miércoles, 12 de febrero de 2014
sábado, 11 de enero de 2014
Poemas de Susana Thénon: "donde el aire se asfixia y el miedo es impune"
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Fotografía de Susana Thénon |
Aquí, ahora
Sé que en algún lugar
la alegría se desparrama
como el polen
y que hace tiempo
los hombres se yerguen
como jardines definitivos.
Pero yo vivo aquí y ahora,
donde todo es horrible
y tiene dientes
y viejas uñas petrificadas.
Aquí, ahora,
donde el aire
se asfixia
y el miedo es impune.
Mediator Dei
El contrabandista de los miedos
antiguos,
el malabarista delirante en su
balcón rojo
(con pequeños pies oxidados),
baña las manos en el pecho de las nubes
y se cubre de azul para no ver sangre.
Uno
Decirte
que yo soy 1 más
dentro del NO mundo.
Decirte
idiomas con espinas bajo las
uñas.
Decirte
nada
para tu algo casi nada.
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Fotografía de Susana Thénon |
Nombres
En la desolación de mi sangre,
bajo la angustia que me enceguece
yo busco nombres para mi amor:
mi amor casi odio,
apenas sol.
Susana Thénon (Buenos Aires,
Argentina, 1935-1991), poetisa, traductora y fotógrafa, fue contemporánea a Juana
Bignozzi (1937) y Alejandra Pizarnik (1936-1972), aunque no forma parte de
ningún grupo literario. Publicó junto a Alejandra Pizarnik la Revista Literaria
“Agua Viva” (1960). Algunas de sus publicaciones literarias son Edad sin tregua (1958), Habitante de la nada (1959), De lugares extraños (1967), Distancias (1984), Ova completa (1987) y la obra póstuma La morada imposible (2001), con la edición a cargo de Ana María
Barrenechea y María Negroni.
miércoles, 18 de diciembre de 2013
Un libro interminable: «De la poesía» de T.S. Norio
Hay textos que en vez de cerrarse
sobre sí mismos no cesan de postergar su término: como hubiese dicho
Lautremont, se trata de ese tipo de libros que amenazan con tragarse a quienes
los escriben. De la poesía (Libros de
la herida, España, 2012) es de esa extraña especie: un libro interminable sobre
un archipiélago que se desplaza no bien se nombra. Y digo «nombrar»
expresamente para no hablar de «definición». Porque la percepción que tenemos
tras recorrer las más de 450 páginas que componen este volumen es que la
referencia a la poesía no es una referencia a una realidad estable, bien
delimitada, más o menos definible ni mucho menos definida, sino a un ser
inapresable que sólo podemos nombrar a través de la multiplicidad de sus
trazados.
De esa constatación parte T.S.
Norio: la labor es inagotable y no hay posibilidad más que de internarse en una
progresión al infinito. Se me
perdonará, entonces, que por mi parte no pueda sino referirme fragmentariamente
a un libro semejante. Porque a pesar de lo que pudiera sugerir el título -que
evoca algunos tratados filosóficos antiguos- De la poesía no arraiga en una pretensión sistemática orientada a
abarcar la totalidad de su objeto, sino al intento de capturar lo que se fuga
aunque más no sea mediante pequeñas iluminaciones o un tejido de citas que
abrigan lo inabarcable. En vez de un género lingüístico bien recortado, más o
menos “exquisito y minoritario” (sic), la poesía se desborda por todas partes:
antes que el tranquilo confinamiento en la institución artística, sus rastros
aparecen en diversas prácticas sociales. El cortocircuito parece claro: el
objeto “poesía” se hace poliédrico, radicalmente inestable. Sus funciones se
hacen tanto más plurales, relacionadas a contextos político-culturales
concretos y a juegos de lenguaje específicos: consuelo, juego, sabiduría,
desafío, celebración, cuchillo, espejo, lupa, caricia, adorno, sueño,
barricada, secreto, oración, denuncia, terapia, venda o catalejo, por mencionar
sólo algunas de las funciones que contabiliza el propio Norio.
En vez de una taxonomía clara,
nos topamos con más niebla, indicios dispersos de un continente hundido. El
tratado se convierte en una cartografía inconclusa, asediada por preguntas insistentes:
¿para qué la poesía, en nombre de quién, bajo qué formas y soportes, con qué
usos? Y ¿qué es, ante todo, el poema en esas condiciones y cuáles son sus
variantes y sus fronteras? Desde esas incertidumbres, De la poesía camina tras las huellas de una ausencia y no puede
encontrar más que fragmentos a la deriva de un “poema infinito” perdido, como
hubiera deseado Shelley. Al final, nos topamos –por usar la expresión del
autor- con el mismo “animal asfixiado”, indomesticable, del ser de lo poético.
La empresa se revela imposible y,
sin embargo, no por ello se trata de renunciar a la recuperación de algunos
retazos del murmullo ininterrumpido de discursos que aluden, de forma más o
menos oblicua, a la poesía como práctica comunitaria. No importa si esos
discursos fueron formulados con otros fines; la apuesta de De la poesía quizás no sea otra que mostrar, mediante un
desplazamiento incesante, la ubicuidad y universalidad de la experiencia
poética: en la Amazonia o Etiopía, Mali o Afganistán, Sumatra o Mongolia,
Siberia o India, China o Fidji, Kenia o México, Tanzania o Alaska, en cualquier
parte donde brilla la añoranza, lo poético late, marca lo más recóndito de lo
humano: como canto de guerra, invocación de los muertos, encarnación de la voz
de dios, cura de los animales enfermos, forma de la desgracia o celebración del
instante. Como recuerda Norio a través de una cita de Jean Cocteau: “Yo sé que
la poesía es imprescindible, pero no sé para qué” (De la poesía, p. 23). En esa tensión entre lo que sabemos y lo que
desconocemos se mueve De la poesía, como
toda investigación valiosa que no se contenta con repetir dogmas aprendidos. No
es de extrañar, en este marco, la recuperación de una perspectiva antropológica, entre otras: incluso en aquellas
sociedades consideradas como radicalmente distintas y distantes, la poesía
tiene valor vital.
Pero De la poesía no es tanto un abrirse paso al Otro como una
aproximación a lo otro que es la poesía, como creación colectiva, anónima,
patrimonio de nadie que da cuenta de lo incomprensible que, a pesar de todo,
somos capaces de sentir. Porque si algo persiste en este trayecto es la doble
convicción de que nunca llegaremos al final y de que no podemos, sin embargo,
dejar de intentarlo. La poesía como enigma es, precisamente, aquello que
resquebraja toda fórmula de la Estética como filosofía del arte: aquí o allá,
lo poético irrumpe en rituales tribales, en las invocaciones religiosas, en los
conjuros mágicos, el aliento de los guerreros, las danzas premonitorias, las ceremonias
de la soledad, el cortejo de los amantes, los cantos hímnicos o la palabra
clandestina que se rebela contra los poderes hegemónicos. Más que objeto
recortado, entonces, experiencia de melodías desconocidas donde las fronteras
se hacen por momentos indiscernibles. Para recuperar una cita de Rilke, tal vez
el sentido de la poesía sea “Transmitir el misterio sin conocerlo, como una
carta sellada” (De la poesía, p. 85).
En la lectura de este apasionado
libro de lecturas no podemos sino ahondar en el asombro. De la poesía es testimonio colectivo de ese fantasma de lo poético
que recorre el mundo, atraviesa culturas y siglos, adquiere formas inéditas,
rebasa la página escrita, introduce una ventana al caos de lo imaginario, allí
donde la lógica totalitaria quiere el cierre simbólico, la univocidad final del
orden. La misma titularidad del texto se bifurca: Norio apenas aparece como una
voz entrelazada a muchas otras, buscando quizás junto a ellas la salida que el
poema promete. Su labor sigue siendo inocultable: ante todo, seleccionar y
organizar un flujo de fragmentos que son co-titulares de esta exploración en lo
desconocido.
En ese espacio no cabe la
imposible sistematicidad. Siempre el tejido se corta en alguna parte, tiene
agujeros, excluye otros nudos y autores[i].
Como toda interrogación radical, De la
poesía queda suspendido en el aire. Abre preguntas que no cesan de
insistir. Del mismo modo que la poesía no puede autodefinirse, tampoco la
historia, la estética o la etnología alcanzan para responder. Como un poema
inacabado no puede concluir –y quizás por ello anticipa nuevas trazas. La trama
de citas podría extenderse; la erudición hacerse más vasta. Y, sin embargo,
nuestro desconocimiento permanece, porque en última instancia, la reflexión
sobre lo poético es también la del ser humano como sujeto del lenguaje, ese
animal herido que fabrica mundos simbólicos para respirar. Somos ahí, en ese
furor y temblor, en la copertenencia de lenguaje y poesía, pero también en la
nada como sonido cósmico que hace bailar al ritmo maternal de la poesía como
música. Lenguaje estructurante, esencial, entonces, el de la poesía: no porque
no cambie en el tiempo, sino porque no podríamos prescindir de él como no sea
prescindiendo de una parte de nosotros mismos, de nuestro ser de palabra.
De
todos los méritos de este libro no es menor el de contribuir a desmontar
respuestas demasiado uniformes y generales acerca de lo que significa «poesía».
Mediante el registro de usos poéticos diversos, Norio nos ayuda a reconstruir
nuestros interrogantes. Y aunque mucho habría que decir sobre los hallazgos
específicos que nos llevamos tras este recorrido, quizás su mayor valor sea
mantener las preguntas abiertas. ¿No es eso lo que más necesitamos, en una
época de clausuras dogmáticas, incluso en el campo
poético?
Arturo Borra
* Texto de presentación a De la poesía, en Librería Primado, 12/12/2013.
[i]
Al respecto, sería interesante reconstruir las pautas de selección de las citas
y autores. En particular, sería importante preguntar por la tangencialidad de
las referencias filosóficas o la teoría literaria que, en principio, suponemos más pertinentes. No deja de ser llamativo
que a la par de esta exclusión tendencial, Norio extracta citas de textos que,
en primera instancia, no tienen la poesía como objeto de conocimiento. Para
resumirlo en una pregunta: ¿cuáles son los criterios de pertinencia que
estructuran el trabajo de recorte de De
la poesía?
domingo, 1 de diciembre de 2013
La magia poética de Theo Jansen: «Strandeest Evolution»
Desde hace quince años, el holandés Theo Jansen se ha dedicado en cuerpo y alma a crear una nueva forma de vida. Sus "Strandbeest" (bestias de la playa) parecen tan orgánicas que desde lejos se confundirían con inmensos insectos o esqueletos de mamuts prehistóricos, pero están hechas a partir de materiales de la era industrial: tubos de plástico flexible, cinta adhesiva. Nacen dentro de un ordenador en forma de algoritmo, pero no requieren motores, sensores o ninguna clase de tecnología avanzada para cobrar vida. Se mueven gracias a la fuerza del viento y a la arena mojada que encuentran en su hábitat de la costa holandesa.
Desde su laboratorio de Ypenburg, Jansen estudia la historia de la evolución biológica para dotar a sus nuevas generaciones de criaturas de capacidades cada vez mayores. Su sueño es que algún día aprendan a evolucionar sin su intervención y continuen sus vidas como cualquier otro organismo, sometidas a los ciclos de la naturaleza.
Todos los que observan por primera vez la belleza de una de las criaturas de Theo Jansen desplazándose sobre la arena entienden de inmediato que el trabajo de este ingeniero, científico y artista es algo especial. Sin embargo, durante más de una década ha permanecido en la oscuridad y sólo recientemente ha sido descubierto por la comunidad artística internacional. En la pasada década deslumbrada por la revolución digital, su obra podía parecer rudimentaria, sobre todo en comparación con la sofisticada producción que estaban realizando sus coetáneos en el campo del arte robótico. Hoy, en la era en que la convivencia entre la técnica y la naturaleza en pos de la sostenibilidad es una prioridad urgente, sus estrategias de diseño resultan más relevantes que nunca.
Las criaturas de Jansen comienzan su gestación como una simulación dentro de un ordenador, en forma de organismos de vida artificial que compiten entre sí por ser el más veloz. Jansen estudia las criaturas vencedoras y las reconstruye tridimensionalmente con tubos flexibles y ligeros, hilos de nylon y cinta adhesiva. Aquellas que se desplazan más eficazmente donarán su "ADN" (la longitud y disposición de los tubos que forman sus partes móviles) a las siguientes generaciones de Standbeest. A través de este proceso de hibridación y evolución darwiniana, las criaturas se vuelven cada vez más capaces de habitar su entorno, y pueden incluso tomar decisiones para asegurar su supervivencia; el "Animaris Sabulosa", por ejemplo, hunde su nariz en la arena para anclarse si detecta que el viento es demasiado fuerte para permanecer en pie.
Jansen trabaja ya en la séptima generación de criaturas de la playa. Sus últimas piezas pueden incluso transportar pasajeros en su interior -el "Animaris Rhinozeros", un gigante de dos toneladas de peso que puede ser movido por sólo una persona- y llegar hasta donde no haya viento ni arena, gracias a un ingenioso sistema de impulsión basado en aire comprimido almacenado en botellas de refrescos.
En el futuro, el artista holandés prevee que sus creaciones se volverán cada vez más sofisticadas anatómicamente: desarrollarán músculos, un sistema nervioso, y algún tipo de cerebro que les permita tomar decisiones complejas. Y un día, anhela, las criaturas de la playa no le necesitarán para seguir evolucionando. Manadas completas en las playas competirán por ser las más veloces y estables, y transmitirán de manera autónoma su ADN a las siguientes generaciones, integradas ya por completo en su ecosistema.
Tras abandonar sus estudios de física, Theo Jansen empezó su carrera artística en los 70 como pintor. Posteriormente se comenzó a interesar por áreas como la aeronáutica y la robótica. Su "UFO" (OVNI), una aeronave con forma de platillo volante con la que aterrorizaba a los habitantes de la ciudad holandesa de Delft, y su "máquina de pintar", un robot que traza graffitis sobre una pared, mostraron su habilidad para aplicar sus conocimientos de ingeniería a diferentes proyectos artísticos. A comienzos de los 80, Jansen comenzó a crear programas de simulación algorítimica de vida artificial. Su interés por diseñar organismos vivos y autónomos a través de software le lleva a iniciar su serie de esculturas cinéticas "Strandbeest", el proyecto que le ha proporcionado un reconocimiento a nivel internacional. Entre otros galardones, Jansen ha recibido el premio especial del jurado en Ars Electronica 2005.
Texto originalmente publicado en el catálogo de ArtFutura 2005.
Más información aquí.
sábado, 16 de noviembre de 2013
El limbo de Adas Salas: “rompernos limpiamente contra el otro”
Fotografía de Shana Parkeharrison
IV
DONDE comienzo yo comienzas
tú. Ésta es la ceremonia
del error
la brecha
del desastre.
Si al menos existieran un punto de partida o un punto
de llegada. Si no fuéramos
móviles
si
pudiéramos fundar alguna cosa
si
rompernos
limpiamente
contra el otro
Fotografía de Shana Parkeharrison
(Santa Clara a Velha)
LO difícil aquí es no deshacerse. Resistir
la embestida del aire
que punza
con la aguja
de lo que no se puede ver
más claro. Algo
te llama –una pequeña
vibración- y vas
hasta la orilla
tocas
y se abre
un animal de plata.
Fotografía de Shana Parkeharrison
II
EN el fondo
brillaba
una moneda blanca. Lo
negro
de la noche
me condujo hasta ella
(allí la noche
canta –algo
como la noche
canta-). ¿Tú puedes escuchar
mi corazón?
Oye
sus cuatro caños
sobre el cristal del miedo.
Ada Salas, Limbo y
otros poemas, Pretextos, Valencia,
2013.
sábado, 26 de octubre de 2013
El canto de la ausencia: tres poemas de José Miguel Ullán
Vicente Rojo
Al abrigo del viento
sólo hay muerte
todo vuela viajero pez o espada
nada decae brote o flor te engañas
el cuerpo cae pero dueño empero
de otro saber
todo vuela viajero pez o espada
nada decae brote o flor te engañas
el cuerpo cae pero dueño empero
de otro saber
caer caer
no reo
de alguna nube levadiza tala
escritura y razón
oh red
ondean esculturas
salta al cielo
para caer
caer en otro amor y pende
ángel del hilo del olvido que
al abrigo del viento sólo hay muerte
no reo
de alguna nube levadiza tala
escritura y razón
oh red
ondean esculturas
salta al cielo
para caer
caer en otro amor y pende
ángel del hilo del olvido que
al abrigo del viento sólo hay muerte
En la laguna habita
nuestro espíritu
Dibuja:
aguas arriba, el humo;
aguas abajo, el fuego.
Tu sueño halla en el fondo la salida: el eclipse total.
Dibuja:
aguas arriba, el humo;
aguas abajo, el fuego.
Tu sueño halla en el fondo la salida: el eclipse total.
Dichoso será aquel que se prolongue
y en medio de las llamas no se encienda. entrad, entrad
cayendo como las dinastías.
y en medio de las llamas no se encienda. entrad, entrad
cayendo como las dinastías.
La sangre
ofrece un nombre
a lo siempre anterior.
ofrece un nombre
a lo siempre anterior.
Mediodía del cuerpo
transparente
deja el imán para el otoño dicho
penetra hasta el cristal confía
en el asombro que atraviesa el aire
signo intocable dilatado asilo.
deja el imán para el otoño dicho
penetra hasta el cristal confía
en el asombro que atraviesa el aire
signo intocable dilatado asilo.
Si has llegado hasta el trono,
multiplica tu fe. Inmutable,
sé infiel al escarmiento de la cera.
Aquí, en el altivo campo de las ofrendas, una mano despoja y
reconoce las ardientes estrellas que florecen cuando toda
escritura se apaga. Así es mi canto: ausencia.
sé infiel al escarmiento de la cera.
Aquí, en el altivo campo de las ofrendas, una mano despoja y
reconoce las ardientes estrellas que florecen cuando toda
escritura se apaga. Así es mi canto: ausencia.
lunes, 7 de octubre de 2013
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