domingo, 20 de diciembre de 2009

«Yolleo» -un poema de Oliverio Girondo



Yolleo

Eh vos
tatacombo
soy yo

no me oyes
tataconco
soy yo sin vos
sin voz
aquí yollando
con mi yo sólo solo que yolla y yolla y yolla
entre mis subyollitos tan nimios micropsíquicos
lo sé
lo sé -----y tanto
desde el yo mero mínimo al verme yo harto en todo
junto a mis ya muertos y revivos yoes siempre siempre yollando y yoyollando siempre
por qué
si sos
por qué dí

eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
----------y hasta cuándo





Para escuchar este poema, pulsa aquí.

28 comentarios:

Jose Zúñiga dijo...

Me supera: siempre que leo algo de Girondo me entran ganas irresistibles de ponerme a escribir.
Abrazo.

Portinari dijo...

Entre la oscuridad turbia de "lo demás", la soledad del yo. Que tampoco es que sea luz, pero no tiene nombre, tampoco, a prueba de su máxima soledad.
El poema es aún así un torrente de remolinos continuos. Hay que indagarlo, encontrar la particula.

Un abrazo Arturo.

Leonardo dijo...

¿hasta cuándo? Es la pregunta. Porque sin vos es sin voz. Sin el otro, sólo subyoyito nimio. Es verdad.
Magníficas vanguardias que abrieron tantos caminos. ¿Por cuál debe seguir hoy la poesía?
Un abrazo

Jesús Ge dijo...

El lenguaje en juego.
Enjugado.
El lenguaje enjundia.

Víktor Gómez Valentinos dijo...

Querido amigo, Girondo tiene la virtud de con su retorno avivar chispas, encender la noche de las lecturas opacas, transparentar las aguas del ingenio y generar gozo y relectura.

Arturo, convezcamos a Jesús GE para que lo recite. Es seguro un bombazo oírselo.

Un abrazo grande

Abelardo Martínez dijo...

Querido amigo Arturo:

Aprovecho el hueco para entroducirme entre la buena poesía, para desearos a todos una feliz Navidad. Este año tienes motivos de sobra para festejarla de forma muy especial.
Un fuerte abrazo

Arturo Borra dijo...

José, Girondo hace bailar el lenguaje... y así, tanto a vos como a muchos, nos invita a sumarnos a ese ritmo enloquecido, a ese desquiciamiento como única posibilidad de aproximarnos a la experiencia de lo indecible.
En cualquier caso, me alegra que Girondo te invite a escribir.
Gracias por pasarte.
Va un fuerte abrazo,
Arturo

Arturo Borra dijo...

Querida Portinari, soledad del yo que llora: yolleo que es llanto del yo solo, su oscuridad que llama, su yo llamando, que se encuentra en los remolinos micropsíquicos, en las partículas del lagrimal que llora y llama, yolleando como ninguno, como nadie, yolleo de la soledad que a pesar de todo juega...
Gracias por sumarte al torrente.
Un abrazo girondiano,
Arturo

Arturo Borra dijo...

Sí Leonardo, ¿hasta cuando este yolleo? Quizás, hasta siempre, porque somos ahí, en el amor y la soledad. Sin vos (sin voz): el otro nos constituye, por eso también nos ahueca. Los subyoyiyos nimios son tales porque el otro tatatodo está ahí, haciéndonos yollear.

Y en cuanto a las vanguardias históricas, siguen ahí, no para que las repitamos, ni tampoco para que las olvidemos. Están para abrir camino, para que las atravesemos en su experiencia del límite y podamos también nosotros continuar esa "tradición de ruptura" que quiere cambiar la vida.
Gracias por acompañar este yolleo.
Va un abrazo enorme,
Arturo

Arturo Borra dijo...

Sí querido Jesús, al apelar al lenguaje del juego, Girondo pone en juego el lenguaje: pone en cuestión su fundamento estable, muestra su insuficiencia, actualiza la posibilidad de su reinvención.
Lenguaje enjundiado, a fuerza de riesgo radical.
Otro abrazo enorme,
Arturo

Xabo Martínez dijo...

¿Se yollea mas en navidad?, entre la multitud el yo se siente mas pequeño, entre esa permanente mutabilidad del tiempo, el horizonte queda mas alla, siempre mas alla, ¿hasta cuando? y la pregunta queda ahi, como la espera de Godot.

Un abrazo.

Stalker dijo...

Cuán pronto olvidamos lo que lograron hacer en aquel tiempo ya tan lejano según nuestro cómputo. La vanguardia de Girondo no era mera pirotecnia lingüística, no: ausculta los resortes más profundos del estremecimiento humano, vaticina el abismo y en sus quiebros propone una salida. ¿Salvación a través de la aniquilación del yo? ¿Principio de una heteronimia que drene los abscesos pútridos de la sobredimensión egoica? ¿Denuncia de la impostura última, fatal, de la ruina impronunciable, del vacío que late bajo la máscara que hay tras la máscara?

Encarnarnos en un pulso vibrátil y eternamente mudable, defenestrarnos, convertirnos en punto de fuga, impugnar la cristalización de la identidad. Jugar, yollear, espaciar, descomprimir, columpiar...

Este texto es de lo mejor que he leído en los últimos tiempos, y demuestra la vigencia de este poeta incomparable,

abrazos

Arturo Borra dijo...

Querido Víktor, Girondo enciende la noche, desgarra el lenguaje para que pueda aproximarse a aquello sin-nombre.

Y si bien la lectura de Girondo es ardua y difícil -especialmente, para alguien que no sea argentino, y lo digo por la pronunciación fonética de la "ll" arrastrada como "y"- estoy seguro que Jesús podría hacerlo de forma hermosa.

Gracias por pasarte y un fuerte abrazo de fiesta que se aproxima,
Arturo

Arturo Borra dijo...

Gab, seguro que muchos yollean en navidad, como se yollea en las festividades -a veces tristes, frías, fariseicas-. A fin de año se formulan aquellos ideales que el resto del año nos encargamos de pulverizar.
Y entonces el yo pequeñito se refugia en un costado, mira y no deja de llorar todas las traiciones de las tradiciones. Sin espera, sin más que la intemperie que pregunta hasta cuándo todas estas fiestas solas...
Gracias por habitar esta casita de barro.
Un fuerte abrazo,
Arturo

Arturo Borra dijo...

Querido Stalker, qué lectura hermosa y profunda has hecho.. Comparto plenamente lo que decís: la lúdica del lenguaje, en Girondo, no es sino otro aspecto de su lucidez poética, de su reinvención del lenguaje puesto al servicio de la vida.
Si traigo a Girondo a fin de año es para recordar aquel espíritu vanguardista que jamás fue reductible a un compendio de "técnicas de escritura". Sus búsquedas eran otras, estéticas y vitales indisolublemente.
Nada de pirotecnia aquí: abismo, referencia a un yo no sé si aniquilado, pero al menos brutalmente desplazado, para dar lugar al otro. Por eso ni indidivualismo ni colectivismo: apuesta por esa tensión entre el yo y la colectividad. Un "yo" así es pluralidad: principio de una heteronimia sin punto esencial, sin "ego" centrado. Y al yollear no se hace sino un reconocimiento de nuestra ruina, el yo arruinado que no puede ni quiere exhibirse en un lenguaje circense, sino gritar lo que no puede gritarse: un yo que sólo llama, que llamea, en su soledad sollozante. Destrucción de la identidad: yo soy otro, sí, pero más: sin otro no hay yo, contra los credos tan al uso.

Gracias por este comentario que siento tan próximo.

Un fuerte abrazo,
Arturo

Arturo Borra dijo...

Querido Abelardo, pensé que ya te había contestado antes, pero ya ves, mi despiste está ahí, y mis conversaciones mentales se habían anticipado a las manos.
También desde esta casita habitada y luminosa -lo digo siempre por esos otros habitantes que están a mi alrededor dándome sentido- te deseamos que disfrutes estos días festivos. Desde la intimidad, festejaré también por todos los que yollean.
Gracias por acompañar.

Otro fuerte abrazo,
Arturo

Laura Giordani dijo...

Altazor de Huidobro, Trilce de Vallejo, En la masmédula de Girondo... cómo olvidar esas puntas que abrieron tantos cauces.
Este poema de masmédula es una plegaria rabiosa, sin respuesta, a un ser trascendente que no responde. Un dios ausente al que –en un rapto de audacia y genialidad, Oliverio tutea llamándolo “tatacombo”: cópula de la palabra criolla “tata” (papá) y lo alto, el cielo, la bóveda celeste haciendo esa siempre mortal curva en la llanura, paladar de muerto. Orfandad del yo, sin voz ni padre.

Hay una interpelación a ese dios, campechana, casi desafiante:

Eh vos
tatacombo
soy yo

no me oyes
tataconco
soy yo sin vos


también Huidobro hace copular palabras en su Altazor, ahora recuerdo mandodrina y golonlina.
Y estas alteraciones no obedecen –como indica tan bien stalker- a pura dimensión lúdica o despliegue formal, hay una indagación desesperada respecto a los límites del lenguaje y en este caso, del propio yo que llama y solloza desde sus membranas y la propia voz, con su cacofonía como única respuesta se hace mucho más que un juego formalista o fónico, son los ecos propios chocando con las paredes de ese yo que nos encierra y en el que nos ha dejado abandonados “tataconco” , un padre ronco, un dios afónico al que finalmente llama con irreverencia y ternura: “tatatodo”. Padre de todo y nada. Girondo articula esa afonía para hacerla audible:

eh vos
no me oyes
tatatodo
por qué tanto yollar
responde
y hasta cuándo-

Gracias por dar cabida a esta poesía necesaria y movilizadora.

Un beso,

Laura.

Arturo Borra dijo...

Laura, tu comentario no sólo es agudo: abre puertas a muchos y es también un llamado a la detención, a no pasar tan rápido, a no desistir ante las oscuridades iniciales que algunos poemas ponen.
Inscribís este poema dentro de las vanguardias latinoamericanas. Y de eso se trata: de una cumbre, de esas que otros admiramos por su osadía.
En cuanto a "Yolleo" me parece que aportás matices muy significativos.
Para mí la interpelación del poema era a un Otro tan ausente como necesario. No lo tenía como un ser trascendente ni lo remitía a la figura de Dios. Un Otro que no responde, que nos deja en soledad, que hace que el yo solloce solo y urgido de otro.
Sería una buena forma de decir, también, que el Otro no existe: sólo otros, minúsculos como el yo.
Pero en tu lectura señalás esa tríada "tatacombo”, "tataconco" y "tatatodo" y esas son pistas relevantes para determinar ese "vos" llamado por el poema: un dios que nada dice, que nos abandona (si estuvo alguna vez), en suma, que crea la soledad.
Podría decirse de otro modo: dado que no hay gran Otro (un Sujeto pleno), nuestra incompletitud no se puede suturar. Y en eso consiste la experiencia amorosa: dar cabida a un otro que no puede completarnos y que, sin embargo, da cabida a esos subyoyitos.
En cualquier caso, en el desquiciamiento de la forma hay una preocupación que dista de ser formal.
Gracias por hundirte así en la lectura.
Un beso,
Arturo

Eastriver dijo...

A veces el juego esconde una desolación verdadera. Hay que tener una sensibilidad muy acusada para saber que también se llora con las letras que se desordenan cuando se desordenan los afectos. Me dejaste k.o. Un abrazo.

Arturo Borra dijo...

Estriver, me alegra que te sumes a este espacio que sólo quiere ser punto de diálogos que proliferan (posibles, a pesar de las dificultades).
Comparto lo que decís: tras la dimensión lúdica desolación. Y Oliverio Girondo hace del juego de la dislocación la posibilidad misma para internarse en el llanto fonetizado, por así decirlo.
No me extaña el efecto conmovedor que produce este poema: golpea en la sensibilidad de quien en su mismidad llora su abismo.
Muchas gracias por pasarte y otro abrazo,
Arturo

María Socorro Luis dijo...

Toda la felicidad posible, para ti y para los que amas.

Con mucho cariño. Soco

Arturo Borra dijo...

Querida Soco, el mismo deseo para vos y gracias por la calidez y proximidad continuas.
Un fuerte abrazo de nuevo año,
Arturo

Jose Zúñiga dijo...

Y ya: feliz 2010, Arturo.

Arturo Borra dijo...

Gracias José por tu deseo y otro abrazo bien fuerte para vos.
Arturo

nuria ruiz de viñaspre dijo...

el lenguaje engendra lenguaje
Girondo nos hace Girar

hermoso poema de amor

abrazos y besos

Arturo Borra dijo...

Sí Nuria, proliferación poética...
y giros en su sentido más radical.

No estoy seguro que "Yolleo" sea un poema de amor. Más bien, me parece un poema de la pérdida, de la experiencia de la soledad. Pero en cualquier caso, también las lecturas proliferan...

Gracias por pasarte y un fuerte abrazo,

Arturo

Isabel Mercadé dijo...

Pues a mí me ha encantado oírlo en la voz del propio Girondo y, ¿me lo parece sólo a mí, o tanto el texto como el recitado está, además, cargado de ironía?
En cualquier caso, gracias, Arturo.

Arturo Borra dijo...

Hola Bell, me alegra encontrarte girondeando... es una aventura llena de matices. Y la ironía es uno de esos matices. Aunque en este poema está la gravidez del dolor, es cierto que hay espacio también para la ironía (y la risa, en su sentido más profundo). Yo la percibo en la interpelación que hace a una figura ausente, ese gran Otro que no está. ¿Cómo se puede hablar a un interlocutor inexistente?

Y si te gusta Girondo te recomiendo que escuches "La mezcla" y "Cansancio". Son excelentes recitaciones... que ahondan en estos rasgos.

Gracias a vos Bell y permitime enviarte también un abrazo,

Arturo