Stellarc representa el intento de reemplazar el hombre por la máquina, es el contemporáneo de una crucifixión del cuerpo humano por la tecnología. Es el hombre pre-robot, el apóstol de la máquina que vendrá tras él. En cierto modo representa el final de su propio arte. Él quiere ser el S. Juan del Apocalipsis del cuerpo, el S. Juan de Patmos que profetiza el Apocalipsis. Por ello lo comparo con Artaud. Como Kafka, Artaud era contemporáneo de los campos de concentración. Sterllarc es el contemporáneo de los actos terribles que están sucediendo ahora en Yugoslavia y en otros lugares -que no son temas muy discutidos en arte pero que deberían serio. Continúo escandalizado por la anterior edición de la Bienal de Venecia, que tiene lugar a escasa distancia de una guerra civil europea, y por la pobreza de las referencias que a ella se hacen.
Es una guerra que nos atraviesa, y Stellarc ilustra el hecho de que el hombre se ha convertido en inútil, y de que la máquina lo está reemplazando. Él manifiesta esta pérdida del propio cuerpo; es su lado barroco. Se jacta de que permite que su cuerpo sea reemplazado por la máquina.
Desde que el arte ya ha perdido su lugar y ha empezado a flotar entre los mundos de la publicidad y los media, la última cosa que resiste es el cuerpo. Piensen lo que piensen artistas como Stellarc o la gente del teatro o la danza, son artistas del habeas corpus, aportan sus cuerpos. Aún así, ellos señalan la línea de avanzadilla, la posibilidad de ir más allá del cuerpo pasa por ellos. Lo dramático del teatro, la danza y el body art, en el sentido que venimos hablando, es que prefiguran un límite. Plantean la cuestión del «hasta dónde». Es también una pregunta ética en el contexto de la ingeniera genética, ante los problemas del tráfico de seres humanos como materia prima mejorable, el cuerpo considerado como una materia prima, el cuerpo de la «hominicultura» como dicen algunos científicos.
Por eso yo estoy enamorado de los cuerpos. Creo que junto al «SOS: salvad nuestras almas», deberían inventar también un «SOS: salvad nuestros cuerpos de la electrocución electromagnética». Todo el mundo debería releer el maravilloso libro de Villiers de l'Isle Adam, La Eva Futura, modelo de María, la «mujer eléctrica» de Metrópolis de Fritz Lang. El libro anticipa la superación del cuerpo por ondas corporales, por cuerpos de emisión y recepción. Y por tanto la cibersexualidad -pero también la cibersocialidad, la cibercultura en general...”
Entrevista a Paul Virilio, extractada de
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Stelios Arcadiou, máximo exponente del body-art cibernético, basa su creación en ideas y aspectos de la obra de Marshall MacLuhan, para construir una ‘fantasía’ posthumana que tiene la intención de crear un nuevo ser híbrido entre el hombre y la máquina (un posthumano), un ser postevolutivo cuya vida se desarrolle en una teleexistencia a través de la interconexión con una red de superordenadores y de otros seres posthumanos.
Stelarc se distancia del resto de body-artistas en algunos aspectos. En primer lugar, se distancia de una manera casi clínica con respecto a su propia existencia física: hablará siempre de “el cuerpo”, nunca de “mi cuerpo”. Este aspecto lo diferencia tajantemente de las body-artistas feministas, que reivindican su propio cuerpo como arma política de liberación del patriarcado. Asimismo, las feministas conciben al cuerpo como representación un simbolismo religioso, reinterpretado según los cultos paganos a las diosas antiguas. A diferencia de las feministas del body-art y de la New Age, Stelarc rechazará toda connotación religiosa o mística de su obra.
El punto de partida de esta especie de “estética protésica” de Stelarc es la idea macluhaniana de transformación y cambio del cuerpo: “la estructura fisiológica del cuerpo determina su inteligencia y sus sensaciones, y si se modifica esa [estructura], se obtiene una percepción alterada de la realidad.” (La cita es de Stelarc, en Marc Dery, Velocidad de Escape, pág. 165)
Otro aspecto fundamental en su propuesta es la noción de “tecnoevolución.” Las performances que realiza son instrumentos que interactúan con su propio cuerpo (El Cuerpo Amplificado, El Brazo Virtual, etc.), al modo de una “sinergia cibernética [en la que] la separación entre el que controla y el que es controlado [el hombre y la máquina] se vuelve borrosa: Stelarc es prolongado por su sistema de alta tecnología pero constituye a la vez una prolongación de dicho sistema.” (Dery, Velocidad de Escape, p. 177)
Por otro lado, sus veinticinco Suspensiones (en las que se el artista se cuelga de una serie de ganchos de acero inoxidable en distintos lugares, desde la sala de un museo hasta una grúa setenta metros sobre el Teatro Real de Copenhague), son “evocaciones de la ingravidez prenatal (…) del sueño espacial de flotar sin gravedad.” (Dery, Velocidad de Escape (VdE), p. 177)
Es preciso pues, aceptar que “EL CUERPO ESTÁ OBSOLETO” y tomar un camino postevolutivo que permita diseñar un nuevo ser posthumano:
“LA EVOLUCIÓN ACABA CUANDO LA TECNOLOGÍA INVADE EL CUERPO. El cuerpo no como sujeto, sino como objeto, NO COMO OBJETO DE DESEO SINO COMO OBJETO DE DISEÑO.” (La cita es del propio Stelarc, en VdE, p. 184)
La tarea propuesta es, por lo tanto, la de descarnar el cuerpo para convertirlo en una máquina cibernética que posibilite una mayor adaptabilidad a cualquier medio y una comunicación directa con las máquinas artificiales, es decir, convertir al ser humano en un ciborg, cuya mente puede interconectarse a cualquier medio artificial gracias a un cuerpo cibernético. Este ser, sin piel ni órganos inútiles para su expansión, y dotado de componentes electrónicos, chips, sensores, etc., permitiría la vida en cualquier lugar, incluso en cualquier “sistema fisiológico pan-planetario; [el nuevo cuerpo sería] duradero, flexible y capaz de funcionar en condiciones atmosféricas diversas y en campos gravitatorios y electromagnéticos.” (Stelarc, en VdE, p. 185)
Asimismo, gracias a la capacidad de interconectarse a través de redes cibernéticas, estos seres postevolutivos alcanzarían la inmortalidad gracias a la sustitución permanente de sus componentes. Esta capacidad se uniría a la tendencia a la exploración espacial que les presupone Stelarc. A través de la interconexión, estos teleoperadores posthumanos atravesarían el espacio utilizando brazos robóticos que permitirían experimentar el tacto de los asteroides o de las superficies de otros planetas. Stelarc defiende una teoría de la velocidad de escape en la que el cuerpo se desprende como un cohete de sus limitaciones terrenales al mismo tiempo que el hombre acelera su evolución posthumana y pan-planetaria.
Extraído de http://losojosdelafilosofia.wordpress.com/2008/10/28/psicologia-stelarc-un-body-artista-de-la-era-cibernetica/
6 comentarios:
Muy lejos de la realidad cibernética, me ha hecho pensar en la obra muy política de este artista colombiano, Rosenberg Sandoval que trabaja con un material producto, muchas veces, de la violencia del país. Dejo un enlace.
http://www.rosembergsandoval.com/el_cuarto_del_artista.htm
Hola Leonardo, me alegra que esta entrada te haya invitado a comentar. Sé que es larga, densa e incluso alejada de nuestro entorno más inmediato, pero sin dudas Stellarc es una de las posiciones artísticas más críticas con respecto a la metamorfosis tecnológica del cuerpo.
En cuanto a Rosenberg Sandoval lo conozco poco, pero lo buscaré
a partir del link que anotas. Si es como anticipas, seguro que me interesa. Ya te comentaré algo al respecto.
Mientras, muchas gracias por poblar estas páginas.
Un abrazo,
Arturo
Es que lo interesante de un blog como el tuyo es que nos incita a la reflexión, a sacudir la inteligencia y la curiosidad que tan fácilmente pueden dormirse en este mundo.
Un saludo
Leonardo, gracias otra vez. He visto lo que me has recomendado y me interesa: en ambos casos, hay un grito persistente; el grito de Munch también, ante una contemporaneidad que literalmente devora el cuerpo o lo hace apéndice de sus prótesis.
No creo que estemos escuchando suficiente a estos críticos. Me parece bastante preocupante, porque están hablando de lo que nos ocurre: incluso, por implicación, también están hablando de nuestros ciber-mundillos, blog incluidos.
Habrá que seguir escuchando amigo.
Un abrazo,
Arturo
arturo:
muy interesante stellarc en lo que respecta a su indagación sobre el cuerpo, sobre el cuerpo dentro de la era de la tecnología, y no se trata de una indagación en el futuro, sino en el presente, porque aunque no haya coches volando ya estamos viviendo en esa era de técnica. stellarc no habla de ciencia-ficción, sino de realidad, de presente.
me apunto yo también a sandoval, a ver que me encuentro.
un beso.
Hola Ana, me alegra que te interese Stellarc. Es alguien a quien pienso que deberíamos escuchar. Está intentando decir algo (lo cual es difícil). En un tiempo donde cuesta tanto decir algo relevante, él lo está haciendo.
Como bien dices, nada tiene de ciencia ficción. Es nuestro presente, en algunos planos al menos y en algunos continentes.
Como sea, me alegra verte por aquí.
Haré un link con tu página así me paseo cada tanto por allí.
Un abrazo fraterno,
Arturo
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