La sucesión de las cosas espléndidas
a.
b.
Rendí a los hundidos —sepulcro— una reliquia de sombras, la habitual llamada de rabia del doliente. Alguien reconocible sobre el lecho me recuerda ahora que la ausencia —nudo— es una patria (cimiento, hoguera donde ya clarea, ya abre sitio, ya no arde la herida sobre el párpado):
-----------------------------------enlazadas las manos, el milagro deja de ser artificio.
c.
Es él, el que da, retribuye los afectos. Él. Acumulándose en su fe. Él, suplantando la hoguera. Abreva de la desdicha: es un hombre sitiado. Un Dios sin rostro (acuérdate de mí Padre, acuérdate del balanceo y la infancia, acuérdate de la flecha y lo infinito), un hombre rehén de su memoria. Su cuerpo es presagio —mancha— vertiente atravesada por un lazo de sangre (acuérdate Padre, los hombres son sombra, la fe, guillotina).
d.
Es sei. La luz vacía. La masa delirante, arrastrada hacia el habitar, hacia tierra de lastras. La tarde —nunca en abril— donde una palabra (minúscula, intacta, sólo tres letras) establezca su reino. El tiempo donde los nombres regresen / yazcan / y salgan hombres al encuentro de hombres. La llegada de la raíz, la hora en que florezcan las sílabas y las piedras vuelvan a su lugar entre los muros de las casas. Un yo, un tú, un nuestro, un aquí, un fulgor profundo, una patria. Sea.
e.
Coloqué vestigios en las aguas (visibles sólo a los ciegos). En la oración escrita no había manos tendidas sólo un templo destruido / petrificada palabra que cortaba el rostro / un puño de tierra llevado por el viento:
-----------------------------------Era resaca, hábito de malestar afincado, angustia encadenada al cuerpo. Era hecho, trazo de aire entre brezales (si herida o mansedumbre / regazo o camposanto):
-------------------------------------------------------------------------------------------Era mi Padre quien sonreía. Era la sangre de vuelta en casa.
II.
---------------------------—“La guerra nace del hambre. No importa de qué. La guerra
---------------------------nace del hambre. No importa de qué. La guerra.”—
/ la promesa de sus piernas --mundo----------- / el regreso hacia su cuerpo ------patria
De Imperio (Ediciones Monte Carmelo, 2008).
8 comentarios:
la ausencia: nudo
!!!!!
recorro tu bló y me gusta mucho
saludos
Costa sin mar, me alegra que te haya gustado el blog. Bienvenido/a por aquí.
Gracias y saludos,
Arturo
Arturo, da gusto leer poemas como estos. Son necesarios y encima están muy bien escritos. Contra la estupidez de que solo se puede escribir sobre lo que uno vive en primera persona. Te felicito por traernos autoras así. Abrazo, Sergio
Sergio, comparto tu opinión. Reformularía y diría lo siguiente: un poema es necesario, entre otras cuestiones, porque está bien escrito. Claro que desborda esa condición formal. Hay una necesidad política de poemas así; una forma de descentramiento que no excluye el yo, pero lo rebasa. Un yo -encima- impersonal, que agencia en unas carencias comunes, en un hundimiento en el que no hay rastro del Padre que protege. Sí "rabia del doliente", ausencia anudada, promesa de un milagro y la secuencia continúa.
Creo que hay varios aciertos. También la devolución de la "intimidad" al campo social, rompiendo un familiarismo que impide pensar lazos sociales constituyentes.
Bueno, no me extiendo más. Gracias por pasarte y otro abrazo,
Arturo
Hace un tiempito vengo siguiéndole la pista a esta poeta como recomendaciópn de nuestro querido Pedro Montealegre. Encuentro su poesía de uan riqueza poco habitual, con texturas muy intensa e interesantes formalmente. Ganas de leer el libro Imperio, ojalá se consiga por estos lares.
Era mi Padre quien sonreía. Era la sangre de vuelta en casa.
Un placer poder leer a Rocío Cerón aquí, queda además bien alojada en tu casita entre tantas luces.
Un beso,
Laura.
Comparto lo que decís Laura. Rocío Cerón enlaza una experimentación formal poco frecuente -que incluye otros soportes además de la escritura- con un universo semántico vasto, en el que uno puede sumergirse sin agotarse ni agotar (lo textual).
Es una alegría encontrar poéticas así, capaces de mancharse con el légamo del mundo sin perder, por ello, su capacidad para seguir soñando.
Gracias por pasarte.
Un beso,
Arturo
Es un placer volver y volver por estos lares tuyos a encontrarme con estos textos de la mexicana Rocío Cerón cuya poesía tiene una fuerza poco común, abriéndose a varios estratos de lectura. Tu casa sigue siendo un hermoso refugio para la palabra.
Un abrazo
Querido Leonardo, qué bueno que estés de regreso... (ya me contarás por otros medios cómo te fue).
Por lo pronto, me alegra tenerte de nuevo por aquí; no somos muchos en esta casa, pero de vez en cuando se anima con diálogos álgidos.
Comparto tu juicio sobre Rocío Cerón. Estoy ansiando leer su "Imperio", a ver si lo consigo.
En cualquier caso, gracias por arrimar otra vez tu calor.
Espero en breve también retomar algunos diálogos interrumpidos.
Un abrazo fuerte,
Arturo
Publicar un comentario