, cosa que confirmaste atravesando con tu brazo el hielo que suplantaba ahora a las paredes. Acostumbrada a esconderme en las palabras, quise darte una carta. Esa carta hablaba de las diferencias del río: lo que fue, lo que es, lo que será. Pero vos eras el río y la imagen del río, visto desde la altura (quiero decir, la furia misma). Me miraste, morada de ternura, bajo el color inconstante de la niebla. Terminé por tratar de pinchar la carta a tu plumaje pero te negaste, afable, como quien aprecia el esfuerzo de simular lo imposible. El pico tembló ligeramente. Me dejaste a merced de la felicidad, contemplándote, ahora que eras un enorme pájaro blanco.



Ut pictura poesis

habría que decir
un trazo
de ningún lado a ningún lado

o bien esa minúscula
alegoría de lo abstracto

el mundo
acaso
-----efímero
------------tejiendo

signos imprecisos
de un alfabeto olvidado

o estrellas
donde comienza el deseo

de no morir
y morir

esas ganas de arder
en lo incompleto

como un rojo que colmara
una ausencia con su ausencia

habría que decir lo que promete
una moneda a la absoluta
casa imaginaria

y trae siempre
lo que tuvo que traer

como deriva luminosa
de un fracaso

María Negroni



domingo, 17 de enero de 2010

II Jornadas de «Poéticas en fuga» (Valencia)

Lecturas poéticas de Olvido García Valdés,
Chantal Maillard y Juan Carlos Mestre

Universidad de Valencia
La Nau
Vicerectorat de Cultura
Calle de la Universidad, 2
46003 Valencia


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Entrada libre y gratuita




Primer Encuentro
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Viernes 5 de febrero, de 19:30 a 21:30 hs


Mesa I: «Tendencias de la Poesía Hispanoamericana actual con nombres propios»
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Participan: Marcos Canteli, Pedro Montealegre e Ildefonso Rodriguez. --

Mesa II: Lectura poética a cargo de Olvido García Valdés.
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Acompañan: Guadalupe Grande, Laura Giordani, Antonio Méndez Rubio y Eloísa Otero.
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*Con carácter informal, a partir de las 23 hs. En el café El Dorado, los poetas Ildefonso Rodríguez, Guadalupe Grande, y Eloísa Otero ofrecerán una lectura de sus poemas.


Segundo Encuentro

Viernes 12 de febrero, de 19:30 h a 21:30 hs

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Mesa III: Lectura poética a cargo de Chantal Maillard.
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Acompañan: Oscar Solsona, Julieta Valero, Arturo Borra y Esther Ramón.
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Mesa IV: Lectura poética a cargo de Juan Carlos Mestre
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Acompañan: Cecilia Quílez, Luis Luna y Rafael Saravia.

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*Con carácter informal, a partir de las 23 hs. En el café El Dorado, las poetas Julieta Valero, Lourdes de Abajo y Luis Luna ofrecerán una lectura de sus poemas.





Con el auspicio del Ministerio de Cultura de España


Organiza:

Librería Primado (Miguel Morata)
Asociación Poética Caudal (Víktor Gómez)
Café Cultural El Dorado Espacio MAE (Isaac Alonso y Alicia Martínez)


Más información: aquí y aquí.

miércoles, 6 de enero de 2010

«Entonces escribe»

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....

Entonces escribe

“…se sienta a la mesa y escribe”
Juan Gelman

dime qué hago dice y no sabe
dime cómo miro dice y tampoco sabe
qué hace cómo mira en esta pendiente
oscura como un silencio o un llamado
desconocido

y no sabe sigue sin saber quiere hacer
algo con su no saber –y entonces escribe
cuando ya no puede decir más no sé no sé no sé:
escribe entonces como un silencio un llamado
y la pendiente oscura cae sobre sus ojos
y la pregunta es un caballo que corre sobre
regiones blancas

dime por dónde sigo dice –y no hay respuesta
que no sea fuga
-------------------y no sabe
y entonces escribe:

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----De Umbrales del naufragio, Arturo Borra




--------------------------Imágenes: Henri Michaux

domingo, 20 de diciembre de 2009

«Yolleo» -un poema de Oliverio Girondo



Yolleo

Eh vos
tatacombo
soy yo

no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé -----y tanto
desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre yollando y yoyollando siempre
por qué
si sos
por qué dí

eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
----------y hasta cuándo





Para escuchar este poema, pulsa aquí.

viernes, 4 de diciembre de 2009

«Ismail» (fragmentos) -un poema de Adonis



ISMAEL (fragmentos)

Vestido en mi sangre, camino:
las cenizas me llevan y me guían las ruinas.
Hombres, olas que rompen, diluvio de
lenguas: a cada frase un rey
y cada boca es una tribu.
Solo, camina
delante de su tiempo,
camina.

Y yo, desterrado de todas las tribus,
abrazado por las heridas,
abrazando a la tierra asesinada,
partí,
y en mi sangre levanté mis jaimas.

A mi nombre le ordeno
que reúna mis cuadernos
y los saque de la casa de Ismael.
Si Ismael fuera campo
vertería mis nubes sobre él,
si fuera huracán, yo sería
espacio para su polvo,
y me haría su confidente.

(Ismael flota.
Desierto:
Desierto de libros que mueren
collar de arena
y encima una luna enarbola su espada
cuyo hilo es la caravana.
y pasa arrastrando sus camellas)
Es inútil que busques
a tu amigo:
ha muerto.
La casa que le ha acogido
ha muerto.
Excava un camino
para encontrarlo
en lo que te queda:
tu corazón.
Pero ¿crees que
el corazón permanece?
Y yo, desterrado de todas las tribus,
acecho a la chispa-guía
con los cometas aún soñolientos
en la seda de las tinieblas.
He visto mi rostro,
lunar de belleza en su luz,
he visto mi muerte,
pájaro en el hombro de las tinieblas,
y he visto a la arena
improvisar las palabras.

Camina errante,
pensamientos cual peces podridos,
ciudad de lenguas
cortadas y pisoteadas.

Camina errante
y pregunta a las raíces
cómo el cuerpo del lugar
se viste con sus fieras.

Pregunta al cuervo del alfabeto:
el cuerpo de Ismael
(Ismael
es el mapa del tiempo).

Camina errante.
Aquí abre un cráneo
y allí abre una idea.

Verás una imagen desconocida
de tu rostro,
verás tu ropa sobre un cuerpo
que no es el tuyo.

Tal vez seas la presa
de colmillos que salmodian
en la lengua de los ángeles
y toman forma de cielo.

Camina errante,
verás cómo el libro
torna a los cerdos antílopes.
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(Beirut, julio-octubre de 1983).

Adonis nació en Qasabín, Siria, en 1930. En 1956 fundó en Beirut la revista Poesía. Desde entonces publicó los libros: Primeros poemas (1957); Hojas en el viento (1958); Canciones de Mihyar el de Damasco (1961); Libro de las huidas y las mudanzas por el clima del día y de la noche (1965); Epitafio para Nueva York (1971); El tiempo de la poesía (1972); Singulares (1975); Las resonancias, los orígenes (1989); Homenajes (1988); La palabra de los orígenes (1989); El tiempo, las ciudades (1990); y Crónica de las ramas (1991). En 1997, en el legendario Festival Struga Poetry Evenings de Macedonia, le fue otorgada la Corona de Oro, en homenaje a su vida y su obra. Adonis es también un gran pensador y ensayista y es considerado uno de los más grandes poetas vivos en lengua árabe.