domingo, 14 de febrero de 2010

Dos poemas de María Negroni




El espejo del alma



Como el alma que canta por sí misma
en su limpia casa de cristal
Hermann Broch




Tuve que viajar a Nevada para verte. Una gran planicie rodeaba la casa donde me esperabas con una túnica blanca, más alta que de costumbre.
Presentí que la casa existía en la memoria, cosa que confirmaste atravesando con tu brazo el hielo que suplantaba ahora a las paredes. Acostumbrada a esconderme en las palabras, quise darte una carta. Esa carta hablaba de las diferencias del río: lo que fue, lo que es, lo que será. Pero vos eras el río y la imagen del río, visto desde la altura (quiero decir, la furia misma). Me miraste, morada de ternura, bajo el color inconstante de la niebla. Terminé por tratar de pinchar la carta a tu plumaje pero te negaste, afable, como quien aprecia el esfuerzo de simular lo imposible. El pico tembló ligeramente. Me dejaste a merced de la felicidad, contemplándote, ahora que eras un enorme pájaro blanco.



Ut pictura poesis

habría que decir
un trazo
de ningún lado a ningún lado

o bien esa minúscula
alegoría de lo abstracto

el mundo
acaso
-----efímero
------------tejiendo

signos imprecisos
de un alfabeto olvidado

o estrellas
donde comienza el deseo

de no morir
y morir

esas ganas de arder
en lo incompleto

como un rojo que colmara
una ausencia con su ausencia

habría que decir lo que promete
una moneda a la absoluta
casa imaginaria

y trae siempre
lo que tuvo que traer

como deriva luminosa
de un fracaso

María Negroni



domingo, 17 de enero de 2010

II Jornadas de «Poéticas en fuga» (Valencia)

Lecturas poéticas de Olvido García Valdés,
Chantal Maillard y Juan Carlos Mestre

Universidad de Valencia
La Nau
Vicerectorat de Cultura
Calle de la Universidad, 2
46003 Valencia


--

Entrada libre y gratuita




Primer Encuentro
---
Viernes 5 de febrero, de 19:30 a 21:30 hs


Mesa I: «Tendencias de la Poesía Hispanoamericana actual con nombres propios»
-------
Participan: Marcos Canteli, Pedro Montealegre e Ildefonso Rodriguez. --

Mesa II: Lectura poética a cargo de Olvido García Valdés.
---
Acompañan: Guadalupe Grande, Laura Giordani, Antonio Méndez Rubio y Eloísa Otero.
---
---
*Con carácter informal, a partir de las 23 hs. En el café El Dorado, los poetas Ildefonso Rodríguez, Guadalupe Grande, y Eloísa Otero ofrecerán una lectura de sus poemas.


Segundo Encuentro

Viernes 12 de febrero, de 19:30 h a 21:30 hs

---
Mesa III: Lectura poética a cargo de Chantal Maillard.
---
Acompañan: Oscar Solsona, Julieta Valero, Arturo Borra y Esther Ramón.
--

--

Mesa IV: Lectura poética a cargo de Juan Carlos Mestre
---
Acompañan: Cecilia Quílez, Luis Luna y Rafael Saravia.

--

*Con carácter informal, a partir de las 23 hs. En el café El Dorado, las poetas Julieta Valero, Lourdes de Abajo y Luis Luna ofrecerán una lectura de sus poemas.





Con el auspicio del Ministerio de Cultura de España


Organiza:

Librería Primado (Miguel Morata)
Asociación Poética Caudal (Víktor Gómez)
Café Cultural El Dorado Espacio MAE (Isaac Alonso y Alicia Martínez)


Más información: aquí y aquí.

miércoles, 6 de enero de 2010

«Entonces escribe»

---

....

Entonces escribe

“…se sienta a la mesa y escribe”
Juan Gelman

dime qué hago dice y no sabe
dime cómo miro dice y tampoco sabe
qué hace cómo mira en esta pendiente
oscura como un silencio o un llamado
desconocido

y no sabe sigue sin saber quiere hacer
algo con su no saber –y entonces escribe
cuando ya no puede decir más no sé no sé no sé:
escribe entonces como un silencio un llamado
y la pendiente oscura cae sobre sus ojos
y la pregunta es un caballo que corre sobre
regiones blancas

dime por dónde sigo dice –y no hay respuesta
que no sea fuga
-------------------y no sabe
y entonces escribe:

---

----De Umbrales del naufragio, Arturo Borra




--------------------------Imágenes: Henri Michaux

domingo, 20 de diciembre de 2009

«Yolleo» -un poema de Oliverio Girondo



Yolleo

Eh vos
tatacombo
soy yo

no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé -----y tanto
desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre yollando y yoyollando siempre
por qué
si sos
por qué dí

eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
----------y hasta cuándo





Para escuchar este poema, pulsa aquí.

viernes, 4 de diciembre de 2009

«Ismail» (fragmentos) -un poema de Adonis



ISMAEL (fragmentos)

Vestido en mi sangre, camino:
las cenizas me llevan y me guían las ruinas.
Hombres, olas que rompen, diluvio de
lenguas: a cada frase un rey
y cada boca es una tribu.
Solo, camina
delante de su tiempo,
camina.

Y yo, desterrado de todas las tribus,
abrazado por las heridas,
abrazando a la tierra asesinada,
partí,
y en mi sangre levanté mis jaimas.

A mi nombre le ordeno
que reúna mis cuadernos
y los saque de la casa de Ismael.
Si Ismael fuera campo
vertería mis nubes sobre él,
si fuera huracán, yo sería
espacio para su polvo,
y me haría su confidente.

(Ismael flota.
Desierto:
Desierto de libros que mueren
collar de arena
y encima una luna enarbola su espada
cuyo hilo es la caravana.
y pasa arrastrando sus camellas)
Es inútil que busques
a tu amigo:
ha muerto.
La casa que le ha acogido
ha muerto.
Excava un camino
para encontrarlo
en lo que te queda:
tu corazón.
Pero ¿crees que
el corazón permanece?
Y yo, desterrado de todas las tribus,
acecho a la chispa-guía
con los cometas aún soñolientos
en la seda de las tinieblas.
He visto mi rostro,
lunar de belleza en su luz,
he visto mi muerte,
pájaro en el hombro de las tinieblas,
y he visto a la arena
improvisar las palabras.

Camina errante,
pensamientos cual peces podridos,
ciudad de lenguas
cortadas y pisoteadas.

Camina errante
y pregunta a las raíces
cómo el cuerpo del lugar
se viste con sus fieras.

Pregunta al cuervo del alfabeto:
el cuerpo de Ismael
(Ismael
es el mapa del tiempo).

Camina errante.
Aquí abre un cráneo
y allí abre una idea.

Verás una imagen desconocida
de tu rostro,
verás tu ropa sobre un cuerpo
que no es el tuyo.

Tal vez seas la presa
de colmillos que salmodian
en la lengua de los ángeles
y toman forma de cielo.

Camina errante,
verás cómo el libro
torna a los cerdos antílopes.
--------------------------------
(Beirut, julio-octubre de 1983).

Adonis nació en Qasabín, Siria, en 1930. En 1956 fundó en Beirut la revista Poesía. Desde entonces publicó los libros: Primeros poemas (1957); Hojas en el viento (1958); Canciones de Mihyar el de Damasco (1961); Libro de las huidas y las mudanzas por el clima del día y de la noche (1965); Epitafio para Nueva York (1971); El tiempo de la poesía (1972); Singulares (1975); Las resonancias, los orígenes (1989); Homenajes (1988); La palabra de los orígenes (1989); El tiempo, las ciudades (1990); y Crónica de las ramas (1991). En 1997, en el legendario Festival Struga Poetry Evenings de Macedonia, le fue otorgada la Corona de Oro, en homenaje a su vida y su obra. Adonis es también un gran pensador y ensayista y es considerado uno de los más grandes poetas vivos en lengua árabe.

sábado, 21 de noviembre de 2009

Dos relatos de Felisberto Hernández

«Reflejo»

Una noche me atacó un terror que casi me lleva a la locura. Me había levantado para ver si me quedaba algo más en el ropero; no había encendido la luz eléctrica y vi mi cara y mis ojos en el espejo, con mi propia luz. Me desvanecí. Y cuando me desperté tenía la cabeza debajo de la cama y veía los fierros como si estuviera debajo de un puente. Me juré no mirar nunca más aquella cara mía y aquellos ojos de otro mundo. Eran de un color amarillo verdoso que brillaba como el triunfo de una enfermedad desconocida; los ojos eran grandes redondeles, y la cara estaba dividida en pedazos que nadie podría juntar ni comprender. Me quedé despierto hasta que subió el ruido de los huesos serruchados y cortados con el hacha.

---
---

«Caballo humano»

Hace algunos veranos empecé a tener la idea de que yo había sido un caballo. Al llegar la noche ese pensamiento venía a mí como a un galpón de mi casa. Apenas yo acostaba mi cuerpo de hombre, ya empezaba a andar mi recuerdo de caballo.

En una de las noches yo andaba por un camino de tierra y pisaba las manchas que hacían las sombras de los árboles. De un lado me seguía la luna; en el lado opuesto se arrastraba mi sombra; ella, al mismo tiempo que subía y bajaba los terrones iba tapando las huellas.
En mi dirección contraria venían llegando, con gran esfuerzo, los árboles, y mi sombra se estrechaba con la de ellos.

Yo iba arropado en mi carne cansada y me dolían las articulaciones próximas a los cascos. A veces olvidaba la combinación de mis manos con mis patas traseras, daba un traspié y estaba a punto de caerme.

De pronto sentía olor a agua; pero era un agua pútrida que había en una laguna cercana. Mis ojos eran también como lagunas y en sus superficies lacrimosas e inclinadas se reflejaban simultáneamente cosas grandes y chicas, próximas y lejanas.

Felisberto Hernández


Cortázar asomándose al mundo subterráneo de Felisberto Hernández


Las cosas de Felisberto Hernández

Fue el azar quien trajo, en su desnudez desprevenida, Narraciones incompletas. Era la historia olvidada de las cosas –historia de lo no-historiado, de aquello condenado al resto insignificante: un cigarrillo distinto que nos mira desde el fondo de la caja que lo contiene, hombrecitos colgados en un planeta, en el que vuelven a conocerse a sí mismos olvidándose un instante del centro ilusorio del yo. Vociferando en los murmullos de las cosas, nos creamos en comparaciones con seres inmóviles, animados en un tejido universal sin distinción originaria, en un regreso a las cosas que es retorno a lo humano sin la aureola altiva que lo recubre, despojados ya de las vanas pretensiones de soberanía, refutando la dicotomía entre lo alto y lo bajo, lo serio y lo cómico, lo sublime y lo terrenal, lo viviente y lo inerte.
---
Animizar lo inmóvil, volver a desnudar el núcleo íntimo de lo esencial arrojado de su envoltura eterna... Acuden entonces los secretos que se murmuran en la noche de una habitación, la identidad de un mobiliario ajado con la señorita encerrada en la rigidez de sus formas y la ternura subrepticia de sus manos, la fantasía pueril de quien procura sorprenderla en su soledad, en sus asfixias o sus recovecos. Entonces ahí no se trata de sencillismo o surrealismo en primer orden, sino de la confusión del yo en el flujo de las cosas sin historia que las atestigüe, asesinando el reinado de los amos, restituyendo el enigma del mundo, la vuelta a la intimidad del claroscuro inadvertido de lo cotidiano, ojos extrañados, balbuceo que forma lo inquietante, que hacen estremecer los ríos que dan sentido allí donde se alza la condena metafísica o la eterna indignidad filosófica.

Esas narraciones incompletas –que no es más que reconocimiento de la escritura como intersticio- vienen a mí como una tempestad, una estocada, perseverando entre lo sublime y lo trivial de una vida que se puebla de misterios pequeños, esperancitas dulces, hombrecitos de tentativas ínfimas y valiosas.
---
Personificar las cosas es la donación de un acto amoroso, sin correlato en la cosificación de lo humano: sólo sensibilidad que desborda el marco de una página, la trepidación de los fantasmas, faldas tímidas de unas sillas de salón acartonado, diálogo mudo de ventanas, muñecas que habitan las tristezas o el vacío, conciertos en los que las manos no saben qué hacer con sus ansiedades, sobrenombres incomprendidos que rozan las evidencias más desapercibidas, multitud sin «mensaje», narrando su pasaje y sus olvidos -el extravío de la aventura humana.

Las páginas transpiran amor. Descentrándonos, reconocemos la secreta melodía de los otros, de lo otro mismo, único, irreductible al no-yo. Ahí están las pasiones bailando -nace el nosotros con abrazos imprevistos. El alma de los objetos se inventa en ese abrazo, a medida que trazan vinculaciones con los que somos. Los objetos entonces tienen colmillos, patas, caricias, ramas y besos; son seres tímidos, reservados, alegres, suspicaces. No el mundo humano cosificado sino las cosas humanizadas, que cobran vida en las emociones que les conferimos. Lo inanimado carga lo humano y hasta los balcones se suicidan. Unas cuerdas de piano se quejan de las manos extrañas, los cubiertos laten, las lámparas brillan con nuestras luces y nuestras manitos torpes otra vez quitan dignidad a las inquietantes figuras que habitan los hogares.
---
En vez de un apego a los objetos al modo de un avaro, la generosidad de esa escritura no pretende acumular ni siquiera imágenes: ellas se superponen, se relevan, se suplen en el fragmento sin objeto o sujeto supremo. Somos en esas cosas que nos acompañan y preservarlas es evitar la pérdida de uno mismo, sumergido en pantanos. No es ésto y lo otro; lo otro es ésto indefinible que remite a la extrañeza humana, la inquietud de las cosas que se estiran para abrazarnos o asfixiarnos. Lo humano, sin privilegio, se realza. Un piano con colmillos muerde el tiempo –canta una melodía que enciende vidrieras apagadas, hace bailar Las Hortensias, entrelaza las temporalidades sin aviso, regresa a la infancia aquí mismo, cuando frente a un público ávido hasta los recuerdos vociferan, mientras las cortinas se mueven contentas de caricias llenas.

Arturo Borra


Bibliografía completa de Felisberto Hernández

martes, 10 de noviembre de 2009

«De parte de las cosas» (fragmentos) –Francis Ponge

“Los poetas son los embajadores del mundo mudo”.

“Creo que el escritor debe escribir contra todo lo que se ha escrito antes de él”.

Francis Ponge

A pesar de las resonancias objetivistas y realistas que suelen atribuírsele a este texto de Ponge, su escritura más bien nos incita a reinventar la mirada, entregarnos al impulso íntimo de las cosas, al mundo mudo del que somos parte. En una época que celebra el solipcismo radical, que convierte al sujeto en soberano y se desentiende de la materialidad sangrante de las cosas, el retorno a ese mundo no es llamado a desconocer las palabras, sino a resituarlas en su vínculo conflictivo con algo que las rebasa.


Reformulando la célebre frase de Husserl, el lenguaje es siempre lenguaje de algo. No porque no necesitemos seguir reflexionando, sino porque necesitamos asimismo el movimiento que nos lleva más allá de nosotros mismos, para reencontrar la experiencia de lo que se resiste, para no dejarnos vencer por los esquematismos, para recuperar la libertad de percibir desde otro horizonte las mismas cosas (quizás). No por azar Ponge declaraba que su trabajo "...es una continua rectificación en favor del objeto en bruto». No porque alguna vez pudiéramos acceder despojados de nuestro horizonte de prejuicios y tradiciones interpretativas, sino porque en su tensión irreductible tal vez alguna vez podamos ponerlo en crisis.


Puede que esa crisis sea la condición para abrirnos al dolor del mundo, luchar contra la voluntad de dominio sobre las cosas, reconstruir la promesa de una coexistencia sin vasallajes, dando una voz al mundo mudo.

A.B.

Si alguna vez los objetos pierden para ustedes su gusto, observen entonces, con un partido ya tomado, las insidiosas modificaciones suscitadas en sus superficies por los sensacionales aconteceres de la luz y del viento, según la fuga de las nubes, según se apague o se encienda tal o cual grupo de lámparas del día, esos continuos estremecimientos de sus capas, esas vibraciones, esos vahos, esos hálitos, esos juegos de soplos, de pedos leves.
La presencia de los objetos, su evidencia concreta, su espesor, sus tres dimensiones, su lado palpable, indudable, su existencia de la que estoy más seguro que de la mía, todo eso es mi única razón de ser, mi pretexto propiamente dicho; y la variedad de las cosas es en realidad lo que me construye.

(…)

Francis Ponge y Jaques Derrida

Su infierno es de otra índole

La fauna se mueve, mientras que la flora se despliega a la vista.
Toda una especie de seres animados está directamente asumida por el suelo.
Tienen en el mundo su puesto asegurado, así como deben a la antigüedad su decoración.
Diferentes en esto a sus hermanos vagabundos, no son sobreañadidos al mundo, importunos al suelo. No vagan en busca de un lugar para morir, aunque sus restos, como los de los otros, sean absorbidos por la tierra cuidadosamente.
No hay ninguna preocupación alimenticia o domiciliaria en ellos, ningún entre-devorarse: no hay terrores ni carreras dementes, ni crueldades ni quejas ni gritos ni palabras. No son los cuerpos segundos de la agitación, de la fiebre y del crimen.
Desde su aparición a la luz, tienen casa propia en la calle o en el camino. Sin preocupación alguna por los vecinos, no entran los unos en los otros por la vía de la absorción. No salen los unos de los otros por gestación.
Mueren por desecación y caída al suelo o, más bien, por hundimiento sobre su mismo lugar; raras veces por corrupción.
Su infierno es de otra índole.
No tienen voz. Son, poco más o menos, paralíticos. No pueden llamar la atención sino por sus poses. No dan la impresión de conocer los dolores de la no-justificación. Pero no podrían, de ningún modo, escapar de esta obsesión por la fuga, o creer escapar de ella, con la embriaguez de la velocidad. No hay más movimiento en ellos que la extensión. Ningún gesto, ningún pensamiento, tal vez ningún deseo, ninguna intención poseen que no culmine en un monstruoso acrecentamiento de su cuerpo, en una irremediable excrecencia.
En la primavera, cuando, cansados de contenerse y no soportándolo más, dejan escapar una oleada, un vómito de verde, y creen entonar un cántico variado, salir de sí mismos, extenderse a toda la naturaleza, abrazarla, no logran todavía más que, por millares de ejemplares, la misma nota, la misma palabra, la misma hoja.
No se puede salir del árbol por los medios del árbol.

(…)

La superficie del pan es maravillosa en principio a causa de esa impresión casi panorámica que ofrece: como si tuviéramos a disposición de la mano Los Alpes, el Tauro o la Cordillera de los Andes.

De esta manera, entonces, una masa amorfa eructando fue deslizada para nosotros en el horno estelar, donde, endureciéndose, se plasmó en valles, crestas, ondulaciones, grietas…Y desde entonces todos estos planos claramente articulados, todas estas losas delgadas donde la luz con aplicación tiende sus fuegos –sin un vistazo a la blandura innoble subyacente.

Ese frío y descuidado subsuelo que llamamos miga tiene un tejido similar al de las esponjas; ahí, hojas y flores son como hermanas siamesas unidas por todos los codos a la vez. Cuando el pan se seca, sus flores se marchitan y se encogen: se separan las unas de las otras, y la masa se puede desmenuzar.

Pero cortémosla acá: porque el pan en nuestra boca debe ser menos objeto de respeto que de consumo.

F.P.

Dos libros de Francis Ponge (on-line)

La rabia de la expresión

El silencio de las cosas


«Taller para poemas inexplicables»

Nada más banal que lo que me ocurre, ni más simple que la solución del problema que se me plantea.
Mi pequeño libro: De parte de las cosas, que apareció hace casi seis años, dio lugar desde entonces a un determinado número de artículos críticos – en general bastante favorables – que hicieron conocer mi nombre en algunos círculos incluso más allá de las fronteras de Francia.
Aun cuando los textos muy breves de los que se compone ese ínfimo conjunto no contienen explícitamente ninguna tesis filosófica, moral, estética, política o de otro tipo, la mayoría de los comentaristas brindaron interpretaciones derivadas de esas diversas disciplinas.
(...)

Sidi-Madani, sábado 10 de enero de 1948.


“Dirigiéndome a los poetas, dice Sócrates, examiné las obras suyas que me parecieron mejor trabajadas, y les pregunté lo que querían decir, y cuál era su objeto, para que me sirvieran de instrucción. Pudor tengo, atenienses, en deciros la verdad; pero no hay remedio, es preciso decirla. No hubo uno de todos los que estaban presentes, incluidos los mismos autores, que supiese hablar ni dar razón de sus poemas. Conocí desde luego que no es la sabiduría la que guía a los poetas, sino ciertos movimientos de la naturaleza y un entusiasmo semejante al de los profetas y adivinos; que todos dicen muy buenas cosas, sin comprender nada de lo que dicen. Los poetas me parecieron estar en este caso; y al mismo tiempo me convencí que a título de poetas se creían los más sabios en todas las materias, si bien nada entendían. Los dejé, pues, persuadido de que era yo superior a ellos…
…En fin, fui en busca de los artistas. Estaba bien convencido de que yo nada entendía de su profesión, que los encontraría muy capaces de hacer muy buenas cosas, y en esto no podía engañarme. Sabían cosas que yo ignoraba, y en esto eran ellos más sabios que yo. Pero, atenienses, los más entendidos entre ellos me parecieron incurrir en el mismo defecto que los poetas, porque no hallé uno que, a título de ser buen artista, no se creyese muy capaz y muy instruido en las más grandes cosas; y esta extravagancia quitaba todo el mérito a su habilidad. Me pregunté, pues, a mí mismo… si querría más ser tal como soy sin la habilidad de estas gentes, e igualmente sin su ignorancia, o bien tener una y la otra y ser como ellos, y me respondí a mí mismo… que era mejor para mí ser como soy.” (...)
¿Qué extraemos de lo precedente, si no (con el debido respeto) cierta estupidez de Sócrates? ¿Qué idea es esa de preguntarle a un poeta lo que quiso decir? ¿No es acaso evidente que si él es el único que no puede explicarlo es porque no puede decirlo de otra manera que como lo ha dicho (y que si no, lo habría dicho de un modo diferente)?
Y de allí deduzco también la certidumbre de la inferioridad de Sócrates con respecto a los poetas y a los artistas – y no su superioridad.
Porque si Sócrates en efecto es sabio en la medida en que conoce su ignorancia y solamente sabe que no sabe nada, y en efecto Sócrates no sabe nada (salvo esto), el poeta y el artista saben en cambio por lo menos lo que han expresado en sus obras mejor trabajadas.
Lo saben mejor que aquellos que lo pueden explicar (o pretenden hacerlo), porque lo saben en sus propios términos. Por otra parte, todo el mundo lo aprende en esos términos y lo retiene fácilmente en la memoria.
En seguida obtendremos de esto varias consecuencias (o ideas consecutivas). Pero tenemos que confesar primero que en efecto los poetas y los artistas abandonan muy a menudo su felicidad y su sabiduría, creen poder explicar sus poemas y creen también que su habilidad en esa técnica los hace aptos para intervenir en otras clases de problemas, lo que de ningún modo sucede fatalmente.
Que no se espere de mí semejante presunción. Cualquiera es más capaz que yo para explicar mis poemas. Y evidentemente soy el único que no puede hacerlo.
¿Pero acaso el hecho de que un poema no pueda ser explicado por su autor, antes que una vergüenza para el poema y su autor, no contribuye por el contrario a su gloria?
Y por cierto que tal vez lo único que sería una vergüenza para mí es que otro diga mejor que yo lo que quise decir y me persuada por ejemplo de un defecto (de una carencia) o por el contrario de una redundancia, que hubiese podido evitar. Por mi parte, corregiría de inmediato ese error, ya que la perfección del poema ciertamente me importa más que cualquier sentimiento de mi propia infalibilidad.
Pero finalmente, ¿acaso podría decirse que un poema que no puede ser explicado de ninguna manera es por definición un poema perfecto?
No. Hacen falta además otras cualidades, y quizá solamente una cualidad. Tal vez Sócrates no era tan estúpido como nos parecía al principio. ¿No tuvo acaso de alguna manera la idea de pedir que le explicaran un poema que llevara su evidencia consigo…? (Pero, ¿se lo llamaría todavía poema?…)


Sidi-Madani, sábado 31 de enero de 1948.

PLAN. - Poemas, que no se explican (Sócrates).
Superioridad de los poetas sobre los filósofos:
a) (no sé muy bien si tengo razón en emplear la palabra poeta),
b) (superioridad en tanto que no se creen superiores en nada más que en su poesía).
Sobre la evidencia poética. Evidentemente, debe ponerse en tela de juicio. Ése es el riesgo. Conocimiento poético (poesía y verdad).
De lo particular a lo común.
(Inclusión del humor: grandes juegos de palabras.)
Dos cosas llevan a la verdad:
la acción (la ciencia, el método), la poesía (a la mierda esa palabra);
¿la calificación?
- la constatación de relaciones de expresión.
Si defino a una mariposa como pétalo superfetatorio, ¿qué es más verdadero?
Poemas, que no se explican:
1º Poemas-poemas: porque no son lógicos. Objetos.
2º Poemas-fórmulas: más claros, impactantes, decisivos que cualquier explicación.
Superioridad de los poetas sobre los filósofos:
saben lo que expresan en sus propios términos.
De lo particular a lo común:
lo particular en el mundo exterior;
una retórica por objeto;
todo lenguaje tiende siempre al proverbio.

Sidi-Madani, martes 3 de febrero de 1948, de noche (1).