lunes, 23 de julio de 2012

«Naguaya» y «Youkali»: dos revistas electrónicas empecinadas en crear (otros) mundos

Acaban de salir, de forma simultánea, las últimas ediciones electrónicas de Nayagua (revista de poesía) y Youkali (revista crítica de las artes y el pensamiento).

¿Qué tienen en común estas revistas, además de compartir un formato electrónico? Tal vez, su apuesta por crear otros mundos, en los que (cierta) poesía y (cierto) arte tienen un lugar central en la subversión del presente. 

Ambas revistas -cuidadas en su edición y su diseño, así como rigurosas en la producción de contenidos- procuran dar visibilidad a formas críticas de pensamiento y discurso que erosionen los rituales -poéticos, artísticos, políticos- que hegemonizan nuestra actualidad.

La pluralidad de perspectivas en juego y  la recuperación de matrices teóricas, ideológicas y literarias divergentes son parte constitutiva de estos proyectos editoriales. ¿Cómo no celebrar estas tentativas que abren el mundo cuando los discursos dominantes se empeñan en cerrarlo? Esa apertura crítica ya justifica la lectura de estas (otras) producciones culturales. 


En la diáspora, nada es seguro. Sólo la necesidad de desplazarnos y seguir construyendo lo que no tenemos. Entretanto, estas dos revistas recomendadas siguen anticipando vestigios de un porvenir distinto.

Arturo Borra


domingo, 8 de julio de 2012

"una manera de cantar de rodillas" -un poema de José Viñals




Quiere que invente
como una escoba una palabra
para barrer los nichos del lenguaje
y un niño dentro de la escoba
dentro del niño un río
y en el río una ojera para los buzos
y en el buzo un martillo
y en el martillo un ojo
de escarabajo muerto por asfixia
y dentro un girasol desobediente
y dentro un pueblo de arlequines de pies de hojas de libro
dentro el balido de las cabras y un caramillo errante envuelto
-------en lienzo hospitalario
dentro una espuma que agoniza de boca de cereal pastor de lunas descarriadas
y dentro de la espuma un mapa cómplice
de prados anchos como mejillas y ciudades innobles
-------rodeadas de mendigos
-------y en el mapa alfileres con cabezas fragantes como
-------delitos de inocencia como frutas promiscuas en la
-------bodega de las barcas de carga
dentro del alfiler el buen veneno de la aurora
y dentro del veneno el tropel de caballos leonados por el
-------fulgor del miedo de morirse.

Quiere que invente una manera de cantar de rodillas
y estar de pie en el episcopado de la tarde
a la hora en que sale a pastorear la estrella nueva
y el alma se recluye en la boca de cieno vagabundo de la oruga terrestre.

Quiere que extinga los viñedos
del nombre que decae de padre a padre,
cada vez más otoño y podredumbre, descascarado en la garganta
sin ebriedad del árbol de jilgueros sordomudos
cuya semilla ultramarina duerme en la piel de toro
sacrificada sin orgullo tres siglos antes del bramido de su muerte terrible,
-------sobre el estiércol blanco de la harina de los oficios patriarcales.

Quiere que escupa mi josé apolillado,
las amistades del bautismo
donde un agua sin pez sin tempestades
se derribara entre mantillas.

Quiere que me encaballe en la blasfemia
que me lance a galope sobre el asfalto de los rostros
que me encabrite sobre el trono del rey mediocre del granero
-------de pueblos con estirpes viscerales
que enlode los jardines y el infame jazmín de la que ama
la soledad de su esqueleto de virgen intocable
que me meta en cenizas y patalle en charcos de fragancias
civilizadas e incorruptas.

Quiere que siembre espantapájaros
en la almáciga de víctimas oscuras,
que me encapulle en la indecencia
y me vuelva feroz contra mis dientes,
la presa alada que persiguen,
y su rencor contra la huida del poema
luminosa y abyecta.


José Viñals, de Entrevista con el pájaro.

martes, 19 de junio de 2012

"¿Adónde van los árboles negros que beben aquí?" -dos poemas de Sylvia Plath




 
Cruzando el agua

Lago negro, barco negro, dos personas negras recortadas en papel.
¿Adónde van los árboles negros que beben aquí?
Sus sombras deben cubrir Canadá.

Un poco de luz se filtra de las flores acuáticas.
Sus hojas no desean que nos apresuremos:
Son redondas, chatas y cargadas de secretos consejos.

Mundos fríos se sacuden del remo.
El espíritu de la negrura está en nosotros, está en los peces.
Un tronco levanta ahora una pálida mano, como despedida;

Las estrellas se abren entre los lirios.
¿No te enceguecen estas sirenas sin expresión?
He aquí el silencio de almas confundidas.






El jardín solariego

Las fuentes resecas, las rosas terminan.
Incienso de muerte. Tu día se acerca.
Las peras engordan como Budas mínimos.
Una azul neblina, rémora del lago.

Y tú vas cruzando la hora de los peces,
los siglos altivos del cerdo:
dedo, testuz, pata
surgen de la sombra. La historia alimenta

esas derrotadas acanaladuras,
aquellas coronas de acanto,
y el cuervo apacigua su ropa.
Brezo hirsuto heredas, élitros de abeja,

dos suicidios, lobos penates,
horas negras. Estrellas duras
que amarilleando van ya cielo arriba.
La araña sobre su maroma

el lago cruza. Los gusanos
dejan sus sólitas estancias.
Las pequeñas aves convergen, convergen
con sus dones hacia difíciles lindes.




Morir
Es un arte, como cualquier otra cosa.
Yo lo hago excepcionalmente bien.


Sylvia Plath con Ted Hugges


lunes, 28 de mayo de 2012

"Un cielo imposible": tres poemas de José María Gómez Valero



Sentidos (I)

En los ojos
un cielo
imposible,
un cielo
tan azul,
tan distinto a la palabra
cielo,
que su clara verdad
se me clava
y duele.


Parentesco

El combatiente
obligó a sus hijos

a rezar junto a él

a los pies de la tumba
de su enemigo



Cambio climático

Nos resulta difícil escapar.

Se nos acaba el tiempo
para salir de aquí sin daño.

La asfixia crece lúgubre
en las últimas grietas
aniquilando brotes y posibilidades.

Se reduce el espacio
que separa la herida
de los cuerpos.

En nuestro miedo braman,
furiosamente inmóviles,
grandes osos polares
sorprendidos por el deshielo.

De Los augurios, Icaria, Barcelona, 2011.


domingo, 13 de mayo de 2012

Dos poemas de Miguel Ángel Curiel: "...con mi herida llena de hierba".

Grabado de Miguel Ángel Curiel

 
"...con mi herida llena de hierba"
M.A.C.

Estelas

Escribo en una mesa bajo la higuera. En la luz, y la luz no permite que vea las palabras que escribo. Escribir a ciegas. Y entonces Digo, me faltó claridad, expresarlo todo de manera más clara. No lo puedo romper. Escribo para salvar a alguien una carta dirigida al poder. Las palabras no querían chocar. Después queda el largo silencio de lo no escrito. Se desliza la oruga por el hilo de su boca. Sostenernos o caer nosotros de esa manera, con el hilo invisible de nuestras palabras al momento en el que se van disolviendo en un cuaderno siempre abierto. Una mosca en la hoja, la luz en la hoja, la sombra de un hombre en la hoja. Alamres donde el viento silba. No he silbado nunca así, con labios quemados por las palabras. Cuerdas vocales donde silban mis antepasados. Voces a lo lejos de gente bañándose en un río. Voces de alegría a lo lejos. Si supieras lo que te dicen ya no serían voces lejanas. Estoy lejos de donde soy. Un reparador de espacios podría aquí hacer almas de mimbre y cardos negros. ¿Bailo ahí? Nó sé bailar, pero tengo que bailar, girar como un pez en la mano para echar la luz de mí. Rata de agua. Lo que deja estela es bueno. Cama de animales en el sembrado. Después se levanta la hierba en nuestros ojos llenos de anzuelos. ¿Cómo arrancar de nuestros ojos estos anzuelos de nada y del vacío? O siguiendo ese rastro de caracol o película de baba. Una escritura natural, segregada como espacio más que como rastro. Y si no, estar quieto, mirar la mano. Apenas ya hay palabras para ti en el mundo. El crujido de esa piedra es el chasquido de mis nudillos.




Una mano extraña

Mano de otro.
Incluso cuando
escribo con ella
es la de otro.
No sé de quién
es mi mano.
La miro
y hace lo contrario
de lo que le ordeno,
y cuando escribo
va más rápido que yo.
Escribe para
alejarse de mí.




sábado, 21 de abril de 2012

"Los huesos livianos de los pájaros": dos poemas de Laura Giordani

Pintura de Laura Giordani

Este cielo –archipiélago encendido sobre los cráneos- será prodigio renovado cada noche, mientras los ojos se abran al fulgor que llega tardío a las retinas, fogata de un náufrago muerto hace tiempo. Nuestras cuencas rastrean algún signo, alguna hoja de ruta en los astros convalecientes de un esplendor remoto, como si custodiaran algo que nos pertenece en su pulso quebrado por la longitud del viaje.

Traducimos en belleza ese furor de polvo y gases y luz a la deriva: diáspora que sólo encuentra permanencia en nuestra frente.

[Cielo nocturno]






Porque el agua se me fuga
y yo -pura sed- soy un zahorí
que remata sus varas.
Porque las palabras regresan de un viejo abuso
y ya no tienen fuerzas para escalar los labios.

Tendré que invocar una caída
en el umbral mismo del verbo
con la fe de todas las manzanas.

Saltar muy dentro, libre
al fondo de las cosas, deshabitar
la memoria, su ciudadela
adoquinada, su lacre, los arquetipos
rotos en las esquinas
ofreciéndome su cuerpo.

Dejar de buscar advientos
en el pan de ayer, las migas que con que solía
despilfarrar el hambre, sacudir las cortezas
que ya ni pueden recordar su savia.

No bastará con la poesía;
habrá que tener además
los huesos livianos de los pájaros.

[El salto]



Entrevista en Definición de savia a Laura Giordani
por Esther Ramón y Juan Soros,
(18/4/2012)

Para escuchar la entrevista, aquí.


Con vocación de intemperie

La poesía de Laura Giordani tiene “vocación de intemperie”. Su escritura se expone a la fragilidad de lo diminuto, desplazándonos a aquellas regiones de lo real tan desapercibidas como inermes. Hay “viaje adentro”, no como repliegue ensimismado, sino como incursión en esa “herida sin clausura que es vivir”, constitutiva de lo humano. En esa grieta nace un hontanar que desafía la gravedad desde una “infancia futura”, ligada a la promesa de una mirada nueva. Por eso Laura evita la grandilocuencia: para revelarnos en la pequeñez texturas vulneradas, belleza inédita, anatomía de un mundo imperceptible donde se fragua lo visible. Y si su poética esquiva el encantamiento, lo hace traspasando el umbral de la medida habitual, para detenerse en esas minúsculas muertes diarias que aprendimos a naturalizar. De ahí su interrogación del fragmento, la detención inicial en esas “alacenas de besos olvidados” que acompañan como una sombra el porvenir. La noche retorna, próxima: allí está la gravedad de las horas y la promesa del resguardo. Porque en tensión con la noche, y a pesar de lo probable, persiste la promesa de una blancura que mancha.

Como discurso de la fractura, de intenso lirismo, en un mismo movimiento somos lanzados a un vuelo que ya preanuncia su caída, el abismo sobre el que merodea todo resplandor. De modo simultáneo más que sucesivo, entregarse a la ensoñación es también precipitarse de rodillas sobre los harapos. Una luz extrañada e íntima redescribe esta apertura que llamamos realidad. La poesía se hace así puesta en crisis de los sedimentos del sentido. No por azar se nos pide otros ojos, cristales que ayuden a percibir aquello que nos desconsuela pero alienta a transformar la herrumbre. A pesar del tedio dominical, de la aspereza de una lengua erosionada y la materia vencida, del vocablo apócrifo y del sacrificio de los huesos, persiste una plegaria como espacio de una añoranza que no da las espaldas al dolor. De ahí esa palabra-topo que Giordani reclama “para recibir de lleno la indigencia”. En pleno vuelo, contra toda tentativa esteticista, su poética nos sacude con dureza: los vertederos están ahí, aunque vallemos el goce, aunque apelemos a tachaduras para ocultar este “rompecabezas inmundo” que rompe la dulzura e interroga el cielo.

Esta poética de la caída, con todo, urde resistencias con hebras rotas, con el testimonio de posibilidades arrasadas. En su escritura, su sensibilidad trabaja para despojarse. Sólo desde esa desnudez, entonces, invocar una palabra que abrigue del “credo de las pérdidas” y arriesge la levedad ante tanto derrumbe: puesto que la poesía no basta, "habrá que tener -además-/ los huesos livianos de los pájaros".

Arturo Borra 

domingo, 15 de abril de 2012

"En el asombro oscuro del poema" -un poema de María Negroni


















IX

algo llega
o es como si llegara
en pequeñas oledadas de sed
a algún país de mí
a punto de surgir
-----como una luna

como una oscuridad
al borde de la noche llega
----o pareciera que llega

crece el agua
en mi lenguaje aproximado
---como un secreto mío
que aceptara morir

aparecer
ardiendo en la ternura
que va de nadie a nadie
cuando tu luz abre las alas

algo llega
o habrá venido siempre
---como una irrealidad que el agua inventa
sin saber que lo que busca
---es ella misma
distraída de buscar

esto que somos
un miedo en lo extranjero del lenguaje
un pedacito de tiniebla
----en la precaria casa
----de vivir

así
la noche de tu cuerpo
no es tu cuerpo
es apenas la urgencia de escuchar
----eso que canta
en lo amarillo del otoño
como país de lo invisible
tanta piedra o cielo de mi sol
----o herida que se sabe
ternura encarcelada

oscurece
la música es el centro
de lo que no ocurre

falta mirar
lo que vemos

la paulatina aparición de lo perdido
tu belleza que sube por mi frase
más desconocida
----y es este desierto inmenso
iluminado más que nunca

donde soy
y no soy

el agua que te bebe