lunes, 1 de diciembre de 2025

«Pactar una tregua con la luz» - diez poemas de Ricardo Pochtar

 


HIPNOMAQUIA

Cada noche los sueños intentar derrotar al 
mundo. Cuando amanece, la gracia diurna, 
en su infinita ternura, le lava las heridas. 



RESQUEMOR DEL POEMA

Lo que cuesta convencerlo de que puede
salir a respirar, de que ahora mismo el mundo
está mirando hacia otro lado. 


EXTRAÑAMIENTO

Un ardid contra la inercia del lector que
acaba volviéndose contra la inercia del
poeta.


EPITAFIO

Vayan sabiendo que el mundo
no resiste una segunda lectura.

NADA DE POÉTICA

El metapoema a lo único que aspira es a demorar la
extinción entrópica del poema: lastrarlo, compensar
a la brava su menguada ontología.

TAO DEL CUIDADO

    No el camino, ni la meta: lo único importante a estas
alturas sería saber hacia dónde hay que mirar en cada
esquina.


ESTO NO ES NADA

Hasta ahora solo hemos quitado adverbios y adjetivos: ya 
verán cuando empecemos a arrancarles los nombres a las
cosas.


DESLUMBRAMIENTO 

Cuando el laberinto es transparente, más que encontrar
la salida, el que corre lo que busca es pactar una tregua 
con la luz.

***

Las palabras que se han frotado con los sueños tienen
rodillas más firmes, son potrillos que acaban de nacer
y echan a andar.


ESTALLIDO

El poema es una revolución instantánea. Su tiempo
no rinde cuentas. Su sombra en el papel es cenital.




" “Donde buscamos el mundo” es, finalmente, una llamada de alerta al hombre dormido. Si en el primer poema del libro, “Hipnomaquia”, Pochtar apuesta por el día (“cada noche los sueños intentan derrotar al/ mundo. Cuando amanece, la gracia diurna, / en su infinita ternura, le lava las heridas”), en “Hipnosis solipsista” nos advierte de las consecuencias del sueño (“cuando por fin nos despertamos del sueño solipsista,/ el mundo y yo ya éramos dos perfectos desconocidos”). Mundo, poesía y yo parecen personificarse en las figuras de una atracción de feria, donde las armaduras suplantan a sus respectivos seres: de donde la poesía no es la poesía esperable, ni los homínidos son necesariamente hombres, ni el pensamiento es lo que bulle en el seno de una mente dislocada: porque no sabemos ni qué mundo buscamos ni si hay mundo particular en que buscar al mundo interpretado que nos han legado. ¿Será por eso que Ricardo Pochtar no deja de interpretar?".

Puedes leer la reseña completa aquí


Jorge Rodríguez Hidalgo