domingo, 20 de diciembre de 2009

«Yolleo» -un poema de Oliverio Girondo



Yolleo

Eh vos
tatacombo
soy yo

no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé -----y tanto
desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre yollando y yoyollando siempre
por qué
si sos
por qué dí

eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
----------y hasta cuándo





Para escuchar este poema, pulsa aquí.

viernes, 4 de diciembre de 2009

«Ismail» (fragmentos) -un poema de Adonis



ISMAEL (fragmentos)

Vestido en mi sangre, camino:
las cenizas me llevan y me guían las ruinas.
Hombres, olas que rompen, diluvio de
lenguas: a cada frase un rey
y cada boca es una tribu.
Solo, camina
delante de su tiempo,
camina.

Y yo, desterrado de todas las tribus,
abrazado por las heridas,
abrazando a la tierra asesinada,
partí,
y en mi sangre levanté mis jaimas.

A mi nombre le ordeno
que reúna mis cuadernos
y los saque de la casa de Ismael.
Si Ismael fuera campo
vertería mis nubes sobre él,
si fuera huracán, yo sería
espacio para su polvo,
y me haría su confidente.

(Ismael flota.
Desierto:
Desierto de libros que mueren
collar de arena
y encima una luna enarbola su espada
cuyo hilo es la caravana.
y pasa arrastrando sus camellas)
Es inútil que busques
a tu amigo:
ha muerto.
La casa que le ha acogido
ha muerto.
Excava un camino
para encontrarlo
en lo que te queda:
tu corazón.
Pero ¿crees que
el corazón permanece?
Y yo, desterrado de todas las tribus,
acecho a la chispa-guía
con los cometas aún soñolientos
en la seda de las tinieblas.
He visto mi rostro,
lunar de belleza en su luz,
he visto mi muerte,
pájaro en el hombro de las tinieblas,
y he visto a la arena
improvisar las palabras.

Camina errante,
pensamientos cual peces podridos,
ciudad de lenguas
cortadas y pisoteadas.

Camina errante
y pregunta a las raíces
cómo el cuerpo del lugar
se viste con sus fieras.

Pregunta al cuervo del alfabeto:
el cuerpo de Ismael
(Ismael
es el mapa del tiempo).

Camina errante.
Aquí abre un cráneo
y allí abre una idea.

Verás una imagen desconocida
de tu rostro,
verás tu ropa sobre un cuerpo
que no es el tuyo.

Tal vez seas la presa
de colmillos que salmodian
en la lengua de los ángeles
y toman forma de cielo.

Camina errante,
verás cómo el libro
torna a los cerdos antílopes.
--------------------------------
(Beirut, julio-octubre de 1983).

Adonis nació en Qasabín, Siria, en 1930. En 1956 fundó en Beirut la revista Poesía. Desde entonces publicó los libros: Primeros poemas (1957); Hojas en el viento (1958); Canciones de Mihyar el de Damasco (1961); Libro de las huidas y las mudanzas por el clima del día y de la noche (1965); Epitafio para Nueva York (1971); El tiempo de la poesía (1972); Singulares (1975); Las resonancias, los orígenes (1989); Homenajes (1988); La palabra de los orígenes (1989); El tiempo, las ciudades (1990); y Crónica de las ramas (1991). En 1997, en el legendario Festival Struga Poetry Evenings de Macedonia, le fue otorgada la Corona de Oro, en homenaje a su vida y su obra. Adonis es también un gran pensador y ensayista y es considerado uno de los más grandes poetas vivos en lengua árabe.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Dos relatos de Felisberto Hernández

«Reflejo»

Una noche me atacó un terror que casi me lleva a la locura. Me había levantado para ver si me quedaba algo más en el ropero; no había encendido la luz eléctrica y vi mi cara y mis ojos en el espejo, con mi propia luz. Me desvanecí. Y cuando me desperté tenía la cabeza debajo de la cama y veía los fierros como si estuviera debajo de un puente. Me juré no mirar nunca más aquella cara mía y aquellos ojos de otro mundo. Eran de un color amarillo verdoso que brillaba como el triunfo de una enfermedad desconocida; los ojos eran grandes redondeles, y la cara estaba dividida en pedazos que nadie podría juntar ni comprender. Me quedé despierto hasta que subió el ruido de los huesos serruchados y cortados con el hacha.

---
---

«Caballo humano»

Hace algunos veranos empecé a tener la idea de que yo había sido un caballo. Al llegar la noche ese pensamiento venía a mí como a un galpón de mi casa. Apenas yo acostaba mi cuerpo de hombre, ya empezaba a andar mi recuerdo de caballo.

En una de las noches yo andaba por un camino de tierra y pisaba las manchas que hacían las sombras de los árboles. De un lado me seguía la luna; en el lado opuesto se arrastraba mi sombra; ella, al mismo tiempo que subía y bajaba los terrones iba tapando las huellas.
En mi dirección contraria venían llegando, con gran esfuerzo, los árboles, y mi sombra se estrechaba con la de ellos.

Yo iba arropado en mi carne cansada y me dolían las articulaciones próximas a los cascos. A veces olvidaba la combinación de mis manos con mis patas traseras, daba un traspié y estaba a punto de caerme.

De pronto sentía olor a agua; pero era un agua pútrida que había en una laguna cercana. Mis ojos eran también como lagunas y en sus superficies lacrimosas e inclinadas se reflejaban simultáneamente cosas grandes y chicas, próximas y lejanas.

Felisberto Hernández


Cortázar asomándose al mundo subterráneo de Felisberto Hernández


Las cosas de Felisberto Hernández

Fue el azar quien trajo, en su desnudez desprevenida, Narraciones incompletas. Era la historia olvidada de las cosas –historia de lo no-historiado, de aquello condenado al resto insignificante: un cigarrillo distinto que nos mira desde el fondo de la caja que lo contiene, hombrecitos colgados en un planeta, en el que vuelven a conocerse a sí mismos olvidándose un instante del centro ilusorio del yo. Vociferando en los murmullos de las cosas, nos creamos en comparaciones con seres inmóviles, animados en un tejido universal sin distinción originaria, en un regreso a las cosas que es retorno a lo humano sin la aureola altiva que lo recubre, despojados ya de las vanas pretensiones de soberanía, refutando la dicotomía entre lo alto y lo bajo, lo serio y lo cómico, lo sublime y lo terrenal, lo viviente y lo inerte.
---
Animizar lo inmóvil, volver a desnudar el núcleo íntimo de lo esencial arrojado de su envoltura eterna... Acuden entonces los secretos que se murmuran en la noche de una habitación, la identidad de un mobiliario ajado con la señorita encerrada en la rigidez de sus formas y la ternura subrepticia de sus manos, la fantasía pueril de quien procura sorprenderla en su soledad, en sus asfixias o sus recovecos. Entonces ahí no se trata de sencillismo o surrealismo en primer orden, sino de la confusión del yo en el flujo de las cosas sin historia que las atestigüe, asesinando el reinado de los amos, restituyendo el enigma del mundo, la vuelta a la intimidad del claroscuro inadvertido de lo cotidiano, ojos extrañados, balbuceo que forma lo inquietante, que hacen estremecer los ríos que dan sentido allí donde se alza la condena metafísica o la eterna indignidad filosófica.

Esas narraciones incompletas –que no es más que reconocimiento de la escritura como intersticio- vienen a mí como una tempestad, una estocada, perseverando entre lo sublime y lo trivial de una vida que se puebla de misterios pequeños, esperancitas dulces, hombrecitos de tentativas ínfimas y valiosas.
---
Personificar las cosas es la donación de un acto amoroso, sin correlato en la cosificación de lo humano: sólo sensibilidad que desborda el marco de una página, la trepidación de los fantasmas, faldas tímidas de unas sillas de salón acartonado, diálogo mudo de ventanas, muñecas que habitan las tristezas o el vacío, conciertos en los que las manos no saben qué hacer con sus ansiedades, sobrenombres incomprendidos que rozan las evidencias más desapercibidas, multitud sin «mensaje», narrando su pasaje y sus olvidos -el extravío de la aventura humana.

Las páginas transpiran amor. Descentrándonos, reconocemos la secreta melodía de los otros, de lo otro mismo, único, irreductible al no-yo. Ahí están las pasiones bailando -nace el nosotros con abrazos imprevistos. El alma de los objetos se inventa en ese abrazo, a medida que trazan vinculaciones con los que somos. Los objetos entonces tienen colmillos, patas, caricias, ramas y besos; son seres tímidos, reservados, alegres, suspicaces. No el mundo humano cosificado sino las cosas humanizadas, que cobran vida en las emociones que les conferimos. Lo inanimado carga lo humano y hasta los balcones se suicidan. Unas cuerdas de piano se quejan de las manos extrañas, los cubiertos laten, las lámparas brillan con nuestras luces y nuestras manitos torpes otra vez quitan dignidad a las inquietantes figuras que habitan los hogares.
---
En vez de un apego a los objetos al modo de un avaro, la generosidad de esa escritura no pretende acumular ni siquiera imágenes: ellas se superponen, se relevan, se suplen en el fragmento sin objeto o sujeto supremo. Somos en esas cosas que nos acompañan y preservarlas es evitar la pérdida de uno mismo, sumergido en pantanos. No es ésto y lo otro; lo otro es ésto indefinible que remite a la extrañeza humana, la inquietud de las cosas que se estiran para abrazarnos o asfixiarnos. Lo humano, sin privilegio, se realza. Un piano con colmillos muerde el tiempo –canta una melodía que enciende vidrieras apagadas, hace bailar Las Hortensias, entrelaza las temporalidades sin aviso, regresa a la infancia aquí mismo, cuando frente a un público ávido hasta los recuerdos vociferan, mientras las cortinas se mueven contentas de caricias llenas.

Arturo Borra


Bibliografía completa de Felisberto Hernández

martes, 10 de noviembre de 2009

«De parte de las cosas» (fragmentos) –Francis Ponge

“Los poetas son los embajadores del mundo mudo”.

“Creo que el escritor debe escribir contra todo lo que se ha escrito antes de él”.

Francis Ponge

A pesar de las resonancias objetivistas y realistas que suelen atribuírsele a este texto de Ponge, su escritura más bien nos incita a reinventar la mirada, entregarnos al impulso íntimo de las cosas, al mundo mudo del que somos parte. En una época que celebra el solipcismo radical, que convierte al sujeto en soberano y se desentiende de la materialidad sangrante de las cosas, el retorno a ese mundo no es llamado a desconocer las palabras, sino a resituarlas en su vínculo conflictivo con algo que las rebasa.


Reformulando la célebre frase de Husserl, el lenguaje es siempre lenguaje de algo. No porque no necesitemos seguir reflexionando, sino porque necesitamos asimismo el movimiento que nos lleva más allá de nosotros mismos, para reencontrar la experiencia de lo que se resiste, para no dejarnos vencer por los esquematismos, para recuperar la libertad de percibir desde otro horizonte las mismas cosas (quizás). No por azar Ponge declaraba que su trabajo "...es una continua rectificación en favor del objeto en bruto». No porque alguna vez pudiéramos acceder despojados de nuestro horizonte de prejuicios y tradiciones interpretativas, sino porque en su tensión irreductible tal vez alguna vez podamos ponerlo en crisis.


Puede que esa crisis sea la condición para abrirnos al dolor del mundo, luchar contra la voluntad de dominio sobre las cosas, reconstruir la promesa de una coexistencia sin vasallajes, dando una voz al mundo mudo.

A.B.

Si alguna vez los objetos pierden para ustedes su gusto, observen entonces, con un partido ya tomado, las insidiosas modificaciones suscitadas en sus superficies por los sensacionales aconteceres de la luz y del viento, según la fuga de las nubes, según se apague o se encienda tal o cual grupo de lámparas del día, esos continuos estremecimientos de sus capas, esas vibraciones, esos vahos, esos hálitos, esos juegos de soplos, de pedos leves.
La presencia de los objetos, su evidencia concreta, su espesor, sus tres dimensiones, su lado palpable, indudable, su existencia de la que estoy más seguro que de la mía, todo eso es mi única razón de ser, mi pretexto propiamente dicho; y la variedad de las cosas es en realidad lo que me construye.

(…)

Francis Ponge y Jaques Derrida

Su infierno es de otra índole

La fauna se mueve, mientras que la flora se despliega a la vista.
Toda una especie de seres animados está directamente asumida por el suelo.
Tienen en el mundo su puesto asegurado, así como deben a la antigüedad su decoración.
Diferentes en esto a sus hermanos vagabundos, no son sobreañadidos al mundo, importunos al suelo. No vagan en busca de un lugar para morir, aunque sus restos, como los de los otros, sean absorbidos por la tierra cuidadosamente.
No hay ninguna preocupación alimenticia o domiciliaria en ellos, ningún entre-devorarse: no hay terrores ni carreras dementes, ni crueldades ni quejas ni gritos ni palabras. No son los cuerpos segundos de la agitación, de la fiebre y del crimen.
Desde su aparición a la luz, tienen casa propia en la calle o en el camino. Sin preocupación alguna por los vecinos, no entran los unos en los otros por la vía de la absorción. No salen los unos de los otros por gestación.
Mueren por desecación y caída al suelo o, más bien, por hundimiento sobre su mismo lugar; raras veces por corrupción.
Su infierno es de otra índole.
No tienen voz. Son, poco más o menos, paralíticos. No pueden llamar la atención sino por sus poses. No dan la impresión de conocer los dolores de la no-justificación. Pero no podrían, de ningún modo, escapar de esta obsesión por la fuga, o creer escapar de ella, con la embriaguez de la velocidad. No hay más movimiento en ellos que la extensión. Ningún gesto, ningún pensamiento, tal vez ningún deseo, ninguna intención poseen que no culmine en un monstruoso acrecentamiento de su cuerpo, en una irremediable excrecencia.
En la primavera, cuando, cansados de contenerse y no soportándolo más, dejan escapar una oleada, un vómito de verde, y creen entonar un cántico variado, salir de sí mismos, extenderse a toda la naturaleza, abrazarla, no logran todavía más que, por millares de ejemplares, la misma nota, la misma palabra, la misma hoja.
No se puede salir del árbol por los medios del árbol.

(…)

La superficie del pan es maravillosa en principio a causa de esa impresión casi panorámica que ofrece: como si tuviéramos a disposición de la mano Los Alpes, el Tauro o la Cordillera de los Andes.

De esta manera, entonces, una masa amorfa eructando fue deslizada para nosotros en el horno estelar, donde, endureciéndose, se plasmó en valles, crestas, ondulaciones, grietas…Y desde entonces todos estos planos claramente articulados, todas estas losas delgadas donde la luz con aplicación tiende sus fuegos –sin un vistazo a la blandura innoble subyacente.

Ese frío y descuidado subsuelo que llamamos miga tiene un tejido similar al de las esponjas; ahí, hojas y flores son como hermanas siamesas unidas por todos los codos a la vez. Cuando el pan se seca, sus flores se marchitan y se encogen: se separan las unas de las otras, y la masa se puede desmenuzar.

Pero cortémosla acá: porque el pan en nuestra boca debe ser menos objeto de respeto que de consumo.

F.P.

Dos libros de Francis Ponge (on-line)

La rabia de la expresión

El silencio de las cosas


«Taller para poemas inexplicables»

Nada más banal que lo que me ocurre, ni más simple que la solución del problema que se me plantea.
Mi pequeño libro: De parte de las cosas, que apareció hace casi seis años, dio lugar desde entonces a un determinado número de artículos críticos – en general bastante favorables – que hicieron conocer mi nombre en algunos círculos incluso más allá de las fronteras de Francia.
Aun cuando los textos muy breves de los que se compone ese ínfimo conjunto no contienen explícitamente ninguna tesis filosófica, moral, estética, política o de otro tipo, la mayoría de los comentaristas brindaron interpretaciones derivadas de esas diversas disciplinas.
(...)

Sidi-Madani, sábado 10 de enero de 1948.


“Dirigiéndome a los poetas, dice Sócrates, examiné las obras suyas que me parecieron mejor trabajadas, y les pregunté lo que querían decir, y cuál era su objeto, para que me sirvieran de instrucción. Pudor tengo, atenienses, en deciros la verdad; pero no hay remedio, es preciso decirla. No hubo uno de todos los que estaban presentes, incluidos los mismos autores, que supiese hablar ni dar razón de sus poemas. Conocí desde luego que no es la sabiduría la que guía a los poetas, sino ciertos movimientos de la naturaleza y un entusiasmo semejante al de los profetas y adivinos; que todos dicen muy buenas cosas, sin comprender nada de lo que dicen. Los poetas me parecieron estar en este caso; y al mismo tiempo me convencí que a título de poetas se creían los más sabios en todas las materias, si bien nada entendían. Los dejé, pues, persuadido de que era yo superior a ellos…
…En fin, fui en busca de los artistas. Estaba bien convencido de que yo nada entendía de su profesión, que los encontraría muy capaces de hacer muy buenas cosas, y en esto no podía engañarme. Sabían cosas que yo ignoraba, y en esto eran ellos más sabios que yo. Pero, atenienses, los más entendidos entre ellos me parecieron incurrir en el mismo defecto que los poetas, porque no hallé uno que, a título de ser buen artista, no se creyese muy capaz y muy instruido en las más grandes cosas; y esta extravagancia quitaba todo el mérito a su habilidad. Me pregunté, pues, a mí mismo… si querría más ser tal como soy sin la habilidad de estas gentes, e igualmente sin su ignorancia, o bien tener una y la otra y ser como ellos, y me respondí a mí mismo… que era mejor para mí ser como soy.” (...)
¿Qué extraemos de lo precedente, si no (con el debido respeto) cierta estupidez de Sócrates? ¿Qué idea es esa de preguntarle a un poeta lo que quiso decir? ¿No es acaso evidente que si él es el único que no puede explicarlo es porque no puede decirlo de otra manera que como lo ha dicho (y que si no, lo habría dicho de un modo diferente)?
Y de allí deduzco también la certidumbre de la inferioridad de Sócrates con respecto a los poetas y a los artistas – y no su superioridad.
Porque si Sócrates en efecto es sabio en la medida en que conoce su ignorancia y solamente sabe que no sabe nada, y en efecto Sócrates no sabe nada (salvo esto), el poeta y el artista saben en cambio por lo menos lo que han expresado en sus obras mejor trabajadas.
Lo saben mejor que aquellos que lo pueden explicar (o pretenden hacerlo), porque lo saben en sus propios términos. Por otra parte, todo el mundo lo aprende en esos términos y lo retiene fácilmente en la memoria.
En seguida obtendremos de esto varias consecuencias (o ideas consecutivas). Pero tenemos que confesar primero que en efecto los poetas y los artistas abandonan muy a menudo su felicidad y su sabiduría, creen poder explicar sus poemas y creen también que su habilidad en esa técnica los hace aptos para intervenir en otras clases de problemas, lo que de ningún modo sucede fatalmente.
Que no se espere de mí semejante presunción. Cualquiera es más capaz que yo para explicar mis poemas. Y evidentemente soy el único que no puede hacerlo.
¿Pero acaso el hecho de que un poema no pueda ser explicado por su autor, antes que una vergüenza para el poema y su autor, no contribuye por el contrario a su gloria?
Y por cierto que tal vez lo único que sería una vergüenza para mí es que otro diga mejor que yo lo que quise decir y me persuada por ejemplo de un defecto (de una carencia) o por el contrario de una redundancia, que hubiese podido evitar. Por mi parte, corregiría de inmediato ese error, ya que la perfección del poema ciertamente me importa más que cualquier sentimiento de mi propia infalibilidad.
Pero finalmente, ¿acaso podría decirse que un poema que no puede ser explicado de ninguna manera es por definición un poema perfecto?
No. Hacen falta además otras cualidades, y quizá solamente una cualidad. Tal vez Sócrates no era tan estúpido como nos parecía al principio. ¿No tuvo acaso de alguna manera la idea de pedir que le explicaran un poema que llevara su evidencia consigo…? (Pero, ¿se lo llamaría todavía poema?…)


Sidi-Madani, sábado 31 de enero de 1948.

PLAN. - Poemas, que no se explican (Sócrates).
Superioridad de los poetas sobre los filósofos:
a) (no sé muy bien si tengo razón en emplear la palabra poeta),
b) (superioridad en tanto que no se creen superiores en nada más que en su poesía).
Sobre la evidencia poética. Evidentemente, debe ponerse en tela de juicio. Ése es el riesgo. Conocimiento poético (poesía y verdad).
De lo particular a lo común.
(Inclusión del humor: grandes juegos de palabras.)
Dos cosas llevan a la verdad:
la acción (la ciencia, el método), la poesía (a la mierda esa palabra);
¿la calificación?
- la constatación de relaciones de expresión.
Si defino a una mariposa como pétalo superfetatorio, ¿qué es más verdadero?
Poemas, que no se explican:
1º Poemas-poemas: porque no son lógicos. Objetos.
2º Poemas-fórmulas: más claros, impactantes, decisivos que cualquier explicación.
Superioridad de los poetas sobre los filósofos:
saben lo que expresan en sus propios términos.
De lo particular a lo común:
lo particular en el mundo exterior;
una retórica por objeto;
todo lenguaje tiende siempre al proverbio.

Sidi-Madani, martes 3 de febrero de 1948, de noche (1).

viernes, 30 de octubre de 2009

«La vida del río» y «Cuerpo (1)»- María Auxiliadora Álvarez



la vida del río

Ha sido tan inútil mirar
como quien cuida un río

tiene el río su vida propia

y tiene sed el agua
y no puede beber

y tiene sueño el agua
y no puede dormir

ha sido tan inútil mirar
hasta ver el río crecido

y tiene tristeza el agua
y no puede llorar
porque tiene el agua ocupada

y los ojos dando vueltas sobre sí
transcurriendo
trabajosamente
de ojo a lluvia

entre su fragor
y sus piedras
----
***----
----- - ---------------------------*
------ --------------------------*--*

Cuerpo (1)

A Nayla Chehade

Auscultando la respiración o tomando el pulso a un
enfermo,
aplicando el oído, ante los campos de concentración de esos
cuerpos racionados de la miseria,
a las palpitaciones de pies, de troncos y de sexos
del inmenso y reprimido campo de acción
de ciertos microbios terribles
que son
otros tantos cuerpos humanos.


Antonin Artaud, El teatro de la crueldad.


1

hubiera podido reunido
el dinero doctora
vaca amarga castrada que me agrede
para tener mejor asistencia
su ojo más detenido
si el embarazo durara varios años
a medida que me hubiera ido inflamando
cada arcada
cada pelo que cayese
cada estría
lo hubiera ido guardando
recordando
su baba

bata blanca sanguinaria
porque yo trabajo mucho
vaca baba bata blanca corrosiva que me agrede
lo hubiera ido reuniendo
desde niña
de haber tenido alguna pequeña inflamación
que lo indicara
a medida que usted fuera estudiando
yo lo estuviera contando

abajo
al centro de mis cuclillas
donde ahora usted lo busca
su baba blanca castrada
no se le hubiera ensuciado
con mis fragmentos acuosos
hijo carnicero órgano semental
hubiera podido reunido
el dinero doctora
porque yo trabajo mucho
baba amarga vaca blanca






Las nadas y las noches es un minucioso recorrido por los once libros de la escritora venezolana María Auxiliadora Álvarez: desde Cuerpo (1985) al todavía inédito Las regiones del frío (2008). Casi treinta años de exigente creación poética de una de las grandes poetas contemporáneas de nuestra lengua.

Siempre en tránsito, cifrando y descifrando, interrogando y respondiendo, María Auxiliadora Alvarez ha sido capaz de darle intimidad al pensar del poema, desde esa ética rigurosa de decir sólo lo suficiente. Poesía de la reconciliación, del estremecimiento de reconocer la gracia y el horror del mundo varias veces dividido entre fronteras y distancias, esta amplia muestra de su obra es, según Julio Ortega, la expresión de su fe en un presente compartido, en un peregrinaje acompañado.

María Auxiliadora Álvarez (Caracas, 1956)

Estudió Letras Hispánicas en Estados Unidos y Artes Plásticas en Colombia y Venezuela. Ha dado clases en Miami University (Ohio), University of Illinois y UNAM (México). Ha hecho crítica literaria y cultural, y ha expuesto en diferentes ocasiones su trabajo plástico. Es miembro del Consejo de Latin American Studies Association (Sección Venezuela).
---
Ha publicado los siguientes libros de poemas: Cuerpo (1985), Ca(z)a (1990), Inmóvil (1996), Pompeya (2003), El eterno aprendiz y Resplandor (2006). Continúan todavía inéditos: Sentido aroma (1994), Pájaro que vuelves (1994), Páramo solo (1999), Tránsito de ruinas (2005), Un día más de lo invisible (2005) y Paréntesis del estupor (2009).

Entre otros reconocimientos, ha recibido el Premio de Poesía del Consejo Municipal de Cali (Colombia, 1974), el Premio Fundarte de Poesía (Caracas, 1990), y el Internacional Award María Pia Gratton (USA, 1999).

Ha traducido a los poetas portugueses António Ramos Rosa, Eugénio de Andrade, António Osório, Herberto Helder, y a la poeta norteamericana Elaine Fowler Palencia.

Comentario extraído de aquí

domingo, 25 de octubre de 2009

domingo, 18 de octubre de 2009

«Presente lejanía» -prosa poética de Leonardo Torres



----------Buscas aquí lo que allí tenías.
----------No el pronombre, la persona,
su andar fino, sus brazos frescos y cada requiebro susurrado tras las puertas, las mismas que fuiste cerrando una a una porque sabías que con ellas abrías la esperanza hasta no encontrar ya sus brazos ni la perfección en el secreto de sus besos y perdiste la irresuelta condición de las caricias…
----------No buscas el nombre de las frutas
----------sino el sabor todavía sazonado por el sol, la pulpa en flor deshaciéndose en tu boca desde la infancia, bajo la silueta de los árboles con sus cosechas coloridas y sus panales suspendidos desafiando al viento, y la sombra de quien los sembró años atrás, acurrucado…
----------Eso buscas.
----------No el recuerdo que dejaste ya de compartir porque los otros lo mezclaron al olvido,
----------sino el barullo que hacen las preguntas en las calles, la incertidumbre de quien busca un lugar para el amor y no lo encuentra y tiene hambre porque hace tiempo no sabe a dónde ir y nadie le explicó lo que debía hacer en caso de tormenta pero no te importa porque es tu ciudad y sabes dónde acechan sus puntos cardinales y ella te conoce…
----------Es eso lo que buscas.
----------No quieres el relato horizontal de lo ocurrido, sus relojes, los miles de kilómetros desvirtuados y falaces, no,
----------quieres la muchedumbre tensa avanzando hacia la franja prohibida, la estampida en que el instinto animal salva la dignidad del hombre que no tiene más remedio que ponerse de través frente a la inercia del mundo, donde las balanzas nunca alcanzan el equilibrio y quieren ponernos a todos las mismas ojeras, rejas, el mismo minutero…
----------Eso.
----------Y no el desorden catalogado de las ruinas ni la arrogancia de la Historia,
-----------lo que buscas aquí y no encuentras
----------es el barro blando de los hechos, el caballo vadeando la creciente urgido por la desazón femenina de la noche, su jinete que responde con el eco de tu nombre si lo llamas…
----------Es lo que buscas aquí,
----------agobiado por la escogencia de palabras que encubran la verdad y tapen los vacíos y limpien la herida purulenta,
----------agobiado por conocer su dominio en el arte de mentir y el espejismo pero incapaces de borrar el mar y los adioses y los años que viste pasar desde otras costas donde la lluvia remplaza cada día al horizonte que un día fue tu punto de partida…
----------Agobiado por el presente imposible de los verbos,
----------por la vehemencia que cobran en la distancia los colores y la hinchazón del sol que les pone tu memoria a los paisajes en cuyas montañas de verdad, quizás más grandes que el trazo de tu mano, los ríos inocentes son esclavos de la ignominia pero no eres tú el que siembra peces nuevos en sus aguas…
----------Todo lo que buscas aquí y allí tenías:
----------la contemplación vertiginosa de las estaciones al caer la tarde, sin cuartel, sin previsiones,
----------la línea ecuatorial del calendario,
----------la muerte llana de los seres porque el tiempo pasó, porque llegó la hora,
----------o aquella forma de vibrar que llevan en los ojos las mujeres, capaces de desafiar todos los miedos y cruzar las líneas enemigas donde anidan los asesinos… y regresar indemnes con el secreto sangriento de sus cabezas…
----------Todo lo que ayer podías:
----------palpar el silencio de cada cosa sin nombrarla, quitarle el polvo a los objetos sin afectar la pátina que cubre por igual tu historia,
----------ponerle, a ciegas, un norte a los caminos,
----------salir de casa y echar de nuevo los números en la ruleta donde todos los demás apuestan sus quimeras, cruzar los dedos como ellos, mezclar tu voz con sus alientos porque alguien pierde o alguien gana antes de extraviarte en la muchedumbre paciente de las aceras, tan ignorante como otros de lo que se dijo en los garitos, a solas con tu propio rango…
----------Decir nosotros, no allí;
----------aquí, no ellos.
----------Todo lo que buscas aquí y allí y ayer tuviste
----------cuando acariciabas la piel que sostenía en vilo tu destino.

Leonardo Torres, Agosto de 2009.


viernes, 9 de octubre de 2009

Tres poemas inéditos- Esther Ramón




*
Fue enterrándolo,
transplantando
al jardín interior,
una a una,
sus hojas desprendidas.
La savia manaba vertical
en el desnudo,
y el borrado era un lienzo
de hilo, de tacto suavísimo
y color amalgamado.
Fue escarbando sin rabia
en la tierra humedecida,
introduciendo sus pies
de niño dormido
en el descanso.
Sentada sobre
el mantillo,
siendo líquido,
vaho, olor
vegetal,
fue en la quietud
el crecimiento,
sin flanco derecho
ni ojo izquierdo,
sin fugas
ni contornos.
---
---



*

Me he bañado
por encima del agua,
con la llama de un sonido
sofocado,
con la caída lenta
y en suspenso
de un objeto pequeño,
de madera,
he sumergido todo el cuerpo
en el reflejo del estanque,
sobrevolando,
en un salto de altura
sin pesos ni medidas,
barcos y faros
en reposo,
he tomado con vértigo
los cabellos del agua,
los he trenzado
sin mojarme,
y abajo seguían
trabajando,
horneando los panes
de ceniza,
he punzado la nube,
desde dentro,
y ahora que los pies
aprenden su alfabeto,
me inunda al caminar
una blanca hemorragia.



---
*
No basta el guepardo
en los dedos,
su carrera macerada
en alcohol en el
reposo,
el cuerpo desbocado,
de torrente,
del agua detenida en este
vaso,
no fluyen los muros
desparejos, las voces
de azulejos desgastados,
las cocinas del mundo
a fuego lento,
una fila de niñas
en sus camas,
corredores que sueñan
con un viento leve
de superficie,
y emiten un silbido
de hervor ralentizado,
hay que inyectarse la cal
de estas paredes,
aquietar lo veloz
para sentarse,
separar los anillos
de tantos dedos
muertos,
encerrarse de nuevo
en el metal de la llave,
escuchar el vuelo bajo
de los techos,
su migración de animal
acorralado que anuncia,
sin pausas de contención
en la llegada,
una nueva estación
de las estepas.
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Esther Ramón nació en Madrid en 1970. Ha escrito artículos de estética y crítica literaria para diversas publicaciones como Cuadernos Hispanoamericanos, Revista de Libros, Archipiélago, El Crítico, Hablar falar de poesía, Leer el Magazine Literario y Ubicarte. Durante los últimos seis años ha dirigido un taller de escritura poética de diseño propio -conectando la poesía con otras artes, como pintura o música-, que en la actualidad desarrolla en el marco de los cursos de escritura Fuentetaja. Ha publicado Tundra (Igitur, 2003); Casetas (Zambucho, 2005); “Geografía del frío”, introducción al libro Poemas encadenados de Pedro Casariego Córdoba (Seix Barral, 2003); e “Inundados: La “palabra-hueso” en la poesía de Rosa Lentini”, en Di yo. Di tiempo. Poetas españolas contemporáneas (Devenir, 2006). También ha publicado Reses (Trea, 2008) y está en preparación Grisú, además de los poemarios inéditos Caza con hurones, Pájaro frío y Morada.



Dos ensayos sugeridos:

Tejer el grito: una teoría del conocimiento, Esther Ramón.
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Poesía y pensamiento, Chantal Maillard.
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martes, 29 de septiembre de 2009

Fragmentos de «Husos. Notas al margen» - Chantal Maillard

“Observarme en la pena, en el dolor, y construir o, simplemente, sobrevivir. Sin esa escritura, sin ese decirme desde la distancia que la escritura procura, no habría sobrevivido a tanta pérdida”.

"El mí: husos. Un haz de husos tensos".
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“Se deslizan tus ojos por los caracteres impresos. Hay cierto placer en esa redundancia de lo escrito. Paradójico placer, cuando lo escrito, en vez de consolidar la superficie, la horada”.

Ch.Maillard

Sobrevivir. A plazos. Plazos cortos. Plazos para sobrevivir. Vivir sobre.

Abajo, la aterradora, ineludible condición. Vivir a condición de sobrevivir. Condicionada al sobre. Dentro, nada. Dentro, llora. Infinitamente.

En superficie, entonces, deslizarse. O ni siquiera eso: morar en el plazo. Morar. Demorarse. A pequeñas sacudidas, des-plazarse. De plazo en plazo. Levemente. Tercamente. Para sobrevivir.

***

Granos de arena. Arena que se filtra en mis fronteras. Cayendo, verticalmente, en el dentro. Arena permeable, frontera móvil. Y en el límite forma dunas, promontorios que me alzan, me invitan a acudir a lo otro. Invitación a ser, desde el dolor aún, en lo otro.

Y el desierto ocurre en mí, salvando al mí, como salvan las fronteras los granos de arena. Apenas. Aún apenas. Sin persistencia. Como quien abre escotillas para el náufrago.

***

En superficie. Hablar en superficie. Vivir en dos niveles pero sobrevivir en superficie. Incluso del otro nivel, el abajo, incluso del abajo hablar arriba, en superficie.

Abajo. Abajo, llora.

Y el grito, abajo. La punzada al descender, cada vez que se desciende. Igual, siempre, el antes presente, antes en el ahora. Ahora es siempre. Siempre antes. Ahora es siempre antes. Ahí abajo. Y la punzada adentra, empuja en el adentro.

(...)


Pues a cada uno, lo que le importa, verdaderamente, es abajo. El adentro donde llora, en cualquier latitud.


Soledad de los muchos que soy bajo el uno que soy ene el concepto de lo que soy, de lo que me soy frente a la soledad de los muchos que son cada uno de los otros creyéndose uno bajo todos los conceptos.

***

En el dentro, sangra. La herida se abre y sangra con el pulso. El grito la abre. O se abre y es el grito. El grito es. Largo, inacabable. Yo lo habito. Habito el grito. Y lo escribo para dejar de oírlo. o para oírlo menos, atemperado en la redundancia del decir, demorado en su representación. Entonces las membranas se debilitan y remonto en superficie, por un tiempo. Y lo ocupo. Ocupo el tiempo, ocupo la nada haciendo tiempo para seguir viviendo. Para sobrevivir.

***

La superficie no resiste. Huyo hacia delante llevando el dolor cosido a los talones. Ninguna acequia en la que ahogarlo, ninguna huella en la que perderlo. Decido enfrentarlo como se enfrenta al cielo el desierto: a descubierto.

Habré de perderme a mí ya que en el mí se aloja todo dolor. Digo dolor para nombrarlo, exorcizarlo, y en el nombre me digo, para exorcizar el mí. Escribo el mí para que resbale hacia la página, pero se me pega a los dedos y no acierto, no acierto a diluir en la tinta el llanto. A sacudidas me digo, a sacudidas, la letra, y luego...

Contra lo irremediable me alzo, alzo el grito, contra lo irremediable. Vago por el mundo dejando un rastro de gritos. Cada saludo, un grito; cada sonrisa, un grito. Mi sonrisa oculta el primer grito del mundo, el único, el mismo, aquel que brota en el final, cuando ya nada importa. Intrusa de mi mundo y del ajeno, no hallo lugar para el descanso. La fe de los comienzos, no; el perdón, no. Sólo el balbuceo. La salvación, no. Sólo el balbuceo. Después del grito, el balbuceo. Asolada, el balbuceo.

(...)


Toda revelación ha de merecerse. Merecer: no se trata de merced concedida ni tampoco de gracia divina. Merecer es haber hecho hueco.

El sufrimiento abre hueco. El sufrimiento es la voluntad del mí (voluntad-deseo) anegada. Por eso hace hueco. Libera el espacio donde la revelación adviene. Donde puede advenir, siempre. Siempre que haya desocupación. Abajo.

He comprendido el milagro. Vuelvo a la superficie. Ningún dios me ampara.

***

En superficie. Para sobrevivir. Para seguir viviendo sobre. Aún.

Porque abajo no. Y en el dentro no hay. Abajo es el dolor. Aún.

Abajo no llora. El llanto es el límite entre arriba y abajo. Abajo, atónito, dice lágrima y no entiende. Es más. Más que lágrima. Llanto detenido. Por la caída. Oblicua.

Y aún el rito. El rito de la mano que a tientas describe. se describe, en el círculo. Que vuelve a decirse, se dice en el mí y se conmueve, en el decir se conmueve, hacia el trazo, en el trazo.

Y al trazar conduce al mí más abajo del abajo, en el dentro

donde a veces de detiene

todo

[...]

Descargada. No de un peso, no, de fuerza, de poder. Sin poder. No puedo. Desposeída de fuerza, no puedo poder. Deshabitada: sin hábito del dentro.

Necesidad de templo. Des-templada. Fiebre de ausencia en los dedos que crujen, rígidos. Ausencia en los huesos. Me florecen angustias en los dedos.

Entono un canto. Ocho notas. Entro en el tono de la angustia. Caverna, resonancia devuelta a su nota. Asolada reflexión de la materia en su germen. Sin cauce. No llega. No hay llegar. El mí quiere salirse. No, yo quiero salir del mí. Pero el cansancio. Me re-pliego. Repliegue en el mí. El menor esfuerzo: el pliegue ya trazado.

Sin embargo la fuerza, la fuerza del dentro. La que se agita y mengua, concentrada en sí misma, caverna del sí mismo que se ahoga en su esfuerzo por ser algo más que una y misma.

Despoblada. Enferma de des-población. Deshabitada del pueblo que fuimos, al unísono, sonido unificado, fuerza de los muchos. Desasida, desasistida de pueblo. Despoblada.

Husos. Notas al margen, Chantal Maillard


“Trazas de luz sobre la piel. Superficie estriada. No surcos, no hendiduras, no heridas, sino trazas, vías, accesos para el acontecer.
El caracol es uno, también, con su concha; crece con ella, al mismo tiempo, al mismo ritmo. La construye al tiempo que se construye a sí mismo. Y se refugia en ella, se refugia en sí mismo en tiempos de sequía, sellando el orificio para preservarse, para preservar la humedad que necesita para seguir viviendo hasta que las condiciones sean adecuadas. (…)
Pero el caracol no se siente importante. No lo es. Él es el otro que respira bajo las hojas de acanto. (…) Esa respiración es el otro, el que dicta, el que exhala. El otro que somos todos bajo las hojas de acanto. El saber no sabido por el mí, sólo adivinado, y en la traza, reconocido. (…)
Recoger al erizo, desvalido e hiriente, en medio de la calzada y dejarle a salvo, en el campo. Luego, buscar alguna umbría y, allí, poner la mano, extenderla, los dedos haciendo puente para los caracoles.
Más pequeño que el erizo, inadvertido, sin pretensiones, el caracol pasa sin defenderse. Transita. En la mano, apenas sentimos una ligera humedad que luego cristaliza”.


Extractos de En la traza. Pequeña zoología poemática, Chantal Maillard



viernes, 18 de septiembre de 2009

Música y poesía (I): Pink Floyd

¿Quién no lleva consigo músicas extemporáneas que lo acompañan desde el pasado, músicas que persisten en su lejanía, al punto de ser inseparables del recuerdo de lo vivido? Por mi parte, tengo mi tiempo Pink Floyd, mi tiempo John Lennon/The Beatles, tiempos Serú Girán, Redondos, Sumo o Divididos; tengo mi tiempo Charly García o Fito Paez, Manu Chao o León Gieco. El "Flaco" Spinetta está también por ahí, como Silvio Rodriguez o Pablo Milanés, en algún rincón de amores apagados. Después, la ráfaga incontable se dispara y aparecen o se superponen otras músicas... Demasiadas melodías para asirlas, pero todas ayudan en el impulso de querer vivir bailando, en la memoria sonora de los siglos, con sus acordes mágicos. Otras melodías resuenan, de Brasil a India, de Inglaterra a Buenos Aires (y Buenos Aires es también el tango de Goyeneche o de Adriana Varela). En cualquier caso, Pink Floyd estuvo omnipresente en mi juventud. Podrían haber sido otras canciones, pero ahí van estas tres que siguen regresando desde otro tiempo.
A.B.






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Deseo que estuvieras aquí
Así que, así que pensaste podías distinguir
el cielo del infierno,
firmamento azul del dolor.
¿Puedes distinguir un campo verde
de un helado riel de acero?
¿Una sonrisa de un velo,
crees que puedes distinguir?

¿Y te hicieron ellos cambiar tus héroes por fantasmas?
¿Cenizas calientes por árboles?
¿Aire caliente por brisa fresca?
¿Comodidad fría por cambio?
¿Y canjeaste una caminata en parte en la guerra
por un papel de guía en una jaula?

Cuánto deseo, cuánto deseo que estuvieras aquí.
Somos simplemente dos almas perdidas,
nadando en una pecera, año tras año.
Corriendo sobre el mismo terreno viejo.
¿Qué hemos encontrado?
Los mismos temores viejos.
Deseo que estuvieras aquí.



Wish you were here
So, so you think you can tell
Heaven from Hell
Blue skies from pain
Can you tell a green field
From a cold steel rail?.
A smile from a veil?
Do you think you can tell?
And did they get tou to trade
Your heros for ghosts?
Hot ashes for trees?
Hot air for a cool breeze?
Cold comfort for change?
And did you exchange
A walk for a part in the war
For a lead role in a cage?

How I wish, How I wish yolu were here
We´re just two lost souls
swimmingin a fish bow!
Year after year.
Running over the
same old ground.
What have we found?
The same old fears.
Wish you were here.





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Tiempo
Viendo pasar los momentos
que componen un día monótono
desperdicias y consumes las horas
de un modo indecoroso.
Vagando de aquí para allá
por alguna parte de tu ciudad
a la espera de que alguien o algo
te muestre el camino.
Cansado de tumbarte bajo el sol y quedarte
en casa mirando la lluvia
eres joven y la vida es larga
y
hoy hay tiempo que matar
y luego te das cuenta un día de
que tienes diez años más tras de ti.
Nadie te dijo cuándo correr,
llegaste tarde al disparo de salida.

Y tú corres y corres para alcanzar al sol,
pero él se está poniendo.
Y girando velozmente para de nuevo
elevarse por detrás de ti.
El sol es el mismo de modo relativo,
pero tú eres más viejo.
Tu respiración es más corta y estás un día
más cerca de la muerte.

Cada año se hace más corto,
nunca pareces encontrar tiempo.
Planes que se quedan en nada o en media página de líneas garabateadas,
esperando en silenciosa desesperación
a la manera inglesa.
El tiempo se ha acabado,
la canción se ha terminado,
pensaba que diría algo más.



Time
Ticking away the moments
that make up a dull day
You fritter and waste the hours
in an offhand way.
Kicking around on a piece
of ground in your home town
Waiting for someone or something
to show you the way.
Tired of lying in the sunshine staying
home to watch the rain.
You are young and life is long and
there is time to kill today.
And then one day you find
ten years have got behind you.
No one told you when to run,
you missed the starting gun.

So you run and you run to catch up with the sun
but it's sinking
Racing around to come
up behind you again.
The sun is the same in a relative way,
but you're older,
Shorter of breath and one day
closer to death.

Every year is getting shorter
never seem to find the time.
Plans that either come to naught or half a page of scribbled lines
Hanging on in quiet desperation
is the English way
The time is gone,
the song is over,
thought I'd something more to say.




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El corte final
A través de las lentes de ojo de pez de
unos ojos bañados en lágrimas
apenas puedo definir la forma
de este momento en el tiempo.
Y lejos de volar alto en cielos claros y azules
estoy descendiendo en espiral al agujero en el suelo donde me escondo.
Si consigues sortear las minas esparcidas en la senda de entrada
y golpeas a los perros y engañas a los fríos ojos electrónicos
y sales ileso de la escopeta que
amenaza en el vestíbulo,
marcas la combinación,
abres el escondrijo secreto
y, si yo estoy dentro, te diré lo que hay
detrás del muro.

Hay un muchacho que tuvo
una gran alucinación
haciendo el amor con chicas de las revistas
Se pregunta si estás durmiendo con tu recién hallada fe
¿podría alguien amarlo?
¿O no es más que un sueño fantasioso?

Y si yo te muestro mi lado oscuro
¿me abrazarás esta noche todavía?
Y si te abro mi corazón
y te enseño mi lado débil
¿qué harías tú?
¿Venderías tu historia a Rolling Stone?
¿Te llevarías a los niños lejos
y me dejarías solo?
¿Y sonreirías tranquilizadoramente
mientras susurras al teléfono?
¿Me mandarías a hacer las maletas?
¿O me llevarías a casa?

Pensé que debía tener
mis sentimientos desnudos,
pensé que debía echar abajo la cortina.
Sostuve la hoja con manos temblorosas
dispuesto a hacerlo, pero justo entonces
el teléfono sonó.
Nunca tuve el nervio suficiente
para hacer el corte final.




The final cut
Through the fish-eyed lens of
tear stained eyes
I can barely define the shape
of this moment in time
And far from flying high in clear blue skies
I'm spiraling down to the hole in the ground where I hide.
If you negotiate the minefield
in the drive
And beat the dogs and cheat the cold electronic eyes
And if you make it past the
shotgun in the hall,
Dial the combination,
open the priesthole
And if I'm in I'll tell you what's
behind the wall.

There's a kid who had
a big hallucination
Making love to girls in magazines.
He wonders if you're sleeping with your new found faith.
Could anybody love him?
Or is it just a crazy dream?

And if I show you my dark side
Will you still hold me tonight?
And if I open my heart to you
And show you my weak side
What would you do?
Would you sell your story to Rolling Stone?
Would you take the children away
And leave me alone?
And smile in reassurance
As you whisper down the phone?
Would you send me packing?
Or would you take me home?

Thought I oughta bare
my naked feelings,
Thought I oughta tear the curtain down.
I held the blade in trembling hands
Prepared to make it but just then
the phone rang
I never had the nerve
to make the final cut.

Otros títulos de la discografía de Pink Floyd






Bonus track: el día en que imaginamos la promesa del derrumbe (antes de los nuevos muros)




Dos canciones de Stalker (en II partes):









Dos canciones de Lola Torres Bañuls (quizás)






Cuatro canciones de Leonardo Torres











Dos canciones de Laura Giordani





Dos canciones de Rubén M. (Un cuerpo extraño)







Una canción de Soledad (Despejar la X)



Dos canciones de Mariel (Pájaro de China)






Dos canciones de Portinari (Vértigo a nivel del mar)

Una canción de Ana (¿Quién teme a Virginia Woolf?)



Dos canciones de Bashevis (En Trobriand no hay besos)


martes, 15 de septiembre de 2009

Presentación de "Corre, corre, niño de arena", de Antonio Martínez

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Viernes 18 de septiembre a las 19,30 h.,
Librería Primado
(Avda. Primado Reig, 102. Valencia)

Presentación del poemario Corre, corre, niño de arena
de Antonio Martínez i Ferrer.
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La presentación estará a cargo de Enrique Falcón y Viktor Gómez
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Más información aquí
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Las voces de trueno
llenan de espanto
las noches del niño de arena.

¿Quién provocará la risa,
si el bazar de los sueños
ha sido saqueado?


A propósito de la poética de Antonio Martínez
Poetizar en las condiciones del presente es una práctica imposible y necesaria a la vez. «Imposible» –en su sentido psicoanalítico- porque implica una brecha insalvable entre la búsqueda estética y aquello que finalmente se encuentra: paisajes de la desolación, extensión de una máquina devastadora que arrasa cotidianamente cientos de miles de vidas, tanto en las formas más visibles de la guerra o el genocidio, como en sus formas menos perceptibles pero no menos reales (...)
«Necesaria», a su vez, en la medida misma en que esa práctica poética se auto-implique en la transformación de las condiciones del presente que la hacen “imposible”. (...) Entre su deseo de cambiar el mundo y el hallazgo decepcionante de no hacerlo se alzará una distancia estructural que, objetivamente, ninguna poética puede suprimir por sí sola. (...)
En términos globales, la poética militante de Antonio Martínez es la continuación de la lucha política por otros medios, sin por ello suprimir la diferencia específica que marca una distancia con respecto a la inmediatez de aquella, por más borrosa que sea la frontera en ciertos pasajes poéticos donde irrumpe la dificultad objetiva de elaborar el horror percibido.

A.B.