¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vida
o la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué
es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes,
o este sol colorado que es mi sangre furiosa
cuando entro en ella hasta las últimas raíces?
¿O todo es un gran juego, Dios mío, y no hay mujer
ni hay hombre sino un solo cuerpo: el tuyo,
repartido en estrellas de hermosura, en partículas fugaces
de eternidad visible?
Me muero en esto, oh Dios, en esta guerra
de ir y venir entre ellas por las calles, de no poder amar
trescientas a la vez, porque estoy condenado siempre a una,
a esa una, a esa única que me diste en el viejo paraíso.
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Con Antonio Gamoneda y Juan Carlos Mestre
2 comentarios:
Es injusto que Gonzalo Rojas sea poeta tan poco y mal leído en España.
Asusta lo raro, lo que cuesta de entender y hasta la sinceridad. Ser moral y morar en la palabra sin artificio conlleva el riesgo de extranjería: la exclusión.
Este poeta, cuyos sentidos latinos y sensualidad sureña emanan en un mestizaje de amplio espectro cultural e intelectual, nos suele reventar los aprioris al escribir sin una sentimentalidad previsible o convencional. Su radical escritura se apoya en la forma singularisima, en la forma irreverente con la forma, en su libérrimo y autocritico sembrar huellas de una sintáxis donde se densifica lo sentido, se desvía lo pensado del pensar masivo y políticamente correcto.
Carga las tintas en la verdad y su verdad no divide cuerpo y alma, deseo y razón de ser, afán y distanciamiento, pasión y lentitud, invasión y armisticio.
Es un poeta de un erotismo sin concisiones.
Es un observador del mundo sin falsas espectativas, sin demagogias y sin flirteos con lo estereotipado y prudente.
Me gusta mucho que deja algunos poemas, versos a veces, en esa tierra de nadie, donde lo definitivo es que no hay dogmático o analítico punto de unicidad interpretativa. Así el misterio es en mucho de su decir, protagonista, no espiritual o transcendente, sino cotidiano, carnal, en la inmanencia del aquí y ahora.
para este Poeta de la sospecha, en la vida, en el mundo, lo evidente no es siempre lo verdadero y lo verdadero no es si no poesía, aquel no lugar de imposible reducción a teorías racionalistas o ideológicas. Eso creo que le hermana con Gamo y Mestre.
Un abrazote
Viktor
Gracias Víktor por tu comentario, con el que acuerdo totalmente. Si de injusticias habláramos, tendríamos un largo etcétera.
Con todo, habrá que seguir luchando por alumbrar. En la Grecia presocrática, lo que se oponía a la verdad no era la falsedad sino el olvido. La verdad como "aletheia" remitía pues, a esa capacidad de rescatar del flujo indiferente de las cosas aquello de valor.
No será el caso de G. Rojas, que ya está salvado a nivel internacional, aunque en España tenga poca cabida. Pero sí habrá que luchar por dar rango a aquello que lo tiene.
Y, desde luego, cuando una poesía potencia su forma, da lugar al estallido de las interpretaciones. Es quizás una de las pautas más claras para determinar cuándo un poema es valioso: cuando desata posibilidades semánticas diversas.
En fin mi querido Viktor, muchos comentarios merecería el tuyo, aunque ahora me detenga. Ya la seguiremos en alguna vuelta.
Un abrazo fuerte,
Arturo
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