sábado, 22 de octubre de 2011

«Gramática de papá» -José Koser



Había que ver a este emigrante balbucir verbos de yiddish a español,
 había que verlo entre esquelas y planas y bolcheviques historias
naufragar frente a sus hijos,
su bochorno en la calle se parapetaba tras el dialecto de los gallegos,
              la mercancía de los catalanes,
se desplomaba contundente entre los andrajos de sus dislocadas,
            [conjugaciones,
 decía va por voy, ponga por pongo, se zumbaba las preposiciones,
 y pronunciaba foi, joives decía y la calle resbalaba,
 suerte funesta déspota la burla se despilfarra por las esquinas,
 y era que el emigrante se enredaba con los verbos,
 descargaba furibunda acumulación de escollos en la penuria de
              [trabalenguas,
 hijos poetas producía arrinconado en los entrepaños del número y
            [desencanto de negociaciones,
y ahora sus hijos lo dejaban como un miércoles muerto de ceniza,
sus hijos se marchaban hilvanando castellanos,
ligerísimo sus hijos redactando una sintaxis purísima,
padres a hijos dilatando la suprema exaltación de las palabras,
húmedo el emigrante se encogía entre los últimos desperfectos de
              [su vocabulario rojo,
último padecía para siempre impedido entre las lágrimas del Niemen,
              fin de Polonia.


José Koser



José Kozer nació en La Habana en 1940 y en 1960 emigró a Estados Unidos. Enseñó lengua y literatura en el Queens College de Nueva York. Ha publicado alrededor de cincuenta libros. Padres y otras profesiones (Ediciones Villamiseria, Nueva York, 1972), Este judío de números y letras (Tenerife, 1975), El carillón de los muertos (Último Reino, Buenos Aires, 1988), Trazas del lirondo (Casa del Tiempo, México, 1993),  Dípticos (Bartleby Editores, Madrid, 1998), La Maquinaria Ilimitada (México, Ed. Sin nombre, 1998), Rosa cúbica (Buenos Aires. Ed. Tse Tsé, 2002), La voracidad grafómana: José Kozer (Edición de Jacobo Sefamí, México DF, Facultad de Filosofía y Letras de la Unam, 2002), Ánima (México DF, México, FCE, 2002), Un caso llamado FK. (México DF, México, Ed. Sin nombre, 2002), entre otros.

6 comentarios:

leonardo dijo...

hermoso homenaje al padre, como origen de la palabra. Del balbuceo foráneo que va hilvanando el castellano purísimo. Lengua que naufraga para decir el naufragio, que muda para decir la difícil mudanza, que muere diciéndose para que su dolor nazca en otra lengua.
Un abrazo

Arturo Borra dijo...

Querido Leonardo, homenaje a quien reinventa las lenguas, un padre sin Ley, balbuceando lo que no puede decir.

Más allá incluso de toda pureza originaria: no queda más que lenguaje naufragado que sigue, a pesar de todo, luchando por ser.

Gracias por acompañar esa gramática rasgada.

Un fuerte abrazo,

Arturo

Luis Nieto del Valle dijo...

Sobrecogedora prosa poética. Me ha llegado esa sensación de soledad por múltiples sumideros de la realidad: la emigración y todo lo que conlleva; y luego después ese natural distanciamiento generacional con los hijos, que en este caso se acrecienta con el diferente nivel en el uso de la lengua del país de acogida.
Un abrazo

Arturo Borra dijo...

Hola Luis, bienvenido por aquí.

Comparto lo que decís: está la soledad del que migra y esa lengua extrañada de sí misma, que por eso mismo se muestra propicia a la reinvención, esas marcas de un tránsito que quedan en ese "umbral" que somos.

Casi para trazar un paralelismo con lo que pasa hoy en España, donde la diáspora ha traído un cambio lingüístico notable (al menos en el campo poético, aunque no solamente), aunque sospecho que por el momento no demasiado percibido.

En fin, en esa diáspora nos encontramos.

Gracias por pasarte y otro abrazo,

Arturo

anamaría hurtado dijo...

Se es emigrante y náufrago también, y más que todo, en la lengua, ella es la tierra nueva que se alcanza apenas en la orilla, que invita adentrarse, que a veces es pradera, donde se explayan los nuevos sonidos, o empinada pendiente por donde se deslizan las conjugaciones.La lengua nueva en el hijo es el verdadero arribo a la nueva tierra. El texto magnífico da cuenta en sus ondulaciones de esa llegada y la mirada dibuja aquello del padre que se queda para siempre allá en el Niemen.
saludos
anamaría

Arturo Borra dijo...

Hola Ana María, siento ser tan lento en mis respuestas, pero no quería dejar de agradecer tus palabras.

Naufragio en las lenguas: una excelente forma de describir a esos extranjeros que somos. ¿Quién no naufraga? Incluso los que están demasiado asentados en su patria (el discurso especializado, el sentido común, la fe inquebrantable) deberían aprender a naufragar. Tal vez entonces pueda nacer esa tierra nueva de la que hablás.

"La lengua nueva en el hijo es el verdadero arribo a la nueva tierra". No podría decirse mejor. Reinventar el lenguaje es el principio de reinvención de una sociedad.

Gracias por pasarte y bienvenida.

Un cálido saludo,

Arturo