miércoles, 27 de febrero de 2008

«La actividad de la oficina de Investigaciones Surrealistas» - Antonin Artaud


El hecho de una revolución surrealista en las cosas es aplicable a todos los estados del espíritu, a todos los géneros de la actividad humana, a todos los estados del mundo en medio del espíritu, a todos los hechos de moral establecida, a todos los órdenes del espíritu. Esta revolución apunta a una desvalorización general de los valores, a la depreciación del espíritu, a la desmineralización de la evidencia, a una confusión absoluta y renovada de las lenguas, al desequilibrio del pensa-miento. Apunta a la ruptura y la descalificación de la lógica a la que perseguirá hasta la extirpación de sus reductos primitivos. Apunta a la reclasificación espontánea de las cosas según un orden más profundo y más preciso, e imposible de dilucidar mediante la razón ordina-ria, pero de todos modos un orden, y sensible a cierto sentido..., pero igualmente sensible y un orden que no forma del todo parte de la muerte. Entre el mundo y nosotros, la ruptura está claramente establecida. Nosotros no hablamos de hacernos comprender, sino en el interior de nosotros mismos, con rejas de angustia, con el filo de una obstinación encarnizada, conmocionamos, desequilibramos el pensamiento. La oficina central de las investigaciones surrealistas dedica todas sus fuerzas a la reclasificación de la vida. Hay que instituir una filosofía de] surrealismo, o lo que pueda surgir. Para hablar claro no se trata de establecer cánones o preceptos, sino de encontrar: 1) Medios de investigación surrealista en el pensamiento surrealista. 2) Fijar parámetros, medios de reconocimiento, conductos, islotes. Podemos, debemos admitir hasta cierto punto una mística surrealista, un cierto orden de creencias evasivas en relación con la razón ordinaria, pero sin embargo bien determinadas, relativas a puntos bien precisos del espíritu. El surrealismo, más que creencias, registra un cierto orden de repulsiones. El surrealismo es ante todo un estado del espíritu, no preconiza recetas. El primer punto es ubicarse en el espíritu. Ningún surrealista está en el mundo, se piensa en el presente, cree en la eficacia del espíritu-espolón, el espíritu guillotina, el espíritu-juez, el espíritu-doctor y resueltamente se confía del lado del espíritu. El surrealismo ha juzgado al espíritu. No hay sentimientos que formen parte de él mismo, no se reconoce ningún pensamiento. Su pensamiento no le fabrica un mundo al que razonablemente acepta. Desespera de alcanzar el espíritu. Pero al fin y al cabo está en el espíritu, se juzga desde el interior, y ante su pensamiento el mundo no pesa excesivamente. Pero en la intermitencia de cierta pérdida, de cierta falencia en sí mismo, de cierta reabsorción instantánea del espíritu, verá aparecer la bestia blanca, la bestia vidriosa y que piensa. Porque es una Cabeza, la única Cabeza que emerge en el presente. En nombre de su libertad interior, de las exigencias de su paz, de su perfección, de su pureza, escupe sobre ti, mundo librado a la insensibilizadora razón, al mimetismo empantanado de los siglos, y que ha construido tus casas de palabras y establecido tus repertorios de preceptos donde es imposible que el espíritu surreal no explote, el único capaz de desenraizarnos. Estas notas que los imbéciles juzgarán desde el punto de vista de lo serio y los astutos desde el punto de vista de la lengua, son uno de los primeros modelos, uno de los primeros aspectos de lo que entiendo por la Confusión de mi lengua. Están dirigidas a los confusos de espíritu, a los afásicos por interrupción de la lengua. Y, sin embargo, están justo en el centro de su objeto. Aquí no comparece el pensamiento, aquí el espíritu deja ver sus miembros. Son notas imbéciles, notas primarias como dice aquel otro, "en las articulaciones de su pensamiento". Pero notas verdaderamente precisas. Un espíritu bien ubicado descubrirá en ellas un perpetuo resurgimiento de la lengua, y la tensión después de la ausencia, el conocimiento del desvío, la aceptación de lo mal formulado. Estas notas desprecian la lengua, escupen sobre el pensamiento. Y, sin embargo, entre las fallas de un pensamiento humanamente mal construído, desigualmente cristalizado, brilla una voluntad de sentido. La voluntad de aclarar los desvíos de una cosa aún mal hecha, una voluntad de creencia. Aquí se instala cierta Fe, pero que lo coprolálicos me entiendan, los afásicos y en general todos los desacreditados por las palabras y el verbo, los parias del Pensamiento. Hablo sólo para ellos.


Antonin Artaud











Traducción de Claudia Schvartz

2 comentarios:

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Entiendo que no se quiera cambiar lo desastroso por miedo a lo desconocido, por comodidad en lo mediocre, por anestesia cultural y relajación moral, modorra diría ya hoy. Y de igual manera entiendo que cada vez me haya radicalizado en los gustos y atenciones, en la tensión que exigo al arte, en el sur hacia el que encarrilo mis pies.

Este autor lo tengo poco leído. Y mira que se que tiene mucho que aportarme.

Siempre que derribamos un muro, hacemos grieta en el dique del presente, sugerimos vuelos otros hacia lo imprevisible, lo aún no visto, el vértigo y la novedad de lo real nos zarandean. En ese desequilibrio, con esa precariedad, leer, escribir, conversar precisa un talante muy resistente, esperanzado, combativo, responsable y socializador, es decir, abierto a la otredad deliberativa e insumisa.

El surrealismo todavía tiene recorrido. Por lo menos en mi, que tan poco ahonde en sus logros, preocupaciones y errancias.

Leeré despacio el artículo de Antonin y ya comentamos con una cañita delante.

Lo verdaderamente difícil hoy ya no es descreer de lo visible, sino construir desde lo imposible o desde lo inexplorado lugares habitables, textos y contextos humanizadores.


Tu Víktor

Arturo Borra dijo...

Mi querido amigo: tus palabras constantes, tu generosidad fuera de lo común, tu auténtico interés por sumergirte en los universos de los demás, hacen germinar esperanzas más que preciadas en tiempos en los que sobra mezquindad.
Porque aquí Artaud encarna lo "otro", lo radicalmente olvidado, lenguajes invisibilizados en la poesía española hegemónica, que parece que se ha empantanado en un lenguaje que no admite la metáfora y que reniega de la retórica, como si el "realismo" vulgar no fuera la primera de las convenciones estilísticas...
En fin, Artaud es muestra de otras formas de concebir la estética: irreductible a un método (el de la "escritura automática"), e irreductible incluso a la sola "representación" de lo externo: conexión con lo inconsciente, como posibilidad de lo espontáneo, de una energía que haga tambalear lo real.
Mucho hay para decir de Artaud: rompió con Breton por el modo en que entendían la revolución ambos surrealistas. "En plena noche" es un manifiesto donde esta polémica queda manifiesta.
En cualquier caso, puede que hoy no podamos más que ser post-vanguardistas, pero me parece falaz una pretendida superación que sea simple desconocimiento. A eso sólo le cabe el nombre de estéticas pre-vanguarditas, que desconocen no sólo la radical experimentación del lenguaje, sino también la crisis que buscaban producir a partir de esa sintaxis dislocada.
Después la seguimos.
Un fuerte abrazo y otra vez gracias,
Arturo