sábado, 21 de febrero de 2009

«El silencio de las sirenas» - Franz Kafka

El retorno a Kafka siempre corre el riesgo de reafirmar su uso canónico. Sin embargo, no atravesar ese riesgo sería optar por dejarlo atrás, en un gesto tan soberano como arrogante. Conozco demasiados post-kafkianos que jamás han pasado por Kafka como para no persistir todavía en sus huellas. El olvido de sus textos no sólo no cuestiona el canon dominante, sino que se limita a encumbrar aquello que desconoce. Nuestra época es la época que celebra lo que ignora: puesto que presupone el valor de algunos autores, se exime de leerlos. A las perspectivas críticas que cuestionan ciertos modos dominantes de lectura, se le ha superpuesto una posición que acepta tácitamente los autores consagrados pero que se siente exenta de la necesidad de retorno. Es quizás uno de los efectos de la cultura del vértigo: buscar siempre nuevas celebridades, sometidas a la temporalidad de lo efímero.

"El silencio de las sirenas" no es un texto central en la escritura de Kafka. Desde La metamorfosis, El Proceso, El Castillo, América o incluso las sorprendentes En la jaula penitenciaria o La madriguera, podría decirse que este pequeño relato es más bien un "texto menor", anotaciones realizadas en algún cuaderno salvado de la quema. Sin embargo, me conmovió desde que lo leí por primera vez, quizás por su condición misma de anotación de segundo orden -no exenta de melancolía-, por la ausencia que le sobrevuela, por cierta inexactitud de sus trazas (recuérdese que eran los remeros quienes tenían tapados los oídos, no Ulyses). En cualquier caso, insinúan algo más terrible que la seducción del mito del canto: quizás, el silencio contemporáneao como respuesta final, la pérdida de lo bello como único hallazgo.

A.B.










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Existen métodos insuficientes, casi pueriles, que también pueden servir para la salvación. He aquí la prueba:
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Para guardarse del canto de las sirenas, Ulises tapó sus oídos con cera y se hizo encadenar al mástil de la nave. Aunque todo el mundo sabía que este recurso era ineficaz, muchos navegantes podían haber hecho lo mismo, excepto aquellos que eran atraídos por las sirenas ya desde lejos.
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El canto de las sirenas lo traspasaba todo, la pasión de los seducidos habría hecho saltar prisiones mas fuertes que mástiles y cadenas. Ulises no pensó en eso, si bién quizá alguna vez, algo había llegado a sus oídos. Se confió por completo en aquel puñado de cera y en el manojo de cadenas. Contento con sus pequeñas estratagemas, navegó en pos de las sirenas con inocente alegría.

Sin embargo, las sirenas poseen un arma mucho más terrible que el canto: su silencio. No sucedió en realidad, pero es probable que alguien se hubiera salvado alguna vez de sus cantos, aunque nunca de su silencio. Ningún sentimiento terreno puede equipararse a la vanidad de haberlas vencido mediante las propias fuerzas.

En efecto, las terribles seductoras no cantaron cuando pasó Ulises; tal vez porque creyeron que a aquel enemigo sólo podía herirlo el silencio, tal vez porque el espectáculo de felicidad en el rostro de Ulises, quien sólo pensaba en ceras y cadenas les hizo olvidar toda canción.
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Ulises, (para expresarlo de alguna manera) no oyó el silencio. Estaba convencido de que ellas cantaban y que sólo él se hallaba a salvo. Fugazmente, vió primero las curvas de sus cuellos, la respiración profunda, los ojos llenos de lágrimas, los labios entreabiertos.
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Creía que todo era parte de la melodía que fluía sorda en torno de él. El espectáculo comenzó a desvanecerse pronto; las sirenas se esfumaron de su horizonte personal, y precisamente cuando se hallaba más próximo, ya no supo mas acerca de ellas.
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Y ellas, más hermosas que nunca, se estiraban, se contoneaban. Desplegaban sus húmedas cabelleras al viento, abrían sus garras acariciando la roca. Ya no pretendían seducir, tan sólo querían atrapar por un momento más el fulgor de los grandes ojos de Ulises.

Si las sirenas hubieran tenido conciencia, habrían desaparecido aquel día. Pero ellas permanecieron y Ulises escapó.
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La tradición añade un comentario a la historia. Se dice que Ulises era tan astuto, tan ladino, que incluso los dioses del destino eran incapaces de penetrar en su fuero interno.Por más que esto sea inconcebible para la mente humana, tal vez Ulises supo del silencio de las sirenas y tan sólo representó tamaña farsa para ellas y para los dioses, en cierta manera a modo de escudo.

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domingo, 15 de febrero de 2009

«La poética corporal de Stellarc: cuerpo y metamorfosis»



























“El body art no me interesa en absoluto, pero Stellarc sí. Él mismo es un campo de rayos, el soporte de una electrocución, de una terrible descarga -como lo es la tierra para Walter de Maria. Él regresa a un cuerpo que está siendo absorbido, destruido por células extrañas. Quiere llegar a ser un no-cuerpo, un cuerpo posthumano, un «más allá del cuerpo» para tomar prestado un término de un número de Kunstforum con el que colaboré. Hay un cuerpo territorial para el land art, y un cuerpo animal, masculino o femenino, para el body art. Hay una correlación entre el lighting field con actividad electromagnética y el intento de Stellarc de ser él mismo el campo de rayos, a través de todos sus enganches eléctricos. (...)

Stellarc representa el intento de reemplazar el hombre por la máquina, es el contemporáneo de una crucifixión del cuerpo humano por la tecnología. Es el hombre pre-robot, el apóstol de la máquina que vendrá tras él. En cierto modo representa el final de su propio arte. Él quiere ser el S. Juan del Apocalipsis del cuerpo, el S. Juan de Patmos que profetiza el Apocalipsis. Por ello lo comparo con Artaud. Como Kafka, Artaud era contemporáneo de los campos de concentración. Sterllarc es el contemporáneo de los actos terribles que están sucediendo ahora en Yugoslavia y en otros lugares -que no son temas muy discutidos en arte pero que deberían serio. Continúo escandalizado por la anterior edición de la Bienal de Venecia, que tiene lugar a escasa distancia de una guerra civil europea, y por la pobreza de las referencias que a ella se hacen.
Es una guerra que nos atraviesa, y Stellarc ilustra el hecho de que el hombre se ha convertido en inútil, y de que la máquina lo está reemplazando. Él manifiesta esta pérdida del propio cuerpo; es su lado barroco. Se jacta de que permite que su cuerpo sea reemplazado por la máquina.




















Desde que el arte ya ha perdido su lugar y ha empezado a flotar entre los mundos de la publicidad y los media, la última cosa que resiste es el cuerpo. Piensen lo que piensen artistas como Stellarc o la gente del teatro o la danza, son artistas del habeas corpus, aportan sus cuerpos. Aún así, ellos señalan la línea de avanzadilla, la posibilidad de ir más allá del cuerpo pasa por ellos. Lo dramático del teatro, la danza y el body art, en el sentido que venimos hablando, es que prefiguran un límite. Plantean la cuestión del «hasta dónde». Es también una pregunta ética en el contexto de la ingeniera genética, ante los problemas del tráfico de seres humanos como materia prima mejorable, el cuerpo considerado como una materia prima, el cuerpo de la «hominicultura» como dicen algunos científicos.




















Por eso yo estoy enamorado de los cuerpos. Creo que junto al «SOS: salvad nuestras almas», deberían inventar también un «SOS: salvad nuestros cuerpos de la electrocución electromagnética». Todo el mundo debería releer el maravilloso libro de Villiers de l'Isle Adam, La Eva Futura, modelo de María, la «mujer eléctrica» de Metrópolis de Fritz Lang. El libro anticipa la superación del cuerpo por ondas corporales, por cuerpos de emisión y recepción. Y por tanto la cibersexualidad -pero también la cibersocialidad, la cibercultura en general...”

Entrevista a Paul Virilio, extractada de

http://www.accpar.org/










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Stelios Arcadiou, máximo exponente del body-art cibernético, basa su creación en ideas y aspectos de la obra de Marshall MacLuhan, para construir una ‘fantasía’ posthumana que tiene la intención de crear un nuevo ser híbrido entre el hombre y la máquina (un posthumano), un ser postevolutivo cuya vida se desarrolle en una teleexistencia a través de la interconexión con una red de superordenadores y de otros seres posthumanos.

Stelarc se distancia del resto de body-artistas en algunos aspectos. En primer lugar, se distancia de una manera casi clínica con respecto a su propia existencia física: hablará siempre de “el cuerpo”, nunca de “mi cuerpo”. Este aspecto lo diferencia tajantemente de las body-artistas feministas, que reivindican su propio cuerpo como arma política de liberación del patriarcado. Asimismo, las feministas conciben al cuerpo como representación un simbolismo religioso, reinterpretado según los cultos paganos a las diosas antiguas. A diferencia de las feministas del body-art y de la New Age, Stelarc rechazará toda connotación religiosa o mística de su obra.

El punto de partida de esta especie de “estética protésica” de Stelarc es la idea macluhaniana de transformación y cambio del cuerpo: “la estructura fisiológica del cuerpo determina su inteligencia y sus sensaciones, y si se modifica esa [estructura], se obtiene una percepción alterada de la realidad.” (La cita es de Stelarc, en Marc Dery, Velocidad de Escape, pág. 165)

Otro aspecto fundamental en su propuesta es la noción de “tecnoevolución.” Las performances que realiza son instrumentos que interactúan con su propio cuerpo (El Cuerpo Amplificado, El Brazo Virtual, etc.), al modo de una “sinergia cibernética [en la que] la separación entre el que controla y el que es controlado [el hombre y la máquina] se vuelve borrosa: Stelarc es prolongado por su sistema de alta tecnología pero constituye a la vez una prolongación de dicho sistema.” (Dery, Velocidad de Escape, p. 177)

Por otro lado, sus veinticinco Suspensiones (en las que se el artista se cuelga de una serie de ganchos de acero inoxidable en distintos lugares, desde la sala de un museo hasta una grúa setenta metros sobre el Teatro Real de Copenhague), son “evocaciones de la ingravidez prenatal (…) del sueño espacial de flotar sin gravedad.” (Dery, Velocidad de Escape (VdE), p. 177)





















Es decir, muestran las limitaciones terrenales al cuerpo humano. Con esto Stelarc quiere señalar que la cibercultura y la era de la información presentan un reto al ser humano, en el sentido de que la evolución ha creado una humanidad anquilosada, caduca, inservible para la nueva “infosfera”, para una nueva sociedad que impulse la expansión mental. Si la gravedad ha moldeado nuestro cuerpo, es necesario cambiarlo puesto que la información “propele al cuerpo más allá de sí mismo y de su biosfera.”

Es preciso pues, aceptar que “EL CUERPO ESTÁ OBSOLETO” y tomar un camino postevolutivo que permita diseñar un nuevo ser posthumano:

“LA EVOLUCIÓN ACABA CUANDO LA TECNOLOGÍA INVADE EL CUERPO. El cuerpo no como sujeto, sino como objeto, NO COMO OBJETO DE DESEO SINO COMO OBJETO DE DISEÑO.” (La cita es del propio Stelarc, en VdE, p. 184)

La tarea propuesta es, por lo tanto, la de descarnar el cuerpo para convertirlo en una máquina cibernética que posibilite una mayor adaptabilidad a cualquier medio y una comunicación directa con las máquinas artificiales, es decir, convertir al ser humano en un ciborg, cuya mente puede interconectarse a cualquier medio artificial gracias a un cuerpo cibernético. Este ser, sin piel ni órganos inútiles para su expansión, y dotado de componentes electrónicos, chips, sensores, etc., permitiría la vida en cualquier lugar, incluso en cualquier “sistema fisiológico pan-planetario; [el nuevo cuerpo sería] duradero, flexible y capaz de funcionar en condiciones atmosféricas diversas y en campos gravitatorios y electromagnéticos.” (Stelarc, en VdE, p. 185)

Asimismo, gracias a la capacidad de interconectarse a través de redes cibernéticas, estos seres postevolutivos alcanzarían la inmortalidad gracias a la sustitución permanente de sus componentes. Esta capacidad se uniría a la tendencia a la exploración espacial que les presupone Stelarc. A través de la interconexión, estos teleoperadores posthumanos atravesarían el espacio utilizando brazos robóticos que permitirían experimentar el tacto de los asteroides o de las superficies de otros planetas. Stelarc defiende una teoría de la velocidad de escape en la que el cuerpo se desprende como un cohete de sus limitaciones terrenales al mismo tiempo que el hombre acelera su evolución posthumana y pan-planetaria.

















Extraído de http://losojosdelafilosofia.wordpress.com/2008/10/28/psicologia-stelarc-un-body-artista-de-la-era-cibernetica/

domingo, 8 de febrero de 2009

«Un golpe de dados» -Sthépame Mallarmé


















Stéphane Mallarmé (1842-1898) anticipó en el S.XIX lo que las vanguardias artísticas de las primeras décadas del S.XX formularían en términos programáticos (aunque sean programas que resistan toda institucionalización, como el dadaísmo). Quizás sea relevante recordar que este poeta, habitualmente inscripto en la línea simbolista que lo enlaza a poetas como Charles Baudelaire, no duda en ahondar en la poesía como libre experimentación con el material del lenguaje, incluyendo sus planos tipográficos y el registro del símbolo como reescritura incesante de una lengua imposible. Es esa intensificación del significante lo que siembra una diferencia irreductible a la tradición poética que pretende contener su devenir poético. Quizás por eso es también punto de ruptura o inflexión de aquella matriz que lo constituye. Retornar a escritores como Mallarmé no es deseo de repetición. Es hallar la diferencia en cada retorno; es reencontrar algunas huellas en los archivos que posibilitan (y subvierten) una interpretación de nosotros mismos. En cualquier caso, Mallarmé lleva la práctica poética a un límite comunicacional que interroga todo reclamo de simplicidad o transparencia semántica. Antes bien, en su lenguaje del límite, hace estallar la unidad de las significaciones: con su lenguaje críptico deconstruye la promesa de un Significado trascendental detrás de lo múltiple.
A.B.

“Es el sueño puro de una medianoche, desaparecida en sí misma, cuya Claridad reconocida, que permanece sola en su realización sumergida en la sombra, resume su esterilidad en la palidez de un libro abierto que la mesa ofrece; página y decorado común de la Noche, si es que aún subsiste el silencio de una antigua palabra proferida por él, en la que, volviendo, la Medianoche evoca su sombra acabada y ausente con estas palabras: Yo fui la hora que debe purificarme”.

S. Mallarmé, fragmento de Igitur



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NUNCA
AUNQUE LANZADA EN CIRCUNSTANCIAS
ETERNAS
DESDE EL FONDO DE UN NAUFRAGIO
A SEA que el Abismo blanqueado
quieto furioso
bajo una inclinación
plana desesperadamente
de ala
la suya vuelta a caer de antemano por una dificultad para enderezar el vuelo
y cubriendo los brotes
cortando al ras los saltos
muy en el interior resume
la sombra hundida en la profundidad por esa vela alternativa
hasta adaptar
a la envergadura
su boquiabierta profundidad en tanto que el casco
de un navío
inclinado hacia una o otra borda
EL PATRÓN fuera de antiguos cálculos
en que la maniobra con la edad olvidada
surgido
infiriendo antaño empuñaba la barra
de esta conflagración a sus pies
del horizonte unánime
que se prepara
se agita y mezcla
en el puño que lo apretaría
como se amenaza a un destino y los vientos
el único Número que no puede ser otro
Espíritu
para lanzarlo
en la tempestad
replegar su división y pasar orgulloso
vacila
cadáver por el brazo separado del secreto que detenta
antes
que jugar
como maníaco canoso
la partida
en nombre de las olas
una invada al jefe
fluya como barba sumisa
naufraga eso directo del hombre
sin nave
en cualquier
sitio vana
ancestralmente para no abrir la mano
crispada
más allá de la inútil cabeza
legado en la desaparición
al alguien
ambiguo
el ulterior demonio inmemorial
habiendo
de comarcas nulas
inducido
al viejo hacia esa conjunción suprema con la probabilidad
aquél
su sombra pueril
acariciada y pulida y devuelta y lavada
suavizada por la ola y sustraída
a los duros huesos perdidos entre las tablas
nacido
de un retozar
con el mar por el abuelo tentando o el abuelo contra el mar
una oportunidad ociosa
Esponsales
cuyo
velo de ilusión refleja su obsesión
así como el fantasma de un gesto
titubeará
encallará
locura ABOLIRÁ
COMO SI
Una insinuación simple
al silencio enroscada con ironía
o
el misterio
precipitado
aullado
en algún cercano torbellino de hilaridad y de horror
revolotea alrededor del remolino
sin alfombrarlo
ni huir
y le acuna el virgen índice
COMO SI
pluma solitaria extraviada
salvo que la encuentre o la roce una toca de medianoche
e inmovilice
en el terciopelo arrugado por una carcajada sombría
esa blancura rígida
irrisoria
en oposición al cielo
demasiado
para no marcar
exigüamente
cualquier
príncipe amargo con el escollo
se lo encasqueta como lo heroico
irresistible pero contenido
por su pequeña razón viril
fulminante
preocupado
expiatorio y púber
mudo reír
que
El lúcido y señorial copete de vértigo
en la frente invisible
centellea
luego cubre de sombra
una estatura amable tenebrosa de pie
en su torsión de sirena
el tiempo
de abofetear
con impacientes escamas últimas bifurcadas
a una roca
falsa morada
enseguida
evaporado en brumas
que impuso
un mojón al infinito
SI
nacido estelar
EXISTIERA
COMENZARA Y CESARA
SE CIFRARA
ILUMINARA
Cae
la pluma
rítmica suspensa de lo siniestro
sepultarse
en las espumas originales
no ha mucho de donde sobresaltó su delirio hasta una cima
marchita
por la neutralidad idéntica del remolino
SERÍA
de otro modo que como alucinación dispersa de agonía
brotando aunque negado y cerrado aparecido
al fin
por alguna profusión diseminada como rareza
evidencia de la suma por poco que una
peor
no
más ni menos
indiferentemente pero tanto como EL AZAR
ERA EL NÚMERO
NADA
de la memorable crisis
si no se hubiera
el acontecimiento llevado a cabo con vistas a todo resultado nulo
humano
HABRÁ TENIDO LUGAR
SINO EL LUGAR
una elevación corriente vierte la ausencia
inferior chapoteo cualquiera como para dispersar el acto vacío
abruptamente que si no
por su mentira
hubiera fundado
la perdición
en esos parajes
del baldío
en que toda realidad se disuelve
EXCEPTO
QUIZÁ
en la gran altitud
tan lejos como un sitio fusiona con más allá
fuera del interés
en cuanto a él señalado
en general
según tal oblicuidad por tal declividad
de fuegos
hacia
debe ser
el Septentrión también Norte
fría de olvido y de obsolescencia
no tanto
que no enumere
sobre alguna superficie vacante y superior
el choque sucesivo
sideralmente
de una cuenta total en formación
velando
dudando
rodando
brillando y meditando
antes de detenerse
en algún punto último que la consagre
Todo Pensamiento emite una Tirada de Dados
UNA CONSTELACIÓN
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Para leer el poema en su versificación original:

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----------------------Poema de G. Apollinaire

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MALLARMÉ* - Jacques Derrida

[...] invento una lengua que debe brotar necesariamente de una poética muy nueva.**

MALLARMÉ

¿Hay un puesto para Mallarmé en una «historia de la literatura»? Dicho de otro modo, y ante todo: ¿su texto tiene lugar, su lugar, en algún cuadro de la literatura francesa? ¿en un cuadro? ¿de la literatura? ¿francesa?
Casi un siglo ya y sólo estamos empezando a entrever que algo ha sido tramado (¿por Mallarmé?, en todo caso según lo que por el pasa, como a su través) para burlar las categorías de la historia y de las clasificaciones literaria, de la crítica literaria, de las filosofías y de las hermenéuticas de toda especie. Comenzamos a entrever que el trastorno de estas categorías habrá sido también efecto de lo escrito por Mallarmé.
Ni siquiera se puede seguir hablando, en este caso, de un acontecimiento, del acontecimiento de un texto semejante; no podemos seguir interrogando su sentido a menos de quedarnos por debajo de él, en la red de valores cuestionados prácticamente, una y otra vez, por Mallarmé; el de acontecimiento (presencia singularidad sin repetición posible, temporalidad, historicidad).
Única vez en el mundo, porque en razón de un suceso siempre que yo explique, no hay Presente, no -no existe un presente... Falta que se declara el vulgo, falta- de todo. Mal informado quien se gritase su propio contemporáneo, desertando, usurpando, con tamaña imprudencia, cuando un pasado ha cesado y tarda un futuro, o los dos vuelven a mezclarse perplejamente con vistas a enmascarar la distancia que los separa.
el de sentido: Mallarmé no dejó de acosar la significación allí donde se produjera la pérdida de sentido, en particular en esas dos alquimias que son la Estética y la Economía política.
Todo se resume en la Estética y en la Economía política...
(...)
Y de marcar Mallarmé una ruptura ésta habría seguido teniendo la forma de la repetición; revelaría, por ejemplo, la esencia de la literatura pasada como tal. Haría falta, con ayuda de ese texto, en él, descubrir la lógica nueva de esta doble operación; la que, por lo demás, no se podría atribuir a Mallarmé sin echar mano de una teoría ingenua e interesada de la firma, justo aquella que Mallarmé, definiendo con precisión lo que llamaba «operación», no dejó, nunca de burlar. Un texto está hecho para prescindir de referencias. De referencias a la cosa misma, como veremos; de referencias al autor, que sólo consigna en él su desaparición. Esta desaparición está activamente inscrita en el texto, no constituye un accidente del mismo sino, más bien, su naturaleza; marca la firma con una incesante omisión. El libro se describe a menudo como una tumba.
(...)
Por el simul enigmático de la ruptura y de la repetición definiremos la crisis como el momento en el que la decisión no es ya posible, en el que queda en suspenso la elección entre vías opuestas. Crisis de la critica en consecuencia, que siempre habrá deseado decidir, por medio de un juicio (krinein), sobre valor de discernir entre lo que es y lo que no es lo que vale y lo que no vale lo hermoso y lo feo entre cualquier significación y su contraria. Crisis también de la retórica, que arma a la crítica de toda una filosofía oculta. Filosofía del sentido, de la palabra, del nombre.
¿Se ha interesado alguna vez la retórica por algo que no fuese el sentido de un texto, es decir, por su contenido? Las substituciones que la retórica define son siempre de sentido pleno a sentido pleno; incluso si uno de ellos ocupa el lugar del otro es en virtud de su sentido como se convierte en un tema para la retórica, aun en el caso de que ese sentido se encuentre en posición de significante o, como se dice también, de vehículo. Pero advirtamos que la retórica, en sí, no trata de las formas significantes (fónicas, gráficas) ni de los efectos de sintaxis, al menos en la medida en que el control semántico no los domina. Para que la retórica o la critica tenga algo que ver o que hacer con un texto, es preciso que un sentido sea determinable en él.
Ahora bien, cualquier texto de Mallarmé está organizado de modo que en sus puntos más fuertes el sentido permanezca indecidible; a partir de ahí. el significante no se deja penetrar, perdura, resiste, existe y se hace notar. El trabajo de la escritura ha dejado de ser un éter transparente. Apela a nuestra memoria, nos obliga, al no poder rebasarlo con un simple gesto en dirección de lo que «quiere decir», a quedarnos bruscamente paralizados ante él o a trabajar con él. Podríamos tomar prestada la fórmula de este permanente aviso de aquel pasaje de les Mots anglais: Lector esto tienes ante tu mirada, un escrito...
Lo que suspende nuestra decisión no es la riqueza de sentidos, los recursos inagotables de una palabra, sino cierto juego de la sintaxis (soy profunda y escrupulosamente sintáctico). La palabra hymen está inscrita en un lugar tan definido, en Minique, que nos es imposible decidir si se refiere a la consumación del matrimonio o a la membrana de la virginidad. La sintaxis de una breve palabra como or está a veces calculada para no permitirnos decidir si se trata del nombre (substancia metálica, oro), de la conjunción lógica (ahora bien), o del adverbio de tiempo (ahora).

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(...)
Aristóteles, que en su Poética y en su Retórica inauguró el elogio tradicional de la metáfora (en tanto que enuncia y nos da a conocer lo mismo o lo parecido) decía igualmente que no significa nada lo que no significa una sola cosa. El texto de Mallarmé no sólo infringe esta regla sino que deshace la falsa transgresión, la inversión simétrica, la polisemia que continúa señalando hacia la ley.
¿Se trata aquí, como a menudo se ha dicho, del poder de la palabra, de la alquimia del verbo? El nombre, el acto de la nominación, ¿no alcanza aquí su más grande eficacia, la que le han reconocido, de Aristóteles a Hegel, la poética, la retórica y la filosofía? ¿No ha convertido Mallarmé en tema propio este poder idealizador de la palabra que hace desaparecer la existencia de la Cosa por la simple declaración de su nombre?
(...)
En la versión final, la extracción y la condensación sólo conservan el brillo del oro, borran el referente: nada ya de nombres propios. Podría creerse que se trata de liberar de este modo una meditación poética sobre el sentido general del oro. Y el oro es ciertamente, bajo algunos aspectos, el tema de este texto. su «significado», podríamos decir. Mirado de más cerca, uno se da cuenta de que la cuestión está en escribir, en untar el significante or, de él, con él. Toda una configuración temática, muy rica por lo demás, explora sin duda la vena de or (oro), en todos sus sentidos; pero es. ante todo, pan hacer ver el significante or. el oro en cuanto que se convierte de substancia natural en signo monetario, pero también el elemento lingüístico, or, como letras, sílaba, palabra. El acto de nominación, la relación directa con la cosa, queda así en suspenso. Lo numérico, instrumento de terrible precisión, claro a las conciencias, se queda sin siquiera un sentido. A partir de ahí se abre la crisis, en los lugares análogos de la economía política y del lenguaje o de la escritura literaria: fantasmagóricas puestas de sol. Todas las puestas de sol mallarmeanas son instantes de crisis, cuyo dorado es continuamente recordado en el texto por un polvo de destellos de oro -or- (dehors, fantasmagoriques, trésor, horizon, majore, hors) hasta la desaparición del or. Se pierde éste en las oes tan frecuentes de esta pagina, en los ceros acumulados que cuando aumentan su valor es para reconducirlo a su nada...: ... si un número se incrementa y recula, hacia lo improbable, inscribe más ceros: significando que su total equivale espiritualmente a nada, casi. De la nada en sí misma no hay nada decidido.
(...)
En fin, ¿por qué el tratamiento crítico de este or no habría de jugar a distancia con su homónimo o, más bien, con su homógrafo inglés, el versus disyuntivo que en él se enuncia? Es bien sabido, y no sólo por su biografía, que la lengua de Mallarmé se deja elaborar siempre por el inglés, que se intercambia regularmente con él, y que el problema de este intercambio queda explícitamente recogido en Les Mots anglais. Razón que nos advierte que «Mallarmé» no pertenece enteramente a la «literatura francesa».
Y ¿cómo hacer figurar en un cuadro el desplazamiento histórico así operado, apertura y repetición de una memorable crisis (la literatura aquí sufre una exquisita crisis, fundamental), llamada evocadora, en el simulacro, de la forma teológica del gran Libro?
No ha faltado razón al relacionar este intento con el de los grandes retóricos. Mallarmé comparte sin duda más complicidades históricas con ellos que con muchos de sus «contemporáneos», e incluso más que con muchos de sus «sucesores». Pero ello es así, precisamente por haber roto con las saludables reglas de la retórica, es decir, con la juiciosa y filosófica representación clásica que ha dado de sí misma la tradición retórica, desde Platón y Aristóteles. Su texto escapa al control de esta representación, demuestra prácticamente su no-pertenencia. Si, por el contrario, llamamos retor no ya al que somete su discurso a las buenas reglas del sentido, de la filosofía, de la dialéctica filosófica, de la verdad, ni, en suma, al que acepta la retórica filosófica prescribiéndole sus reglas de buen gusto, sino, por el contrario, al que Platón -en su momento excedido- quería expulsar de la ciudad como un sofista o como un antifilósofo, entonces quizá Mallarmé sea un gran retórico; un sofista, sin duda, pero un sofista que no se deja todavía atrapar por la imagen que la filosofía ha querido dejarnos de él captándolo en un speculum platónico y, al mismo tiempo, lo que en modo alguno es contradictorio, situándolo fuera de la ley. Sabemos que, como tantos lectores de Mallarmé, Platón redoblaba su activo de conocimiento con una manifiesta admiración.
(Quizá hubiera sido preciso también hablar aquí de Stéphane Mallarmé. De su obra, de su pensamiento, de su inconsciente y de sus temas: de lo que, en suma, parece que ha querido decir, obstinadamente, del juego de la necesidad y del azar, del ser y del no-ser, de la naturaleza y de la literatura, y de otras cosas por el estilo. De las influencias, sufridas o ejercidas. De su vida, en primer lugar, de sus lutos y depresiones, de su docencia, de sus desplazamientos, de Anatole y de Méry, de sus amigos, de los salones literarios, etc. Hasta el espasmo, final, de la glotis.)

Jacques Derrida

Texto completo:

jueves, 5 de febrero de 2009

Galimatazo - Lewis Carroll
























El nombre de Lewis Carroll (1832-1898) es también el nombre de una anticipación lúcida: en el S.XIX, además de su inquietante narrativa, dejó trazas poéticas que, manteniendo una estructura en la que lo narrativo sigue siendo central, ya permiten entrever improntas que serán retomadas, entre otros, por las vanguardias latinoamericanas del S.XX, incluyendo la poesía concreta de Haroldo de Campos o la lúdica verbal del neobarroco. La condición precursora de L.C. remite, asimismo, al campo de la fotografía, con sus tentativas de reconciliar lo bello con lo corpóreo -a través de la reivindicación de la inocencia del cuerpo (contra la ética victoriana), a menudo confundida con una orientación perversa no probada (que algunos no dudaron en calificar de "pedófila") ligada a sus retratos, a los que finalmente renunció-.

Más allá de sus laberintos biográficos (que los hay), sobre todo, L. Carroll era un jugador: de las posibilidades de la lógica ("El juego de la lógica"), de la imagen y de la escritura, en suma, de las posibilidades de la imaginación radical. Ahí va una de esas muestras que hacen reconocibles algunos de esos saltos temporales, habituales en la literatura, que permiten prever lo imprevisible. Las lecturas de la producción literaria de Lewis Carroll, lejos de estar agotadas, siguen invitando a traspasar los espejos.

A. B.
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GALIMATAZO

Brillaba, brumeando negro, el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba.

¡Cuídate del Galimatazo, hijo mío!
¡Guárdate de los dientes que trituran
y de las zarpas que desgarran!
¡Cuídate del pájaro Jubo-Jubo y
que no te agarre el frumioso Zamarrajo!

Valiente empuñó el gladio vorpal;
a la hueste manzona acometió sin descanso;
luego, reposóse bajo el árbol del Tántamo
y quedóse sesudo contemplando…

Y así, mientras cavilaba firsuto,
¡¡hete el Galimatazo, fuego en los ojos,
que surge hedoroso del bosque turgal
y se acerca raudo y borguejeando!!

¡Zis, zas y zas! ¡Una y otra vez
zarandeó tijereteando el gladio vorpal!
Bien muerto dejó al monstruo, y con su testa
¡volvióse triunfante galompando!

¡¿Y haslo muerto?! ¡¿Al Galimatazo?!
¡Ven a mis brazos, mancebo sonrisor!
¡Qué fragarante día! ¡Jujurujúu! ¡Jay, jay!
Carcajeó, anegado de alegría.

Pero brumeaba ya negro el sol;
agiliscosos giroscaban los limazones
banerrando por las váparas lejanas;
mimosos se fruncían los borogobios
mientras el momio rantas murgiflaba…


De A través del espejo y lo que Alicia encontró al otro lado, Alianza Editorial, Madrid, 1973. (Traducción: Jaime de Ojeda).























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-----------Fotografía de Lewis Carroll

lunes, 2 de febrero de 2009

Presentación de Tangopoético - Miércoles 4 de febrero, Sala Matisse, Valencia.

El tango también es poesía.



Grupo Anáfora - Café Palabra y Palabras Andantes (con la colaboración como narrador de Arturo Borra) presentan el recital de tango-poético el Miércoles 4 de febrero, a las 20:30 hs., en la Sala Matisse, Valencia.

El tango, la música de tango, Miguel García Casas cantando inolvidables compases y poetas recitando tangos en una puesta en escena muy tanguera con dos parejas de baile que nos acompañarán.
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Más información:

http://estelj.blogspot.com/

http://caminantedenoche.blogspot.com/

Presentación del poemario "Efectos secundarios" de Antonio Martínez

Nuestro amigo Antonio nos envía los carteles de los recitales que brindará en Mérida y en Lisboa, en ocasión de la presentación de su poemario "Efectos secundarios". Para quienes estén más próximos, aquí va la información. En cualquier caso, le deseamos un excelente viaje y toda la suerte.
A.B.






jueves, 29 de enero de 2009

Dos encuentros literarios en Valencia, Sábado 31 de enero


POESÍA CONTRA LA BARBARIE


Sábado 31 de enero, Café de Las Horas, 17:00 hs.
C/ Conde de Almodóvar Nº 1, Valencia.






















Más información:

http://estelj.blogspot.com/




DIÁLOGOS EN LA LIBRERÍA PRIMADO: BELÉN GOPEGUI Y EVA FERNÁNDEZ
















En la Librería Primado, Avda Primado Reig, 102, Valencia
a partir de las 7 de la tarde este sábado 31


Diálogo con Belén Gopegui ("El padre de Blancanieves", "Lo real", "El lado frío de la almohada"...) y Eva Fernández (con su primera novela "Inmediatamente después"). Participarán Víktor Gómez y Enrique Falcón.






Instantánea del recital de Alberto García Teresa, Carmen Camacho y David Franco Monthiel el pasado 23 de Enero.

"Quizá haya llegado el momento de combatir también desde el lugar en donde se producen las ficciones. ¿Tiene sentido mostrar con la ficción una opresión que de sobra conocemos y en la que a veces participamos? Tal vez tenga sentido. Lo que parece claro es que esa crítica tal como se hace la mayoría de las veces desde el interior del capitalismo no moviliza ningún resorte en la imaginación de quien la recibe. Lo que parece claro es que desconocemos cuáles son los resortes que necesitamos movilizar. ¿Seríamos capaces de dejar atrás, mediante ficciones no melodramáticas, pero tampoco ambiguas, los valores individualistas, consumistas, irresponsables del mundo de hoy? Apenas lo hemos intentado".

(Belén Gopegui: "Sobre Los horacios y los curiacios: hipótesis para un arte coordinado")















La novela del siglo XX es una novela "mutilada" en tanto que olvida su carácter y sus personajes políticos, en opinión de Belén Gopegui, autora de El padre de Blancanieves.

Gopegui considera que "no se puede considerar la vida de una persona y despojarla de lo político, porque la política está en el dinero que gana, en la relación con su familia". Al no introducir esa tipología de personajes, la novela del siglo XX se está "automutilando", apunta Gopegui, quien asegura: "Yo intento escribir saltándome esa mutilación".

--"Voy a escribir desde el yo porque tengo la edad de Mañas y cuando leí "Historias del Kronen" se suponía que se hablaba de mi generación. En realidad estas reflexiones son, en este sentido, un ajuste de cuentas con dos novelas de la llamada “Generación X” por parte de una lectora que ha necesitado cuestionarles para intentar expresarse de otra manera.

No voy a hablar de toda la Generación X al completo, porque no sabría determinar quiénes son, ni he leído la gran mayoría de lo que la crítica consideró sus obras exponenciales. Tampoco permanezco ajena al debate sobre su inexistencia como Generación, más allá del interés editorial de rentabilizar a ciertos autores y obras “jóvenes”, para cierto sector del mercado. Además de esta novela, he escogido de Lucía Etxebarría, Beatriz y los cuerpos celestes.













El eje de mi cuestionamiento deriva de que cierta crítica calificó a su literatura de “realismo crítico”. Mi propósito, es confirmar mis sospechas de que estas novelas del también llamado “realismo sucio”, ante todo, suponen una pérdida de la realidad, de la materialidad y, junto a ello, una pérdida del juicio, el dolor y la indignación. Este despegue de lo material es común a muchas novelas contemporáneas, pero en el caso de estas del “neorrealismo social”, la mentira es doble (...)
No entraré a valorar en ningún caso su calidad literaria –que ha sido de lo que más ha cuestionado la crítica-, aunque sí cuestiono cómo y para qué cuentan lo que cuentan y desde qué posición como narradores. Me pregunto, por tanto, si estas obras posibilitan el encuentro, la autonomía de juicio y la rebeldía o si más bien asientan el aislamiento, el laxismo y la indiferencia, fundamental a un sistema como el capitalista que se acepta, en estas novelas, como natural, e incluso, único posible (...)".


(Fragmento de "Sobre el materialismo y dos novelas de la llamada Generación X",de Eva Fernández)


Eva Fernández y Belén Gopegui


Más información sobre este encuentro, en los blogs de Víktor Gómez y Librería Primado

http://viktorgomez.blogspot.com/2009/01/eva-fernandez-y-belen-gopegui-dialogos.html